Ola de frío polar en la península Las incidencias continuaban ayer en el aeropuerto y en las carreteras

Los retrasos en Barajas desesperan a 45.000 personas y causan motines

  • Más de la mitad de los vuelos previstos para ayer fueron cancelados · El pasaje de dos aviones a Monteviedo y Buenos Aires se negó a bajar del aparato después de llevar 24 horas esperando

Dicen que al mal tiempo hay que ponerle buena cara. Pero si a las inclemencias meteorológicas les acompañan horas de espera en un aeropuerto, la única cara posible es la de indignación y enfado. Así es como se encontraron numerosos pasajeros en el aeropuerto de Barajas durante todo el día de ayer, en el que tuvieron que esperar nuevos vuelos que les llevaran a su destino tras las numerosas cancelaciones a consecuencia de la nieve. Además, varios vuelos vieron cómo sus pasajeros se amotinaban y se negaban a bajar del avión ante horas y horas de retrasos. Según Aena, más de las mitad de los vuelos previstos para el día fueron cancelados y el número de afectados ascendía a 45.000.

El aeropuerto mantuvo durante casi todo el día dos pistas abiertas para operar los casi 1.000 vuelos que se produjeron, aunque abrió una tercera a última hora de la tarde. Sin embargo, los retrasos fueron abundantes y largos, lo que provocó situaciones llamativas. Además, las cancelaciones producidas a consecuencia de la nevada del viernes dejaron un reguero caótico difícil de atajar y continuaron también ayer.

Madrid-Barajas contaba ayer con operar 985 vuelos programados. Sin embargo, a última hora de la tarde ya habían sido cancelados un total de 571, según explicó el director de aeropuertos españoles, Javier Marín. Además, un gran número de los que sí lograron salir lo hicieron con importantes retrasos.

Barajas vio cómo sus pasillos se llenaban de pasajeros que esperaban a que saliera su vuelo o recuperar sus equipajes. Una de las afectadas por las cancelaciones, procedente de Argentina, explicó que se dirigía a Tenerife, pero su vuelo fue cancelado el jueves y su maleta extraviada. Denunció que ahora se encontraba sin ninguna pertenencia y sin saber cuándo podría tomar un vuelo, además de no contar con información. "No puedo decir que me han tratado mal, simplemente me destrataron, porque nadie se hizo cargo ni se personó para decirnos nada", señaló.

Enrique, otro de los afectados que se dirigía a Canadá, explicó que ayer estuvieron "dando vueltas y esperando colas hasta las dos de la mañana" y señaló que, como era su primer vuelo y por tanto no estaba de tránsito, la compañía no se ha hecho cargo ni de la comida ni de ofrecerles un alojamiento. Además, opinó que el aeropuerto no suspendió los vuelos sólo durante cinco horas, tal y como informó Aena, sino que "estuvo cerrado todo el día". "Aquí hubo un caos muy grande, y se lió poco para lo que podía haber pasado", apuntó.

Finalmente, otra joven que esperaba sentada en el suelo de la terminal, explicó que ayer, tras ser cancelado su vuelo a París, había "colas para cambiar el billete y para coger las maletas", por lo que perdió un segundo vuelo. Ahora aguardaba otro con salida para hoy. "En el caso de que se vuelva a cancelar tomaremos medidas, porque no es justo", concluyó.

Miembros de la Unidad Militar de Emergencias distribuyeron 1.300 mantas entre los pasajeros que no habían podido salir del aeropuerto.

Los ánimos estaban caldeados y también en los propios aviones. Algunos vuelos que sufrieron retrasos vieron cómo los pasajeros se amotinaban, negándose a bajar hasta no lograr garantías. Los pasajeros de un vuelo de Iberia con destino a Montevideo desde Barajas se amotinaron dentro del avión tras un retraso de 15 horas. El vuelo ya había sido retrasado una vez, aunque muchas horas después los pasajeros fueron llamados de nuevo a embarcar. Sin embargo, una vez que ya habían ocupado sus asientos y después de casi dos horas de espera, el comandante anunció el desalojo del aparato, algo a lo que se negaron los pasajeros.

Este motín se produjo después de que los pasajeros de otro vuelo, en este caso con destino a Buenos Aires, se amotinaran también dentro del avión después de que el vuelo sufriera un retraso de más de 24 horas y la compañía quisiera desalojarles de la aeronave también por segunda vez. En este caso, según relataron, el comandante del vuelo argumentó que no podía despegar porque necesitaba descansar durante un periodo de diez horas y media. Sin embargo, los pasajeros decidieron no abandonar la aeronave hasta ser recibidos por personal de Iberia, lo que provocó la presencia de la Guardia Civil para tratar de calmar los ánimos del pasaje.

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