Huelva

Los delegados de Cruz Roja onubenses que tienden la mano a los países más difíciles

  • Frenar las crisis alimentarias, paliar la falta de agua potable o dar ayudas de primera necesidad son los objetivos que alientan a 121 delegados y delegadas de Cruz Roja Española desplegados hasta la fecha en 2022

Voluntario onubense de Cruz Roja.

Voluntario onubense de Cruz Roja. / M. G. (Huelva)

Llegar al sitio más remoto, mejorar su forma de vida, y cubrir las necesidades que puedan tener no sólo en situaciones de emergencia, sino en ámbitos como la salud, el acceso al agua o la erradicación de las desigualdades son motivaciones que conocen muy bien los delegados y delegadas de Cruz Roja Española, que dentro del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja tienen la capacidad y fortaleza de multiplicar su acción en apoyo a otras sociedades nacionales y comunidades, tal como va hacer el voluntario onubense Juan Manuel Belmonte, quien sólo unos días antes del 8 de septiembre, Día de la Cooperación Internacional, partió desde Huelva para trabajar como delegado de Cruz Roja en el Sahara.

Belmonte, que colabora desde hace años como voluntario de Cruz Roja Huelva, cuenta para realizar el mejor trabajo en misiones internacionales con formación de posgrado en Derechos Humanos y Desarrollo, así como en Derechos Indígenas y acceso a la tierra. Sus primeros pasos en la Organización fueron como voluntario en la Unidad de Emergencia Social (UES) y en los programas de atención a Asentamientos de Personas Migrantes, Teleasistencia, Formación del Voluntariado y Refugiados, pero a este trabajo interno suma una amplia experiencia fuera de nuestras fronteras como cooperante en Burkina Faso o Burundi.

Juan Manuel Belmonte se suma a Manuel Canelo, que ha participado en más de 20 misiones internacionales, Pepe Arenas, Domingo Perales o Carmen Vázquez, entre otros voluntarios y voluntarias de Cruz Roja Huelva que han trabajado en otros países, tanto para intervenir en misiones de emergencia como para participar y dirigir proyectos para mejorar las condiciones de vida de regiones del planeta en situación de dificultad.

Sus motivaciones y experiencias son iguales a las de los muchos cooperantes y delegados de Cruz Roja en otros países. Que “Cruz Roja llega al sitio más remoto, y a todas las personas” es algo que opina Estanislao, quien colabora en un proyecto de asistencia a migrantes en tránsito en Mali, Burkina Faso, Gambia, Níger y Senegal, “para mí, la cooperación está muy ligada a la empatía, y en el inicio sientes necesidad de formar parte de la solución a muchos problemas que te rodean, a nivel local, o internacional”, señala Estanislao, Tani entre sus conocidos, que comparte región de trabajo con Natalie, con un proyecto en el que también están involucradas la Cruz Roja Danesa y la Cruz Roja de Luxemburgo; ella, que empezó en la Cruz Roja Canadiense, comenzó esta aventura en busca de fondos para la ayuda humanitaria, y acabó con la Cruz Roja Noruega antes de la Española, por lo que a día de hoy asegura que bajo su experiencia “Cruz Roja es la mejor preparada y la que mejor ubicada está para trabajar con migrantes”.

En Níger, Zacarías vive como el país atraviesa una de las peores crisis de los últimos años, y lamenta que la producción agrícola disminuya porque la población no tiene acceso a sus cultivos por las incursiones de personas armadas, desplazamientos forzosos y, sobre todo, por la acusada y prolongada sequía. Frenar la crisis alimentaria y ayudar a más de 8 millones de personas, es su hoja de ruta, “les dotamos de alimentos, distribuimos kits de productos básicos, o agua potable, además de ayudas en efectivo, que respetan más su dignidad y cubren mejor sus necesidades”.

El abastecimiento de agua también es el leitmotiv de Edgar, que trabaja para asegurar agua, saneamiento e higiene en Sudan, uno de los países que más sufre el conflicto y el cambio climático, “aquí se sufre estrés hídrico, y las condiciones de agua y saneamiento empeoran, cuenta. El agua no llega a los estándares humanitarios, lo que provoca cólera, diarrea y otras enfermedades que afectan más a aún a menores y mujeres, los más vulnerables. Junto a la Cruz Roja Sudanesa, trabaja para el suministro de agua, la rehabilitación de la red para aumentar su cantidad, y la promoción de la higiene en escuelas y entornos familiares para su gestión sostenible.

En Sudán, Joana es quién coordina la implementación de estos proyectos para la población refugiada en el sur, y también el relacionado con el cambio climático, “es mi primer año, y es una experiencia muy enriquecedora, aprender de otros procesos y estar dentro del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, que es el primero en estar, y el último en irse.

