Toros

El Capea cuaja en la plaza México una actuación firme y de profunda torería

  • Los matadores mexicanos Luévano y Juan Chávez, aunque se fueron de vacío, estuvieron por encima de sus toros

El diestro español Pedro Gutiérrez Lorenzo "El Capea" ha tenido una actuación muy firme y de profunda torería, cortó una oreja y fue el triunfador de la décima quinta corrida de la temporada 2009-2010 en la Monumental Plaza México.

El torero salmantino alternó con los matadores de toros mexicanos José María Luévano y Juan Chávez que, aunque se fueron de vacío, estuvieron muy por encima de las condiciones de sus respectivos astados.

Con una entrada de unos seis mil espectadores y ligero viento, se lidiaron seis toros de la ganadería de "La Punta", desiguales en presentación y dieron pocas posibilidades para el éxito. El primero malo y con peligro, segundo y tercero más nobles pero muy parados, el cuarto empezó mal, cambio al principio con la muleta y terminó con peligro sordo, el quinto y el sexto, sin dar oportunidad al lucimiento.

Luévano, con el que abrió plaza, se la jugó en serio ante un toro muy complicado y mucho peligro, fue cogido sin consecuencias y siguió con valor y ánimo. Mató de estocada, petición de oreja no concedida y vuelta al ruedo. Con el quinto, el más toro, también estuvo valiente y bien, pero el público muy intransigente sin ver las dificultades de la res. Mató de estocada baja. División de opiniones.

"El Capea", que tiene buena racha en la plaza más gtrande del mundo, ha tenido una labor muy firme con su lote. Al segundo le sacó la faena a base de estar con los pitones en los muslos, toreó con temple y calidad. Mató de estocada y fue premiado con una merecida oreja. Igualmente con el quinto, que no permitía nada, estuvo firme, sin dudas y torero sin ser entendido por el público. También mató de estocada y fue ovacionado.

Chávez, como sus alternantes, muy animoso, con deseos de estar bien y lo estuvo ante las pocas posibilidades de sus enemigos, tercero y sexto. Al primero lo mató de estocada, petición de oreja y saludos desde el tercio con ovación. Con el otro, sin clase y sin nada, siempre en la pelea y en lucha. Lo mató pronto y escuchó aplausos.

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