La crónica del Alavés - Sevilla

Este Sevilla lo da todo, pero no tiene más (0-0)

  • El cuadro de Lopetegui diserta un ejercicio de impotencia ante el Alavés en un partido con ocasiones para los dos

  • Los sevillistas suman el cuarto empate seguido fuera de casa, muy poco para aspirar a algo más grande

Alavés - Sevilla (0-0): vídeo resumen, resultado y goles del partido de Liga

Este Sevilla no da para más. La escuadra de Julen Lopetegui se lo dejó todo en Vitoria frente a un intenso Alavés, pero la tozuda realidad indica que eso no es suficiente, que las baterías están fundidas con tantos hombres viajando en el AVE para pedir segundas opiniones médicas por sus diferentes problemas físicos, fundamentalmente musculares. Los sevillistas quisieron, esta vez no se les puede afear la actitud, tampoco al plan de juego diseñado por su entrenador, muy diferente a los toques conservadores de otros días. Pero es tan simple como que quienes defienden la equipación completamente blanca con las medias rojas en esta ocasión no pueden.

Transmiten la sensación de haber llegado fundidos a este tramo del curso y en esto deberán hacer autocrítica los encargados de la planificación en todos los sentidos, porque es cuestión de analizar la preparación, las rotaciones de las piezas, los elementos elegidos y un pequeño apartado también para la mala suerte en el caso de las lesiones traumáticas, no en las musculares. La cuestión es que el Sevilla no es capaz de imponerse de verdad a un Alavés que, por muchos méritos que tuviera por su esfuerzo, sólo ha ganado un partido de los siete últimos que ha disputado en Mendizorroza y que no fue capaz de imponerse al Getafe con diez desde la media hora.

Pero el Sevilla se quedó en la voluntad, en el deseo de ganar y en ese gol anulado en el minuto 6 porque En-Nesyri no fue capaz de quitarse de la trayectoria del balón en el lanzamiento de Delaney y se encontraba en fuera de juego. Se puede decir que el delantero marroquí salvó un balón que ya iba dentro de la portería de Pacheco y no se faltaría a la verdad, pues el lanzamiento era el cero a uno de no haber tocado en él.

Fue el momento en el que más cerca estuvo el Sevilla de ganar. Lopetegui había resuelto el aluvión de ausencias con un equipo aseado en apariencia, pero que cuando se hace el balance final es evidente que no es lo mismo jugar con Diego Carlos y con Fernando que hacerlo con Gudelj y con Delaney por mucho que ninguno de los dos estuviera desastroso en su rendimiento individual. El edificio se resiente muchísimo en sus cimientos cuando no están presentes dos de los tres miembros de la columna vertebral que tanta solidez le da a la estructura.

Lopetegui partía con Gudelj junto a Koundé en el centro de la zaga, los laterales eran para Jesús Navas y Acuña, nada acertado en esta ocasión, el centro del campo era el mismo que en el derbi contra el Betis y en la delantera entraba Ocampos por el lesionado Papu Gómez. La idea de partida era jugar más rápido que otras veces, arriesgar cuando se recuperaba el balón aun a costa de elevar las opciones de perderlo. Y, lógicamente, la imprecisión fue mucho mayor y también los riesgos de poder ser sorprendido por un Alavés que presionaba con fuerza para obstaculizar la salida del balón de los forasteros.

Sólo Koundé era capaz de correr riesgos, de superar esos obstáculos que ponían los hombres de Mendilibar a la hora de arriesgar. El francés regateaba, le da la pelota a Joan Jordán o al centrocampista que acudiera en los apoyos, pero no era suficiente, porque después se producían muchas imprecisiones y jamás se alcanzaba el escalón final del plan, que era habilitar a En-Nesyri u Ocampos a las espaldas de la adelantadísima zaga vasca, algo que es una seña de identidad de los equipos entrenados por Mendilibar.

La realidad dictamina que a los 33 segundos ya proporcionaba el primer susto Joselu, salvado por Koundé; en el minuto 13 Bono le hacía un paradón a Rioja tras una pérdida de Acuña, que luego serían numerosísimas; en el 24 y el 25 las opciones eran para Toni Moya y Joselu y una de las más claras llegaría en el 40, cuando Escalante cabeceó absolutamente solo a bocajarro fuera. El Sevilla, en cambio, aparte del gol que le birló En-Nesyri, tuvo que esperar al minuto 42 en una rosca de Ocampos, porque antes, en el 31, Rakitic había disparado como los niños chicos en un pase atrás de Tecatito y en el 37 a Gudelj un tiro duro se le iba fuera.

Es verdad que los dos equipos habían tenido sus acercamientos con peligro, pero ninguno había sido incapaz de imponer su estilo y eso no dice mucho bueno de un Sevilla que es segundo a muchos puntos de distancia de un Alavés en zona de descenso. Ésa es la realidad objetiva y los blancos no habían sido capaces de corroborarlo en el fútbol. Como tampoco lo harían tras el intermedio, porque Bono ya tuvo que hacerle un paradón a Édgar Méndez, antes de que Ocampos tuviera dos acercamientos peligrosos. El tobogán era continuo, podía marcar cualquiera, después le tocaría a Pere Pons en uno de las más claras y ya para finalizar llegaría un arranque de orgullo de Koundé, cuya gran jugada no fue capaz de culminarla Munir.

En definitiva, los dos se iban con la sensación de haber dejado todo lo que tenían en la fría noche vitoriana. ¿Y eso qué quiere decir? Fácil, que si el Sevilla, en un día que ha dado todo lo que tenía, no es capaz a uno de los equipos en zona de descenso, pues o mucho cambia la cosa o lo mejor es dejar de soñar y dedicarse a pensar en objetivos más cercanos. Cuatro empates seguidos fuera de casa, contra Valencia, Osasuna, Espanyol y Alavés, dicen muy poco de un supuesto aspirante a metas oníricas.

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