Atlético de madrid-sevilla

Con el debido respeto... (2-2)

  • El Sevilla se queda a medias en su asalto al Atlético por la tardanza de Manzano en refrescar a los suyos · Los nervionenses jugaron bien, estuvieron por delante y debieron ganar el partido

El Sevilla no acaba de vivir una fiesta completa y ayer dejó a los suyos con la insatisfacción en el cuerpo a pesar del meritorio esfuerzo que tuvo que realizar para sacar un punto del Vicente Calderón sólo tres días después de dejarse hasta la última gota de sudor en Oporto. El punto frente al Atlético de Madrid, por tanto, merece ser valorado en su justa medida, pero queda la sensación de que este equipo que viste de blanco tiene, a día de hoy, para mucho más. Al menos, eso transmite con su fútbol, con un juego que supera al rival a pesar de los inconvenientes que se le plantean desde dentro, desde el propio Sevilla.

¿Por qué una reflexión tan negativa después del notable partido realizado por los sevillistas en un feudo tan hostil? Bien sencillo, porque parecía que el entrenador, Gregorio Manzano en este caso, se empeñaba en ahogar a los suyos cuando éstos estaban a punto de reventar por el esfuerzo. No es normal que se produjera un único cambio y que fuera por lesión en todo el encuentro, ya que las entradas de Diego Capel y de Renato pueden catalogarse de testimoniales, ya que llegaron después del minuto 80, en el 90 la segunda de ellas. Sin pretender entrar en el terreno que corresponde a un técnico, que es quien mejor conoce el estado físico de los suyos, y con el máximo respeto hacia Manzano, es increíble que Perotti no se marchara por lo menos un cuarto de hora antes cuando se veía que ya no podía con su cuerpo de tanto correr hacia delante y hacia detrás. Sobre todo si se tiene en cuenta que jugó casi todo el partido en Oporto y que había un sustituto de garantías en el banquillo.

Pero no, Manzano prefirió mantenerlo hasta que, literalmente, explotó en lugar de buscar otras alternativas de refresco. Como también lo hizo con el tercero de los cambios que le permitía la reglamentación. ¿Empató el Atlético por ello? Seguramente no, pero sí cabría contestar a la gallega con otra pregunta, pues todos pueden cuestionarse si el Sevilla pudo lograr su tercera ventaja de haber tenidos elementos más frescos sobre el campo. Contestar afirmativamente esta segunda cuestión entra en el terreno del fútbol ficción, pero la jugada protagonizada por Negredo con el disparo al larguero y la carrera de Diego Capel superando a Ujfalusi así parecen atestiguarlo.

Aquí, por cierto, comparece un elemento que nada tiene que ver con el Sevilla y que también jugó en contra de sus intereses. Se trata de Mateu Lahoz, que se inhibió en el agarrón del checo a Capel. Por muy suave que éste fuera, la camiseta se vio estirada y eso era más que suficiente para frenar la carrera del sevillista. Lo increíble es que el piropeado árbitro valenciano no lo viera porque estaba justo enfrente de la acción y a escasos metros. Si tiene en cuenta que corría el minuto 87, sí se puede meter este pequeño paréntesis en el relato de los hechos sobre una decisión arbitral que tuvo su trascendencia en el marcador.

Con independencia de ello, se puede seguir en la tarea de descifrar por qué un Sevilla que ha mejorado tanto en su juego desde enero no acaba de arrancar del todo. En el caso concreto de ayer, todo arranca de un planteamiento excesivamente arriesgado, pues Manzano volvió a apostar por los cuatro delanteros con Rakitic muy cerca de ellos. Cierto que tras el primer arreón del Atlético, el Sevilla tuvo más la pelota y que fue superior en el juego, pero era evidente que el rival tenía más elementos en el centro del campo y eso dificultaba todas las cosas.

Afortunadamente para los nervionenses, Negredo convertía en gol de una manera soberbia una buena jugada colectiva y el Sevilla se iba con ventaja al intermedio. Lo más difícil estaba hecho. Hasta Jesús Navas pudo rematar la faena en la última acción del primer periodo y con la que arrancaba el segundo, pero en ambos casos el pase del palaciego no fue acertado ni a Luis Fabiano ni a Negredo. 

Sin embargo, sí llegó el empate del Atlético en el enésimo despiste de Dabo. Otra vez a empezar, pero el Sevilla siguió con la intención de rasear y de salir con la pelota jugada. Tanto que hizo el 1-2 en una contra de una belleza singular por la cantidad de jugadores que acarrearon el balón desde el córner propio hasta la red de De Gea. El Sevilla, nuevamente, estaba por delante y le faltaron reflejos a su banquillo para meter, entonces y no después, refuerzos fresquitos en busca de una mayor solidez atrás. Es verdad que el empate llegó en otro error del lateral derecho, que parece que da igual quién esté ahí para que le haga las cosas fáciles al rival, pero la sensación final es que el Sevilla, este Sevilla y no el de antes de enero, tiene fútbol para mucho más. Con el debido respeto para Manzano...

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