Hace un año varios dirigentes populares criticaron por frívola la presencia del líder socialista Pedro Sánchez en El Hormiguero. Se olvidaban entonces que fue Esteban González Pons, diputado valenciano, amigo de Pablo Motos, el primer político que acudió a este programa, entonces en Cuatro cuando era el Grupo Prisa la propietaria de la cadena. Desde esta reciente presencia de Sánchez, que originó algunos reproches sorprendentes desde el PP, dos dirigentes del partido del Gobierno han pasado por el programa, precisamente sus candidatas madrileñas: Cristina Cifuentes, en abril; y Esperanza Aguirre, en mayo, en vísperas de unas municipales que ella creía ganadas de sobra. Aguirre bailó por chotis y cantó una versión inglesa del ¿Dónde vas con mantón de Manila?

Al PP ya no le parece ridículo ir a El Hormiguero. Al contrario, de aquí a las generales de diciembre van a pasar varios miembros de la cúpula. O al menos ese es el deseo. Hoy visita el programa, "acude a divertirse", como presenta Motos, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. La número 2 del Gobierno acude al espacio de entretenimiento pocos días después de cerrarse toda fricción con Atresmedia y filtrarse el veredicto del último concurso de la TDT.

Esperanza Aguirre se benefició en su aparición en mayo de que la vieran 3 millones de espectadores por encima de Cifuentes, 2,4 millones y de Albert Rivera. El líder de Ciudadanos visitó el programa en enero y en junio, con 2,8 millones y 2,3 millones en cada una de sus apariciones. Sánchez, el que levantó la liebre, en este caso la hormiga, y que llamó a Sálvame sobre el Toro de la Vega mientras preparaba su aparición con Motos, congregó 2,7 millones. La entrevista, en horario informativo, al presidente Rajoy en la misma Antena 3, por Gloria Lomana, no llegó la semana pasada a 2 millones. El Hormiguero va a ser uno de los atriles más sonoros de la precampaña.