Crónica de un día

Fran Barquilla

fbarquilla@grupojoly.com

El fracaso de la educación

En un país en el que se denuncian de media seis violaciones al día y se aplaude la puesta en libertad de jóvenes que fuerzan sexualmente a menores algo grave está ocurriendo

Ocurría en Burjasot al comienzo del fin de semana. Menores vitoreados y aplaudidos tras ser puestos en libertad investigados como presuntos violadores de una menor. Este lunes, la Guardia Civil detenía a otro grupo de 'machitos' menores como sospechosos de haber violado a otra joven en la localidad castellonense de Villarreal.

En Pulpí, en Almería, se denunció otro caso en la mañana de este lunes. La semana pasada en la playa de La Malagueta hubo otra denuncia. Suma y sigue.

Más allá del horror que supone el aumento de este tipo de casos de violaciones grupales, quizá más visibles ahora porque las mujeres se atreven a denunciarlo luchando contra el estigma que la sociedad les impone, este horrible crecimiento supone un tremendo fracaso de la educación.

Muchas voces corren ahora a echarle la culpa a internet y a las redes sociales. "¡Qué clase de niñas quedan con chicos mayores a través de Instagram!" Como si de toda la vida las adolescentes no hubiesen quedado con chicos mayores de su edad cuando aún internet no se había ni inventado.

Internet es el mal de todas las cosas. Es lo fácil. Siempre que la red salta a la primera plana del ojo público es por algo malo: estafas, robos, suplantación de identidad, violencia, sexo...

Los casos en los que la interconexión digital es noticia por algo bueno son una raya en el agua. Se olvidan con el siguiente virus, ataque cibernético o caso de phising que amenaza nuestra conexión.

El fracaso es de la educación recibida cuando a las puertas de una comisaría los familiares esperan a los sospechosos de una violación para aplaudirles, para jalear su puesta en libertad. ¿Qué les han enseñado a esos menores? O mejor dicho, ¿cuándo dejaron de enseñarles el mínimo respeto hasta el nivel más básico?. El que más nos separa de las bestias. Peor que los animales.

Como padre siento vergüenza. Educo cada día para que ninguno de mis hijos jamás tenga que enfrentar una situación similar. Para que entiendan que no son "malcriadas" por volver a casa "solas y borrachas", como decía tan tranquila la presidenta de la comunidad de Madrid, sino que viven en una sociedad libre y avanzada en la que no hay que tener miedo porque impera el sentido común y el respeto por los demás.

El problema es que me creen y cada día que pasa eso me da más miedo.

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