"Yo ya hice todos los personajes grises y siniestros posibles"
Mariano Peña. Benito Benjumea en 'Allí abajo'
Antena 3 estrena la comedia grabada en Sevilla sobre los tópicos vascos y andaluces. El onubense encarna a un peculiar paciente del hospital.
Allí abajo ve hoy la luz en Antena 3. Una esperada comedia que viene a sacar de nuevo a la palestra los encuentros y desencuentros del Sur con el Norte. Tópicos andaluces y vascos reunidos con humor en el universo de un hospital sevillano. El palacio de Monsalves es el escenario reconvertido para esta serie de Plano a Plano (El Príncipe) que cuenta con el actor onubense Mariano Peña que pasa así del iracundo Mauricio Colmenero a ser el remilgado Benito Benjumea, paciente 'ilustre' del hospital.
-Bienvenido a su casa ¿no?
-Me ha venido muy bien que esta serie se grabe en Sevilla. Entre las funciones de teatro en Madrid, que me agotan, Allí abajo me ha permitido estar cerca de mi familia. Y eso no suele ocurrir en este trabajo.
-¿Hay diferencias a grabar en Sevilla respecto a Madrid?
-No, para mí es lo mismo, porque además muchos profesionales te los ves en Madrid o en Sevilla. Lo que no es un tópico es que en los equipos de las series se forman auténticas familias, como esta.
-¿Cómo lo han llevado los actores vascos, ya que los interiores, como la taberna, también se graban en Sevilla?
-Los actores vascos se han sentido, y se sienten, muy a gusto en Sevilla. Con las semanas se han ido integrando de una manera que os sorprendería.
-¿Y ha habido piques entre andaluces y vascos en el rodaje?
-Nada, nada. Ni un mal comentario. Todo lo que se ridiculiza de una y otra parte es sólo ficción.
-¿Cómo es don Benjumea, se parece a Mauricio Colmenero?
-Aunque quieras distanciarte de un personaje, tu voz y tu cuerpo están ahí. Te ayudas con prótesis para distinguirte en el rostro, pero es normal que el público busque comparaciones. Benjumea tiene más clase que Colmenero, por supuesto. Es un señor de abolengo, de buena cuna, que representa la Sevilla clásica, un poco señorito. Pero para quitar hierro le pongo un ceceo artificial, forzando el castellano, rompiendo el plural, "las gafa...", "buenos día"... Benito Benjumea en el fondo es un pobre hombre que busca en el hospital la compañía que no encuentra fuera.
-¿Los rasgos toman referencia de algún aristócrata?
-Me dicen que me parezco a Jaime de Mora, pero no, no ha sido la intención por mi parte. Intento coger de muchos personajes de la calle, pero no caricaturizar a nadie en concreto.
-¿Y es cofrade su personaje?
-No, no dice si pertenece a alguna cofradía. Alude a la Macarena, pero por ahora no bromea con el mundo cofrade.
-Cambia Paco León por su hermana María...
-Con ella he trabajado otras veces. María para mí es como estar en casa. Es tan positiva, tan cariñosa. Lo hace todo más fácil.
-¿Cómo arrancan sus tramas en este hospital?
-Tengo mucha trama con mi escudero, con el enfermero que encarna Salva Reina (el furtivo de La isla mínima). Al estar en el hospital enjaulado, necesita alguien que le traiga cosas del exterior. Y no son cosas que precisamente le vengan bien: chacinas, alcohol, tabaco...
-¿Se identifica algo, aunque sea un poco, con su personaje?
-Hombre, yo también me siento romántico, elegante. Pero somos bien distintos.
-¿Qué le parece ir tan de persona mayor en esta serie?
-Me va. Estoy acostumbrado. Desde los 20 años llevo haciendo de señor de 60 años. La gente se asombra cuando me ve más joven por la calle, con mi tipín, mi ropa, sin el pantalón sobaquero de Colmenero.
-¿Le apetecería volver al drama y dejar tanta comedia?
-Pues me apetece, porque siempre quieres hacer otra cosa. Pero yo ya hice todos los personajes grises, atormentados, siniestros y asesinos posibles. Y entonces me quejaba y me reclamaba como un tipo con vis cómica. Resultado: llevo nueve años sin poder despegarme de la comedia.
-Tras Aída ha regresado al cabo de un año a la tele. ¿La echaba de menos?
-No me ha dado tiempo a echarla de menos. El ritmo frenético sigue para mí en el plató y en el escenario. Me prometieron que don Benjumea iba a entrar poquito a poco en Allí abajo, y así será. Me gusta así disfrutar más de mi trabajo.
-¿Pero no le pesa tanta representación en Madrid?
-El trabajo no me pesa, pero en el caso de Priscilla me obliga a estar en un ritmo físico que para mí se queda ya que el elenco ronda los treinta años y tengo que cantar y bailar... Nunca he tenido que hacer gimnasia, y con las ocho horas de ensayo que tenía en el teatro, perdí todos los kilos que me sobraban.
-¿Se llevó algo de Aída?
-Sí, en mi casa tengo el bigote de Colmenero, su anillo y un cenicero del Bar Reinols.
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