Un torero se abandona cuando deja de sentir su cuerpo. Abandonarse lleva a un estado de evasión. Se pierde la noción de lo que embiste delante. Entonces el artista le puede al hombre. Con su corbata repleta de símbolos de la hermandad pirata -tiene guasa- y su parche en el ojo dañado por la cogida del año pasado en Zaragoza, Juan José Padilla refirió el concepto del abandono del torero nada más subir al ruedo improvisado que se instaló en el Bulevar para celebrar uno de los actos de promoción de la Fiesta más espectaculares que se puedan relatar. Porque Padilla, después de darse un auténtico baño de cariño de las más de 600 personas que se congregaron en torno a la plaza de toros simulada, cogió uno de los capotes de brega y explicó: "Cada cual coge el capote a su manera, luego sale el toro, tienes que medir su embestida y, si estás a gusto, te abandonas". Pues eso, que Padilla y Finito se abandonaron y dieron lo mejor de su torería cuando vieron la cantidad de gente que se había congregado en el Bulevar para ver sus clases de toreo de salón, en un evento organizado por la empresa Chopera para promocionar la Fiesta y la Feria de Mayo.

Primero toreó Padilla. Cogió el percal cerca de la esclavina y cuál fue la sorpresa de los espectadores y de los más de 30 periodistas que acudieron a la cita que Finito hizo de toro al jerezano. La imagen, inédita, pasará a la historia porque luego se repitió con Padilla embistiendo al Fino, que se rompió en una serie a la verónica rematada con una media de cartel. A esas alturas aficionados, no aficionados, niños y aspirantes a torero no daban crédito al hecho de que los dos maestros se recrearan en la suerte de esa forma. Ambos torean el próximo 20 de mayo en Los Califas junto a El Fandi y animaron a acudir a la cita con la Fiesta: "Nos llena de orgullo estar aquí porque sois el futuro del toreo", coincidieron los dos diestros. Y tras la exhibición con el capote, se abandonaron con la muleta. Padilla empezó doblándose por bajo. A Finito le pidieron el natural. Momentos como esos llevan a pensar que el toreo no acabará nunca porque hasta sin toro tiene sentido, formas, composición, compás.

La complicidad entre ambos se convirtió en la gran aliada de la tarde porque cuando ya había terminado su exhibición, Padilla, que llevaba un micro inalámbrico incorporado, se dedicó a aconsejar a la veintena de chavales de la Escuela Taurina del Circulo taurino de Córdoba, decana de las instituciones de enseñanza de la Tauromaquia en España. "Coge la muleta, acompaña la embestida, despacio, despacio, y abandónate". Es la palabra clave: abandonarse es lo que buscan todos los toreros para no pasar miedo, para sentirse, para realizar la faena soñada. Otro niño insistía en que "tengo una vaca en Belmez para torearla cuando quieras". Padilla le respondió que sí mientras componía la figura de otro de los novilleros.

Finito y Padilla se hincharon de firmar carteles, muletas, capotes y posaron en decenas de fotos porque aparte de torear al viento a su aire se habían abandonado y el habitual pudor de las figuras del toreo se disipó cuando se dieron cuenta de que actos como el de ayer organizado por la empresa Chopera son fundamentales para demostrar lo viva que está la Fiesta y el acervo cultural que presenta. "Hay que tener afición y voluntad para ser torero", remacharon ambos, que dijeron sentirse encantados ante tal manifestación de admiración.

En el fondo todo fue un juego. Como dijo Finito, quien recordó que hace poco estuvo en un colegio hablando de toros y toreando con los alumnos, "es muy importante que se vuelva a jugar al toro como hace 20, 30 ó 40 años". Padilla manifestó que cuando a un torero le ha ocurrido lo que a él "estas demostraciones de cariño son fundamentales para seguir adelante". La tarde terminó y más de uno se fue toreando por las calles recordando los compases del ya popular Orobroy, una composición que se ha convertido en toda una banda sonora del toreo.