Copa del rey

Sevilla-Valencia (2-1): Con el traje de currantes

  • El Sevilla le da la vuelta a la eliminatoria en el último suspiro y se gana, con toda justicia, el derecho a soñar con la gran final · Los blancos no dieron jamás el brazo a torcer, ni siquiera con el gol de Marchena

Explosión de felicidad para el sevillismo. El equipo de Manolo Jiménez se ganó el derecho a seguir peleando por estar el próximo 13 de mayo en Mestalla en la gran final de la Copa del Rey por la sencilla razón de que siempre mantuvo la fe en el éxito. Los blancos no echaron los brazos abajo cuando recibieron un golpe que hubiera dejado K.O. a cualquier equipo en el minuto 8 con el gol de Marchena; al contrario, se repusieron y mantuvieron el pulso en todo lo alto para hacerse acreedores, de sobras, a continuar en la competición y el premio les llegó en el momento justo, en el respiro final gracias al oportunismo de Squillaci previo cabezazo de Mosquera en un saque de esquina. Está claro que no eran los protagonistas esperados para la gesta, pero ¿qué más da?

El partido, como toda la eliminatoria, respondió con fidelidad a las emociones que deparan los torneos a doble partido. Las alternativas en estos 180 minutos han sido continuas y los dos conjuntos han tenido sus momentos de gloria y también de miseria. Afortunadamente para el Sevilla, sin embargo, Jiménez y todos sus futbolistas fueron quienes rieron los últimos por la sencilla razón de que ellos lo buscaron de verdad. Al respecto, viene ahora a la memoria las palabras del filósofo Emery en la previa del primer encuentro acerca de su afiliación incuestionable al fútbol ofensivo, a buscar siempre un gol más que los rivales que están enfrente.

Esta vez no fue así, ni muchísimo menos, y el Sevilla también tuvo buena parte de culpa de ello. El planteamiento de Jiménez estaba dentro de la lógica, cierto, pero nadie podrá negarle el punto de osadía al mismo a la vista de los elementos con los que dispone el técnico de Arahal. No se guardó absolutamente nada, si acaso la posible entrada de Diego Capel y Renato si las cosas pintaban mal en la segunda. El resto salía a la cancha con la consigna de dejarse hasta el último aliento, de luchar hasta que el cuerpo dijera basta, algo que, por otra parte, no era muy difícil por los esfuerzos acumulados y la escasez de posibilidades de refrescar el once.

Lo que no entraría en los cálculos de Jiménez, ni de nadie, sería el despiste que convertiría el partido en un pico de montaña cuando ni siquiera habían tomado posiciones ambos conjuntos. Un doble despiste de Kanoute y Luis Fabiano en la tarea defensiva colocaba al Valencia con un 0-1 muy pronto y allí ya nadie daba un duro por este Sevilla que muchas veces parece incapaz de superar los obstáculos que se le presentan por el camino. Otra vez los pajaritos contra las escopetas, los delanteros haciendo de defensas sin serlo. Una cosa es despejar y otra fijar las marcas.

Pero este Sevilla no tenía nada que ver con ese otro que se ha atascado cuando los rivales le han hallado las cosquillas. El ambiente dentro del vestuario era de partido grande, de guerra y no de batalla, y allí había que partirse, literalmente, la cara para seguir acariciando la posibilidad de ponerle un broche de oro a la campaña. Fueron momentos de incertidumbre, minutos en los que el Valencia pareció sentirse a gusto en ese planteamiento de Emery sin ningún hombre fijo arriba y con cuatro libélulas merodeando a la defensa nervionense. Pero Joaquín no llegó a hacer sangre cuando pudo hacerlo rozando el fuera de juego y eso permitió que los blanquirrojos fueran afianzando sus posiciones al compás de Romaric. El costamarfileño, dentro de sus dificultades para controlar el balón, dio un paso adelante y colaboró con los delanteros a la hora de presionar muy arriba. El Valencia comenzó a sufrir.

El partido cambiaba de signo muy poquito a poco y existe una razón fundamental para ello. A saber, el Sevilla, por detrás en el marcador, tuvo que coger la iniciativa del juego, pues no tenía otra solución. Pero Jiménez tiene a su disposición a un grupo de grandes futbolistas y en esa faceta, en la que tiene que ver con el control del juego, es en la que se sienten más a gusto. El empate, vía Kanoute, llegó más o menos de la misma manera que el 0-1 y desde entonces el monólogo ya sería total.

Fue raro incluso que no se llegara al intermedio con el Sevilla por delante, ya que Luis Fabiano tuvo una de las que no suele fallar, pero ni siquiera eso fue impedimento para que el Sevilla mirara para atrás. Al contrario, los anfitriones, con cabeza, es verdad, no dejaron de buscar el gol definitivo durante todo el segundo periodo y lo hicieron de mil maneras. Por las bandas, donde se lucieron Jesús Navas y Diego Capel, particularmente el palaciego; a ras del suelo, sobre todo a raíz de la entrada de Renato; con juego directo, a través de los lanzamientos de Palop; con velocidad; con desmarques; y, ¡hosanna en el cielo!, a balón parado.

Por ahí, precisamente por el sitio con el que menos beneficios han encontrado los hombres de Jiménez en el presente curso, llegó la victoria final. Un córner en el último minuto, una trifulca en el área que obliga a Teixeira Vitienes a retrasar su ejecución, una cesión de trastos por parte de Jesús Navas a Renato para que lo sacara el brasileño y un centro al corazón del área para que rozara la pelota Mosquera y culminara el trabajo Squillaci. La gesta se había consumado en el momento justo, en el instante en el que el Valencia ya tenía imposible cualquier posibilidad de reacción.

El fútbol fue justo con el Sevilla, con la fe, con el deseo de ganar de un equipo con mayúsculas, con un grupo de futbolistas que, sin excepción, reflejaba en sus rostros el tremendo esfuerzo físico al que se habían visto obligados sin que en ningún momento se hubieran ahorrado ni una sola carrera en pos del premio gordo. Ahora resta culminar el trabajo frente al Athletic, que no regalará flores precisamente a partir del próximo miércoles, pero el sueño de estar en la próxima final de la Copa del Rey sigue vigente y el sevillismo se dio un gustazo enorme por el tesón de un grupo de currantes que incluye desde Jiménez hasta el último de los futbolistas. El éxito les pertenece a ellos y justo es reconocérselo.

Ficha técnica:

2 - Sevilla FC: Palop; Mosquera, Squillaci, Escudé, Fernando Navarro; Jesús Navas, Romaric, Duscher (Renato, 61'), Adriano (Diego Capel, 26'); Luis Fabiano (Dragutinovic, 92') y Kanoute.

1 - Valencia CF: César; Miguel, Maduro, Marchena, Moretti; Albelda, Baraja (Fernandes, 58'); Joaquín, Silva (Edu, 69'), Vicente (Morientes, 58'); y Mata.

Goles: 0-1 (8') Marchena. 1-1 (36') Kanoute. 2-1 (89') Squillaci.

Árbitro: Fernando Teixeira Vitienes (Comité Cántabro). Amonestó a los visitantes Moretti (29'), Marchena (29'), Vicente (40') y César (67') y a los locales Kanoute (41'), Duscher (57'), Renato (69') y Jesús Navas (88').

Incidencias: Partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa del Rey, disputado en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán ante unos 35.000 espectadores. Antes del partido se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento del que fuera presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Pablo Porta. Los jugadores de ambos equipos y el trío arbitral saltaron al terreno con unas camisetas en apoyo a la joven Marta del Castillo, desaparecida el pasado sábado en Sevilla.

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