La calma volvió ayer a los alrededores del volcán ecuatoriano Tungurahua tras la erupción del sábado, mientras fuerzas militares y brigadas de socorro asisten a los residentes y dan vacunas para el ganado.
En Bilbao, una de las localidades situadas en la zona de mayor riesgo, era patente ayer la presencia de soldados, así como de equipos de expertos para observar los daños a los cultivos por la caída de ceniza y prevenir secuelas entre los animales tras la erupción del sábado, por la que el Gobierno ecuatoriano decretó la alerta roja.
El volcán tuvo cinco horas de gran actividad, durante las cuales expulsó una columna de ceniza de hasta 3 kilómetros de altura, así como flujos de piroclastos, material magmático, que bajaron por varias quebradas unos dos kilómetros desde la boca del cráter.
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