Carlos Tena y la 'Zorra' de Las Vulpes que originó el primer escándalo de la TVE de Felipe González
'Imprescindibles' dedica su entrega de este domingo en La 2 a Carlos Tena, crítico musical fallecido hace dos años
Paloma Chamorro, la transgresora exquisita
"Me gusta ser una zorra, cabrón", fue una de las frases de 1983, primer año completo del felipismo, tiempo de reformas, reconversiones y convergencias para entrar en el llamado aún Mercado Común. En aquella España los políticos se bregaban en el Congreso y los periodistas, en la calle y en las redacciones. No existía ni por asomo la intoxicación perpetua de hoy de pontífices televisivos a todas horas, sufragados por las fuerzas políticas de turno. El PSOE de Felipe González gobernanba con sus 10 millones de votos y su promesa de 800.000 puestos de trabajo, la cantinela de los años 80.
El felipismo quería tener controlada la pantalla (como harían todos los partidos con las cadenas públicas a su alcance) y paró las licencias de cadenas privadas hasta que en Europa se pusieron cansinos. TVE, apenas dos cadenitas, tenía que barrerse de caspa y estar a tono con los nuevos tiempos. En esas, en esos primeros pasos, se produjo el primer escándalo televisivo de entonces que acabó en el Congreso y luego en los tribunales. Todo por una "zorra", como la palabra que llevamos a Eurovisión el año pasado, antes de Melody.
Con José María Calviño, como primer director general del ente público que debía oxigenarse de estilo y de ideas, las parrillas echaron a andar con novedades. Una de ellas, que pasó más bien desapercibida, el contenedor matinal de los sábados destinado al público infantil. Ya se había quedado atrás Torrebruno (que pasó a las tardes) y entre los nuevos programas se ubicó un espacio musical, Caja de ritmos, que terminaría siendo el precursor de La bola de cristal y de Lolo Rico y Alaska. Al frente de ese fanzine televisado, con grupos desconocidos y una Movida que bullia sin que los señores grises se dieran cuenta de dónde había salido, se colocó al experto más alternativo y contestatario: Carlos Tena, el del Pop-Grama del UHF con Moncho Alpuente, que había pasado a Radiocadena, Ramón Trecet, llamado a ser la voz de la NBA, y Ángel Casas, que acabaría en el talk show entre TV3 y La 1.
En lo que fue el UHF, en La 2, precisamente, Imprescindibles dedica este domingo, a las 21.30, una semblanza al crítico musical fallecido hace dos años: Carlos Tena, el espíritu burlón de la música, dirigido por Raúl de Andrés. Aquel experto de barbas y discurso irónico era un comunista cautivo y desarmado. Entre otras figuras que pasaron por su Pop-Grama estuvo un Bob Marley, que fue entrevistado muy a gustito.
Un asunto era estar en el UHF por las tardes, que apenas se veía y cuando la gente de bien preparaba la cena con el Telediario, y otra llevar ese estilo a las mañanas de tradicional horario infantil entonces.
El programa Caja de ritmos que había sido estrenado una semana antes grabó a un grupo de chiquillas punk vascas, Las Vulpes, para que mostraran su repertorio. Entre sus bonitas serenatas estaba ese Me gustar ser una zorra, emitido el 16 de abril de 1983. Entre que no se les entendía bien y que a esa hora solo estaban niños ochenteros con mucha inopia en lo alto el programa pasó de largo. No había redes ni nada parecido como altavoz de lo que salía en la tele. Lo que aparecía en el televisor se lo llevaba el viento.
Como Prado del Rey estaba aún tomado por personal de los tiempos en blanco y negro, la canción apareció al cabo de los días y desde Alianza Popular, el PP como se llama ahora, clamaron al cielo por las blasfemias de las señoritas bilbaínas que rasgaban las guitarras con más voluntad que tino. Como la letra completa apareció en todos los periódicos, cuando casi nadie la había entendido cuando se emitió, aquello pareció mucho más grave. Terminó en manos del Fiscal General del Estado, exigiendo de todo contra Carlos Tena y el director de RTVE, por escándalo público, por atacar así a los menores españoles de 1983. ¿Es que nadie piensa en los niños?
Me gusta ser una zorra habría pasado totalmente al olvido, como interpretación chunga que era, pero se ha convertido en un símbolo mayor por un descaro que parece sonar más a cosas de hoy. Carlos Tena sería absuelto de los cargos de escandalera y depravación.
Calviño fue presionado para que se cargara el programa, que terminó su trayectoria en julio, cuando los niños animados por las musiquitas de garaje estaban de vacaciones. Carlos Tena dimitió y, a fin de cuentas, se exhibió su cabeza. El inmovilismo le iba dar mucha guerra a Guerra, zar de Prado del Rey. Había que enterrar la primera polémica de aquella nueva TVE que ya daría más páginasde atrevimiento para que las almas españolas se serenasen al compás de los tiempos. Y en ese franja de la guagua de los sábados terminaría recalando los propios héroes de la Movida en aquello que se llamó La bola de cristal y que estuvo un cuatrienio enjuagando la franja.
¿Y qué pasó con Carlos Tena? Se marchó a su UHF, a la Segunda Cadena, donde dirigió su programa a un público juvenil y también mas adulto con Auan-ba-buluba-balam-bambú. En otras cadenas europeas terminó siendo un formato de referencia y RTVE fue reconocida por el riesgo y originalidad del nombre de marras para un espacio donde los músicos eran los reyes. En aquella misma cadena, con espíritu de medianoche, también coincidió La edad de oro de Paloma Chamorro. Buen nombre para aquellos años televisivos, cuando no existían los tertulianos y los políticos se dedicaban a hacerse la vida imposible en los foros de la política.
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