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La Guardia Civil y la maletas con pájaros de pico afrodisíaco

Uno de los carteles de 'Control de fronteras'

Uno de los carteles de 'Control de fronteras' / Discovery

Control de fronteras, un espacio español de DMax que es seguido en numerosos países por la admiración que despierta el trabajo de la Guardia Civil, regresa a los domingos (21.30) de DMax. El espacio producido por Crop no pudo grabarse en la pandemia porque no pueden seguirse los diálogos con participantes con mascarilla. Juan Antonio Domínguez, productor ejecutivo, explica cómo es seguir de cerca a los agentes.

–¿Este es el programa donde la rutina salta por los aires con quien menos se espera?

–Tenemos localizaciones donde nunca hay aburrimiento: en Cataluña, entre el puerto de Barcelona y el aeropueto de El Prat; enMadrid, el aeropuerto de Barajas;Y en el sur, en Algeciras y La Línea, donde de todo: inmigración, narcotráfico, tabaco...

–El Estrecho de Gibraltar, de forma inevitable, es un lugar caliente.

–Estamos también ahí con Vigilancia Aduanera, con Salvamento Marítimo. Hay un tremendo tráfico por mar, por tierra, y la relación que tenemos con Gibraltar es al menos anómala.

–¿Los guardias civiles ahí son guardametas que reciben veinte balones a la vez?

–Sería imposible atrapar todos los balones. Pese a que hay muchas medidas de vigilancia y de seguridad, vallas, cámaras, helicópteros, es complicado cazar todo lo que pasa por nuestras fronteras. Las fronteras tienen que ser permeables, por los viajeros, el comercio, pero hay que mantener el orden.

–¿Cuándo pudieron reanudar las grabaciones?

–Reiniciamos a finales de primavera. Cuando se ha restablecido la actividad en muchos puestos y dejaron de usarse las mascarillas. Todo fue paulatino, pero en este verano se ha viajado como si el mundo se fuera a acabar . Se dispararon los viajes y eso lo notamos en Barajas y El Prat. Ha habido más movimientos y más delincuentes, entradas de carnes, animales raros. Con el parón de covid tampoco hubo vuelos calientes y los malos no han podido traer cosas.

–¿Con qué se han encontrado?

–Por ejemplo , en una maleta llena de lámparas, en los tubos había enrollados medio millón de euros. Un dinero que siempre procede de la delincuencia. También hay casos de orientales que llenan las maletas de objetos de tecnología y que intentan colar para ahorrarse los impuestos. En ese caso tienen que demostrar que su mercancía ha sido comprada y abonar la cantidad de las tasas. Desde África llega mucha comida para consumo familiar y ha de destruirse por la listeria. Hay mucha falsificación De animales exóticos hay un ave china con el pico que dicen que es afrodisíaco y traen a los pajarillos en maletas con calefacción.

–¿Los agentes ‘huelen’ dónde está lo irregular?

–A lo barcos que llegan a Barcelona desembarcan furgonetas que llevan dentro coches desmontados, de alta gama, como si fueran piezas. Ahí hay un guardia, Magariños, que tiene una gran intuición por la experiencia de años.

–Un guardia salido de la academia lo tiene más complicado.

–Es una labor que cuaja con los años, al lado de los expertos. Los malos piensan todos los días y la Guardia Civil están en contacto con las policías de otros países para actualizarse en los métodos de los criminales. En el Estrecho localizaron con un carguero que en las zonas de entrada de agua, guardaba 300 kilos de cocaína.

–¿Cómo es la acogida de la serie en otros países?

–La policía turca nos pide los capítulos antes de que los emitamos, para su trabajo. La Guardia Civil es ejemplo de eficacia. Su máxima pretensión es servir al ciudadano, no al político, como son dirigidas en otros países. Control de fronteras gusta mucho en Italia, en Estados Unidos. Se ve en 200 países. Y los productores de este formato en otros lugares se sorprenden que lo incautado por la policía española se destruya y no se lo quede nadie por el camino, como sucede en otros países.

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