TV-Comunicación

TDT, ¿el apagón del cine?

  • No hay esperanzas para una cartelera de calidad y especializada en el horizonte

La efeméride que celebra los cien años del nacimiento de Kurosawa nos dio la oportunidad, el otro día, de escribir en la página de recomendaciones de películas en la tele sobre Yojimbo. También lo podríamos haber hecho de Los siete samurais, de Barbarroja, incluso de Madadayo o El perro rabioso. Son algunas de las películas del japonés que ahora emite TCM, un canal de la televisión digital de pago que, si nunca alcanzó el nivel de su versión norteamericana, al menos tuvo una cierta edad de oro a la europea antes de que la emisión de cine de calidad y riesgo fuese condenada a muerte en España (tras la fusión de las plataformas digitales y la desaparición de Cineclassics, canal faro de la cinefilia patria que en cierta medida se adelantó por poco a la revolución del consumo de cine vía internet). Y es que hubo una época, no tan lejana, en la que se podía recomendar a Renoir y a Eustache, a Rivette y a Ulmer en una misma semana de estrenos diarios. Hablamos, es preciso reincidir, de canales de pago, pero en una coyuntura en la que aún RTVE podía descolgarse programando un pequeño ciclo de Fassbinder, Satyajit Ray o del mismo Renoir, aunque fuera en copias que dejaban que desear y con los característicos subtítulos bastos y amarillos. De ahí hemos pasado a un erial catódico en el que ocasionalmente se programa una película interesante -moderna, contemporánea o clásica (aunque en este cajón, al menos, quepan muchos westerns)-, quedando el cine, sobre todo, para tapar huecos de programación (o la programación entera, pues esa parece a veces la intención cuando se atiende a algunos canales supuestamente especializados de la oferta de pago actual, excepción hecha de Cinematk, canal cuyo cierre se rumorea y que ha sobrevivido gracias a la entente con el fundamental sello de DVDs Intermedio, al que probablemente también arrastre).

Es indudable que el consumo de cine ha mutado, y que quien no participe de las ventajas de las descargas (legales o ilegales) de audiovisual en internet y deba contentarse con lo que las cadenas emiten, está, en la actualidad, fuera de juego, a merced de unas empresas, públicas y privadas, que sólo entienden de beneficios a corto plazo, ajenas a la verdadera variedad y a los réditos que pueda producir la sincera apuesta por los contenidos de calidad que educan la mirada y crean espectadores. En esa Italia que tanto nos gusta criticar existe el canal, público, que posiblemente mejor cine emita en todo el mundo (el tercer canal de la RAI, RAI Tre), mientras que franceses y alemanes aún pueden disfrutar de las emisiones de Arte. En España ahora llega el apagón analógico y no parece que entre los muchísimos canales que se han creado se vaya a emitir otra cosa que cine de saldo. No hace demasiado, Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco, apostaba por la creación de canales específicos… de deporte, claro, pues por lo visto hay un considerable número de personas que demandan ver hockey hierba, Taekwondo o tiro con arco no sólo cuando toque olimpiada. ¿Y no habría un huequecito para el cine, Paolo? No podemos soñar con que nos pongan en la TDT el último cine de autor filipino o la filmografía de Adolfo Arrieta, cosas que hace Rai Tre sin darse importancia, pero cuesta creer que, ahora que todo hijo de vecino consume más películas y series de televisión que nunca, la búsqueda de un canal que se tome en serio la historia del cine no pueda ser un negocio digno de ensayarse (aunque cueste más que un 24 horas voley-playa y con él se corra el intolerable riesgo de hacer pensar al televidente).

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