Toros

Confirmación de Javier Cortés en una función aburridísima

  • El madrileño no aprovecha el mejor lote · Uceda Leal pasa el trámite y El Capea, desafortunado · Encierro de pésimo juego, salvo el primer toro, muy noble

GANADERÍA: Cuatro toros de Antonio Bañuelos y dos de Osborne -segundo y quinto-. En presentación, desiguales; y de pésimo juego, a excepción del primero, muy noble, y el sexto, con varias arrancadas aprovechables. TOREROS: José Ignacio Uceda Leal, de corinto y oro. En el segundo, estocada (saludos). En el cuarto, pinchazo, estocada y un descabello (silencio). Pedro Gutiérrez 'El Capea', de carmesí y oro. En el tercero, bajonazo (protestas). En el quinto, pinchazo hondo y dos descabellos (protestas). Javier Cortés, de grana y oro, que confirmaba alternativa. En el primero, media y descabello (saludos). En el sexto, estocada y descabello (saludos). Incidencias: Plaza de Las Ventas. Sábado 8 de mayo. Casi lleno.

El espectáculo de ayer -¡qué espectáculo!- resultó un auténtico desastre. Saltaron cuatro reses de Antonio Bañuelos y dos -segundo y quinto- de Osborne. Por tanto, Bañuelos no pudo tomar antigüedad al no lidiar su corrida completa, ya que en el reconocimiento le rechazaron dos toros. Encierro con muchas carencias en presentación y que fue un fiasco en juego.

La función transcurrió entre el tedio y las protestas, justificadas, del respetable. De los toreros, el más animoso fue Javier Cortés, que confirmó en Las Ventas en una tarde que resultó tan gris como el cielo madrileño. Cortés parece un torero rodado, pese a que tomó la alternativa el pasado febrero. Apunta maneras, tiene valor y, entre otras de sus virtudes, engancha bien al toro en los muletazos y baja la mano. Pero le faltó mayor consistencia ante el mejor lote.

Javier Cortés salió vivo de milagro tras una cogida en el epílogo del festejo. El sexto toro, bajo, de generosa cornamenta, enganchó al torero cuando el madrileño le metió la espada. Afortunadamente no llegó a herirle, pese a que le buscó en la arena y le lanzó un hachazo al cuello que pasó a escasos centímetros. Cortés peleó con criterio ante el mansísimo astado, que tuvo unas buenas embestidas en el comienzo de faena. Allí, en las rayas, el torero hilvanó una serie con la diestra de muletazos mandones. Pero todo se diluyó al rajarse el toro.

El primer toro no daba la impresión de que estuviera a tan sólo cinco kilos de los 600. Lejos de ser un elefante, tenía buenas hechuras y tantas arrobas de nobleza como de peso. Fue el único potable del desastroso encierro. Cortés, en su faena de confirmación, no le cogió el aire al toro, que acusó una tremenda voltereta. Hubo exceso de enganchones. Únicamente consiguió una serie con ligazón con la diestra al comienzo del trasteo y otra con la zurda cuando llegaba al epílogo.

José Ignacio Uceda Leal pasó sin más el trámite con un lote sin transmisión. Se las vio en primer lugar con un osborne cinqueño, tocado de pitones, que fue a menos y el trasteo resultó insulso. El cuarto, al que apenas pegaron en varas, no se tenía en pie y la labor resultó anodina, sin emoción alguna.

Pedro Gutiérrez El Capea estuvo desafortunado en su lote. No quiso saber nada de su primer astado, sin trapío y que se tapaba algo por la cara. Lo despachó de horrendo bajonazo. El quinto, un animal muy protestado, alto, con una buena arboladura, se defendió de inmediato. La cuadrilla de El Capea dio un mítin en banderillas y el matador no tuvo opción con una porquería de toro, que se echó al comenzar el trasteo.

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