Toros

Firmeza y calidad de Paco Ureña

  • El murciano, que se juega la vida ante su primer astado, corta una oreja a su segundo toro tras una bella faena Manuel Escribano e Iván Fandiño se marchan de vacío

sexta corrida de la feria de san isidro de madrid Ganadería: Se lidiaron cinco toros de El Torero y uno de Torrealta, el quinto. Encierro dispar en presentación y juego. TOREROS: Manuel Escribano, de berenjena y azabache. Pinchazo y estocada caída (silencio). Media (silencio). Iván Fandiño, de caña y oro. Media y descabello (silencio). Media y dos descabellos (pitos). Paco Ureña, de malva y oro. Pinchazo arriba y estocada (saludos tras ovación con leve petición de oreja). Pinchazo arriba y estocada (oreja). INCIDENCIAS: Plaza de toros de Las Ventas. Miércoles 11 de mayo de 2016. Tres cuartos de entrada. Lluvia. A partir del tercero, el piso de plaza se convirtió en un lodazal. Iván García saludó tras banderillear al cuarto toro.

La climatología, con esa lluvia persistente que cae en media España, amenazó hasta el último momento con una probable suspensión del festejo previsto en Las Ventas.

Pese a las previsiones y que había llovido con fuerza en las horas previas, a las siete de la tarde, Manuel Escribano, Iván Fandiño y Paco Ureña iniciaron el paseíllo en esta sexta corrida de la Feria de San Isidro en la que el triunfador fue Ureña, quien cortó una oreja al sexto toro y tuvo una gran actuación, con firmeza ante su primero y toreo de calidad en el sexto. Estuvo por encima de un lote muy dispar. Con una firmeza absoluta, plantas asentadas y colocación de verdad, se impuso al complicado tercero en medio de un diluvio. Ureña, que toreó bien a la verónica, pese a que el toro no se entregó, realizó una faena importante, acompañada de olés, en la que con la diestra dibujó muletazos de muy buen trazo y mano baja y con la izquierda aguantó tarascadas sin inmutarse, robando naturales. En el epílogo, con el toro totalmente dominado, dibujó bellísimos derechazos a pies juntos. En la suerte suprema pinchó arriba. Luego, mató de estocada. Llovía. Y el público, resguardado bajo los paraguas, increíblemente apenas si solicitó con un puñado de pañuelos el trofeo. El balance quedó en una fuerte ovación.

El sexto, descarado de pitones y sin cuello, se dejó pegar en varas. Embistió bien, aunque fue a menos. Con seguridad, Ureña toreó con gran calidad y suavidad en medio de un lodazal. Junto a tablas, comenzó con dos derechazos espléndidos. Con la diestra hilvanó una serie con ligazón, con pases despaciosos. Y dando esa media distancia que recordó a Antoñete, embarcó desde lejos en otra al toro, que a partir de ahí acortó su recorrido. El lorquino, con armonía, se marcó otra serie al natural a pies juntos. En el cierre rememoró nuevamente a Chenel, con una preciosas trincherillas. El respetable, que ovacionó la obra constantemente, estaba rendido, entregado y dispuesto a sellarle el pasaporte de la Puerta Grande, que en la pasada Feria de Otoño no se lo entregó, como ayer... por el fallo a espadas. Ureña pinchó antes de una estocada definitiva y todo quedó en la concesión de un trofeo.

Manuel Escribano, que contó con el mejor lote, no convenció a la afición madrileña. En el primero, le gritaron "¡Escribano, esto no es Sevilla!", reclamándole por la colocación ante un ejemplar de buenas hechuras, con movilidad y noblón, que embestía mejor por el pitón derecho. El gerenense, fácil en banderillas, realizó una labor correcta, pero sin intensidad y que comenzó con muletazos por la espalda.

Ante el enorme cuarto de la tarde, de 580 kilos, Escribano casi mata a media plaza de un infarto cuando en el tercer par de banderillas, al quiebro y por dentro, apuró tanto que el toro estuvo a punto de pegarle una cornada de órdago. De nuevo, con un animal noble, su discreta faena, que comenzó con estatuarios, no alcanzó vuelo.

Iván Fandiño no tuvo opciones de lucimiento ante un mal lote. Con el cinqueño segundo, protestado por sus hechuras -recortado y feo-, el diestro vasco no pudo lucirse en una faena en la que el toro salía de los pases con la cara por las nubes o bien derrotando.

El quinto, bajo, de pinta carbonera, se defendió desde el primer muletazo, topando y dando hachazos. Fandiño cortó de inmediato tras probarlo y el público pitó al torero.

El espectáculo, pese al mal estado del piso de plaza y de la lluvia, quedó enmarcado por el resplandor de la actuación más importante hasta el momento de esta Feria de San Isidro, a cargo del murciano Paco Ureña.

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