Sociedad

"Vi cómo se derrumbaba la catedral"

  • Rogelio Velasco, economista sevillano y colaborador del Grupo Joly, que se encontraba de viaje en Christchurch, fue testigo directo del terremoto · "Todo botaba, las calles, los edificios...", afirma

Al sevillano y colaborador de este periódico, Rogelio Velasco, le sorprendió el terremoto de Christchurch (Nueva Zelanda) con dos libros en la mano: uno del científico Stephen Hawking y otro del filósofo Tony Judt. Eran las 13:00 (hora local, las 01:00 en España) y se encontraba en una céntrica librería de la ciudad cuando sintió que "todo se movía de una forma brutal y comenzaron a caerse los libros y las estanterías", una de las cuales se desplomó sobre él cuando se dirigía a la caja a pagar. "Me tiró al suelo a mí y a otro cliente neozelandés".

El catedrático en Economía, que ha salido ileso y se encuentra "en perfecto estado", narró a este periódico cómo, a través de la cristalera de la librería, vio desplomarse completamente un edificio que se encontraba enfrente. Las calles se convirtieron en el escenario de todo tipo de situaciones de "pánico" y de "histeria colectiva".

Poco después del primer temblor, Rogelio Velasco se dirigió a la plaza donde se encuentra la catedral de Christchurch, que hasta el momento había resistido en pie. Sin embargo, unos diez o quince minutos más tarde, llegó la primera réplica "y vi con mis propios ojos cómo se derrumbaba una de las cúpulas" del templo. "Todo botaba, las calles, los edificios..." afirmó con una serenidad envidiable el que también fue alto ejecutivo de Telefónica.

Rogelio Velasco se encuentra en Nueva Zelanda realizando un viaje de un mes y no tiene ninguna intención de adelantar su vuelta. Concretamente, en Christchurch estaba realizando un curso de perfeccionamiento de conversación en inglés de una semana de duración en una academia que ha desaparecido tras el seísmo. "Intenté acercarme a la academia, pero la Policía ya había cerrado la calle. El edificio se había convertido en un montón de escombros y probablemente haya alumnos y profesores bajo las ruinas. El terremoto me podría haber sorprendido allí".

Cuando mantiene la conversación con este periódico (23:50 hora local, 11:50 hora española), Rogelio Velasco se encuentra en un céntrico hotel de la calle Colombo de Christchurch, muy cerca de la Catedral ahora desaparecida y en una de las zonas más afectadas por el terremoto. Sin embargo, la suerte le acompañó de nuevo: "La destrucción se ha parado a pocos metros antes de mi hotel, el edificio está intacto". Eso sí, las condiciones no son las más cómodas. Por ejemplo, no hay agua corriente y el director está racionando el agua embotellada. "Nos ha entregado a cada uno de los inquilinos [entre los que no hay ningún otro español] dos botellas pequeñas de agua mineral. Como ha empezado a llover, he puesto cacharros para conseguir agua de lluvia".

Lo único positivo de que un terremoto te sorprenda en un país desarrollado es que las instituciones funcionan. Al poco tiempo del terremoto la Policía y el Ejército "han acordonado todo el centro, hay una completa seguridad en las calles". No ha avisado de su situación a la embajada española, porque no tiene ninguna "necesidad extraordinaria". La flema del catedrático de Economía es llamativa si se tiene en cuenta que, cinco segundos antes de mantener la conversación con este periódico, "hemos sentido un nuevo temblor, y ya van unos veinte", pero nada indica en su voz el más mínimo síntoma de preocupación. Es más, según afirma, "esta mañana he intentado mandar un artículo al periódico, pero me ha sido imposible, porque el cibercafé también ha desaparecido".

Rogelio Velasco se quedará hasta el sábado en Christchurch por dos motivos: porque era lo que había planeado y porque "ahora mismo no hay manera de salir de la ciudad. De hecho, una empresa de alquiler de coches cercana se ha derrumbado". Continuará su viaje por Nueva Zelanda como había planeado desde un principio.

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