Toros

Fandiño, con poso, y Padilla, muy entregado, por la puerta grande

La seria corrida de Fuente Ymbro, de juego desigual, dio opciones para elevar el nivel artístico en lo que supuso el penúltimo festejo de los Sanfermines, en una jornada que pudo enlutarse por la mañana, con ese taponazo de miedo en el que los toros se encontraron con una legión de mozos, que no podía acceder a la plaza, por el error de una portón abierto, que cortaba la entrada. De otra manera, con alegría y otro cantar se vivió lo aconteció por la tarde en el ruedo, del que Juan José Padilla e Iván Fandiño salieron en hombros, entre tanto lo hacía a pie Miguel Ángel Perera, que se enfrentó al peor lote.

Padilla fue recibido con el cántico "Illa, illa, illa, Padilla maravilla", que le acompañó a lo largo de su actuación. El diestro derrochó un pundonor y una vergüenza torera encomiable, recibiendo a su lote con hasta cinco largas de rodillas. Con el cinqueño primero, musculado, enorme y largo, al que banderilleó de manera desigual, realizó una faena bullidora y heterodoxa, con toreo de rodillas y desplantes, que enloqueció al mocerío.

Al cuarto, el mejor ejemplar del encierro, noble y con calidad, Padilla lo banderilleó con acierto. Realizó una primera parte de faena con un toreo ortodoxo, en el que dibujó buenos muletazos por ambos pitones. Tampoco faltó toreo de hinojos y desplantes, que fue lo que más ovacionaron sus partidarios. Y mató de estocada, en la que se tiró a ley y de cuyo embroque salió maltrecho. Fue premiado con una oreja. El público solicitó con fuerza la segunda, que denegó la presidencia, abroncada, entre tanto daba dos vueltas al ruedo, besando un puñado de arena del ruedo, tras haber ondeado una bandera pirata, enseña ya de este pirata jerezano, ídolo en Pamplona, que se colocaba la mano en el corazón, mientras escuchaba gritos como "¡Tú si que vales!".

Miguel Ángel Perera, con el peor lote, dio un nivel superior ante su segundo oponente, un sobrero del mismo hierro, jabonero claro, con aspereza, al que se impuso en una faena larga, aplicando una gran dosis técnica. Una labor que comenzó con muletazos iniciales por la espalda y que emborronó con la espada.

Con el serio segundo, de 610 kilos, que se vencía en exceso, Perera no llegó a encontrarse a gusto y, pese a que mató al primer envite, fue silenciado.

Iván Fandiño ganó su salida a hombros por una faena sólida. Con el melocotón tercero, de gran trapío, noble y justo de fuerzas, el diestro vasco realizó una lidia marcada por el aplomo y la profundidad. Comenzó con muletazos por la espalda. Con la diestra, con la ligazón como virtud, dibujó muletazos despaciosos. En la siguiente, los pases fueron largos y templados. Por el izquierdo, también hubo naturales interesantes, aunque por este pitón no alcanzó la misma intensidad. El epílogo, con unas bernadinas ceñidísimas, fue de infarto. Entró a matar con decisión, enterrando el acero arriba y cortando dos orejas.

Con el sexto, un toro descoordinado y de feo estilo, Fandiño se esforzó por agradar y se la jugó en varios pasajes.

Juan José Padilla, con una entrega desbordante, e Iván Fandiño, que cuajó una gran faena con aplomo, salieron a hombros del coso pamplonés entre una oleada de entusiasmo. Y para hoy, aguardan como broche final, con el recuerdo de un dramático encierro, los inquietantes toros de la legendaria ganadería sevillana de Miura.

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