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...Y sin mediapunta también

  • Sin delanteros puros, el Sevilla maduró el triunfo en la seguridad atrás y en el derroche de hombres como Acosta, que tapó la falta de fuelle y presencia de Romaric · El marfileño no se acomoda ahí

Sin Luis Fabiano, sin Kanoute, sin Chevantón, sin Capel... y sin mediapunta también. La falta de delanteros puros le da muchísimo valor a un triunfo que los hombres de Manolo Jiménez supieron madurar en dos fases bien distintas del partido: antes y después del gol de Adriano. Primero, posesión ante el temeroso Almería; luego, derroche para tapar campo y seguridad defensiva. En ese derroche, por cierto, se echó en falta la presencia de un Romaric que se fue diluyendo después de un par de detalles al inicio y uno al final, con recorte y centro que remató Armenteros fuera. Su físico, su forma de concebir el fútbol, su falta de dinamismo, no encaja con la posición de mediapunta. Él mismo lo ha dicho, pero el técnico sevillista parece querer ponerlo en forma a toda costa, en una u otra posición.

El Sevilla terminó segundo en la tabla gracias a esa forma de madurar el partido y también al derroche de hombres como Acosta, inopinado delantero centro de 1,68 metros que realizó un desgaste impresionante para ocupar los sitios a los que no llegaba o en los que no estaba Romaric. El yerro de Jesús Navas en la contra del minuto 84 al no saber entregarle el balón a su compañero argentino fue un flaco favor para éste, que mereció haberse ido del Estadio de los Juegos del Mediterráneo con un gol que premiase su generosidad.

Por una vez, Jiménez no quiso, o más bien no pudo, contradecir la alineación en la que prácticamente coincidía todo el mundo en la previa. Introdujo un pequeño matiz motivado por la movilidad y el peligro de un jugador en vena goleadora, Negredo, al que siguió con una férrea marca David Prieto en una bonita pugna durante buena parte del encuentro. El canterano, especialista en esa tarea, sustituyó a Squillaci. Por lo demás, todo estaba calcado a lo que predecían los diversos comentaristas deportivos. Romaric se situó por delante de Maresca y Duscher. En un principio esperanzador sobre su papel, conectó con Navas, Adriano y Acosta. Propició un duro disparo escorado de éste y él mismo no remató a gol por poco tras una dejada de Adriano.

Ante la falta de pegada, el Sevilla apostó por la posesión confiando en que Romaric, en ese puesto de mediapunta, pudiera conectar con un muy dinámico Acosta, al que efectivamente le falta envergadura para hacerse con balones divididos pero le sobran ganas para paliarlo de otras formas. Pero el marfileño ni tiene la movilidad suficiente para actuar ahí y también carece del fuelle necesario para ayudar en la presión, como se fue viendo con el paso del tiempo.

Pero el destino tenía reservado ese gol de Adriano, en una réplica al único recurso, el de la estrategia, que pareció buscar con ahínco el equipo de Gonzalo Arconada. El guipuzcoano le tenía miedo a un banquillo de pipiolos -Jiménez tuvo el detalle de hacer debutar a dos de ellos, Armenteros y Fernando-. Y mucho miedo a un Sevilla que sí es verdad que tiene muchos recursos. En su defensa, en el despliegue de sus medios. Y en la polivalencia y el derroche de Lautaro Acosta. Llovió, durante las dos horas previas al encuentro, se salió con la suya Jiménez al reservar a Luis Fabiano y su sustituto pudo y debió marcar. Por generosidad y vergüenza.

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