Desde Burundi, Gonzalo también sigue la línea de la rehabilitación de fuentes locales, el saneamiento y la higiene, junto a la nutrición y la cohesión social; “la crisis alimentaria no está afectando mucho, pero el encarecimiento de precios, la inflación, sí, puesto que Burundi es uno de los países más pobres del mundo, por lo que la población está en malas condiciones alimentarias”.

Hasina también lamenta cómo la crisis alimentaria afecta a Haití, donde está de misión, “no tienen acceso a los nutrientes necesarios para mantener una alimentación saludable, tanto en cantidad como en variedad”, algo que le preocupa especialmente no sólo en el corto plazo, si no en el largo, “no poder comer cinco veces al día, especialmente los niños y niñas, significa un desarrollo no adecuado tanto físico como cognitivo si se mantiene de manera crónica”. Por eso, trabaja en ofrecer medios de vida a las personas y dotarlas, por ejemplo, de semillas con las que crear sus huertos, para que sean sostenibles en el tiempo, y estén capacitados cuando el proyecto termine y la población ya tenga sus propios recursos.

Precisamente, experto en medios de vida es Carlos, delegado en Ecuador, y quién ya lleva 16 años dedicándose a la acción humanitaria, casi por casualidad, pues es ingeniero agrónomo y enólogo, pero ver que la agricultura era un sector que no estaba apoyado lo suficiente en el plano internacional le hizo reaccionar. “No es sólo ayudar, hay que ser útil”, apostilla asegurando que “en Tanzania vi como Cruz Roja llegaba donde no lo hacía nadie, y eso para influenciar y motivar los cambios es fundamental”.

En todas partes, en todo el mundo, las vulnerabilidades se ceban con las personas que menos recursos tienen, y los colectivos en situación de desventaja. Desde hace 3 años, Carlos vive en El Salvador, donde es delegado de Cruz Roja ayudando a víctimas de la violencia, y con proyectos de empleabilidad para personas con discapacidad o migrantes, “la atención psicosocial es fundamental, y lo enlazamos conotros servicios de protección y empleabilidad para que puedan reconstruir su plan de vida”. A todas las personas se les atiende con un plan individualizado para que puedan insertarse en el mercado de trabajo por cuenta propia, o ajena, “me gusta ser delegado, trabajar en un contexto diferente al mío; me reta a trabajar con otras culturas y ver el mundo, además de conocer gente y viajar, y Cruz Roja siempre aparece en los momentos más importantes y de mayor necesidad de las personas”.

Con el mismo orgullo de pertenencia, se ha sumado hace un año a la misión en Palestina, Arnau, con un proyecto de gestión de la información, y siendo ésta su primera misión, “llevaba la gestión de datos y la información en el sector, pero poder ir allí, y aplicar conocimientos y experiencias adquiridas, así como ponerlas a disposición de las comunidades más vulnerables es mi motivación principal”, señala. “Ser delegado de Cruz Roja Española es un privilegio, y en el contexto con Palestina, junto a la Media Luna Roja que allí tiene capacidad para hacer rente a retos en Gaza o Cisjordania, también nos aporta a nosotros conocimientos técnicos y experiencias que fortalece nuestra Sociedad Nacional.

En Senegal, divulgando los derechos de la mujer, y formando y capacitando a entidades locales y gente joven está Tomás, “en un país donde la poligamia es positiva”, por lo que la cuestión de género es un trabajo difícil, “es un proyecto con un impacto a muy largo plazo, que quizá no veamos ni nosotros, pero necesario”. Está doctorado en relaciones internacionales, y desde hace 6 años se siente como “un actor con capacidad para decidir qué y cómo se hacen las cosas” que los países necesitados demandan.

Para quienes no forman parte del mundo de las delegaciones internacionales o las emergencias, Mónica, logista en Moldavia, explica que su papel juega un rol muy importante “es un pilar de las operaciones”. Llegó el 19 de marzo para reforzar el trabajo de la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja con la crisis de Ucrania; en estos tres meses la situación ha evolucionado mucho, “la ayuda que se ha estado dando principalmente ha sido en especie, productos de higiene o mantas”; sin embargo, “ahora el mercado funciona perfectamente, por lo que entregamos dinero en efectivo para que las personas puedan decidir qué comprar”.

Éste es un ejemplo de cómo la ayuda organizada es básica, “que todo el mundo sepa que si se canaliza, es más eficiente para quién lo necesita; no sólo basta con las buenas intenciones, sino que los recursos de transporte o almacenamiento y personal que requieren algunas operaciones no merecen la pena”, de ahí que aplauda las distribuciones en efectivo, que además movilizan la economía de estos países afectados por el conflicto armado, aunque no deja de remarcar que “al igual que viví en Grecia con el movimiento de población provocado por la guerra de siria, la oleada de solidaridad es inmensa”.

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