De puertas para fuera el discurso sigue siendo que el objetivo inicial de la temporada no se ha movido de donde estaba, es decir, clasificarse para la próxima edición de la Liga de Campeones, pero la tabla y sus números, jornada a jornada, arrojan una realidad bien distinta o al menos que no se acerca a ello. La eliminación en la Copa del Rey, aun con toda la carga de impotencia que ha tenido para los blancos su desarrollo por algunas decisiones arbitrales más o menos puntuales, ha desnudado el proyecto sevillista de una prenda que abrigaba bastante, mucho más en semifinales, en el global del ejercicio.

La llegada por primera vez en la gestión de Del Nido de dos refuerzos contrastados como Rakitic y Medel da una muestra de la preocupación que reina en la ejecutiva sevillista. Sólo el fichaje de Kerzhakov en tiempos aún de Juande puede equipararse a esta inversión invernal que obedece claramente a un intento casi a la desesperada por dar caza a una de las dos plazas de Champions que van a dejar a tiro Barcelona y Real Madrid. Pero la empresa no va a ser fácil y muchos apuestan si llegará si acaso a alcanzar un billete para la Liga Europa, que automáticamente ha pasado de tener dos plazas a tres por la presencia en la final de la Copa del Rey de los que presumiblemente van a ser primero y segundo en la Liga. La antigua UEFA tiene ahora su meta en el séptimo puesto, que ocupa el Atlético de Madrid con los mismos puntos que el Sevilla, 30.

Guiando las expectativas por las sensaciones que ofrece el equipo de Manzano más que por las jornadas que puedan quedar para el final del campeonato, 17, parece este objetivo mucho más real que llegar a los dos puestos Champions en los que Del Nido pone el listón cada verano. Villarreal y Valencia están a 15 y 11 puntos de los sevillistas, respectivamente. El cuarto puesto que actualmente ostenta el Valencia debe ser la zanahoria y la posibilidad de llegar a ella no es ninguna quimera, pero requiere una reacción inmediata y contundente y hasta el momento eso es algo que no tiene pinta de protagonizar el conjunto de Manzano, que acumula un balance defensivo aterrador, acercándose ya a una media de dos goles encajados por partido. El play off de la Champions, lo que significaría repetir la clasificación de la temporada pasada, es el sueño actual de todo el sevillismo, pero todos los estamentos del mismo no tienen para nada claro de que se pueda cumplir.

El trabajo del entrenador empieza a ponerse en entredicho en demasiadas ocasiones. Ya no se trata de un partido puntual, sino que comienza a ser peligrosamente habitual que los planteamientos y las decisiones del jiennense, un hombre que llegó con cartel de saber manejar lo que tiene entre manos y de sacar rendimiento a plantillas de escasa calidad y que cogió al equipo a dos puntos de la Champions tras la jornada quinta, sean el foco de las críticas después de cada partido.

Ahora hay dos semanas en las que el Sevilla tendrá que centrarse en la Liga, pero la eliminatoria con el Oporto es otro asidero al que agarrarse para salvar la temporada, aunque ni siquiera hacer algo grande en la Liga Europa daría la posibilidad al Sevilla de repetir en competición europea después de ocho campañas ininterrumpidas, desde aquel gol de Baptista a Osasuna en la 2003-04. No poder repetir esa cantinela, de la que no pueden presumir precisamente todos los equipos, sería algo que dolería especialmente a Del Nido y a Monchi y que obligaría a replantear muchas cosas, empezando por los presupuestos anuales y por la continuidad de varios de los futbolistas con nivel salarial más alto, que coincide, como es normal, con los que más calidad atesoran. Y todo esto con la amenaza a punto de cumplirse del despótico reparto del dinero de la televisión que propugnan Barcelona y Real Madrid.