Toros

Galdós firma los mejores capítulos

decimonoveno festejo de la temporada en sevilla Ganadería: Novillada de Guadaria, en conjunto bien presentada y de juego dispar. Los mejores novillos en comportamiento fueron primero, cuarto y sexto, aplaudidos en el arrastre. TOREROS: Francisco José Espada, de azul y oro. que hacía su presentación. Entera (saludos tras ovación). Pinchazo sin soltar, estocada y dos descabellos (saludos tras ovación). José Ruiz Muñoz, de verde y oro. Pinchazo y entera (silencio). Estocada (silencio). Joaquín Galdós, de rosa y oro. Entera desprendida (vuelta tras petición). Pinchazo y entera (oreja tras aviso). INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Maestranza. Domingo 7 de junio de 2015. Un tercio de entrada. En cuadrillas, destacaron picando Victoriano García y Leiro y en banderillas Raúl Adrada.

El novillero limeño Joaquín Galdós, de 19 años, que debutaba ayer en la Maestranza, firmó los mejores capítulos de una función novilleril de la Maestranza en la que se lidió un encierro desigual de Guadaira.

Este Galdós, con prosa firme y trazo templado en sus muletazos fue ovacionado y aplaudido a lo largo de su actuación, consiguiendo el único trofeo del festejo. Al tercero, de juego manejable, no lo pudo torear con la capa, pues se frenaba. El peruano, con las ideas claras, lidió bien y sacó partido al astado sin hacerse pesado -¡Noticia en estos tiempos de faenas interminables!-. El novillo propinó un tremendo batacazo al piquero Felipe López cuando giraba con el caballo para citarlo. En los medios, el diestro realizó una faena medida en la que prevaleció el temple. Así, destacó en una serie diestra y otra con la zurda, rematada con un afarolado y un pase de pecho. A base de consentir al novillo, que no era boyante, se impuso con buenos y bellos naturales. Se tiró con fe y enterró la espada, desprendida. Dio una merecida vuelta al ruedo, tras petición.

El sexto, un novillo largo y mugidor desde el tercio de banderillas fue bien picado por Leiro y banderilleado con brillantez por Raúl Adrada, Joaquín Galdós apostó fuerte en una faena en los medios que brindó a su familia. Comenzó en la misma boca de riego, con dos estatuarios en los que el novillo acudió desde muy largo -en el segundo esquivó con reflejos una colada-. Tras una serie vibrante por la ligazón y el temple se arrancó la música. En otra, hubo ajuste. Con la izquierda, por donde el novillo se quedaba corto, extrajo otra serie corta meritoria. Luego, utilizó recursos, como cambios de mano para continuar hilvanando muletazos y mantuvo la atención del público con circulares invertidos y un cierre con ayudados, ya con el astado parado. Mató de pinchazo y estocada entera y escuchó un aviso al dilatarse el trasteo. El público solicitó el trofeo, probablemente por el conjunto de su actuación. En esta ocasión, la presidencia concedió la oreja.

El resto del espectáculo bajó muchos enteros. Francisco Javier Espada, que también hacía su presentación en el Coso del Arenal, contó con un buen lote. Con el llamativo jabonero que abrió plaza, astifino, que acometió con movilidad y nobleza y fue a menos, realizó una labor larga y correcta, de muchos muletazos, pero carente de profundidad. Lo mejor, la estocada.

Con el cuarto, cornidelantero, largo, que acometió bien tras la capa, Espada jugó muy bien los brazos en airosas verónicas. Bien Victoriano García en dos puyazos medidos. El animal llegó con movilidad, repetición, nobleza y humillación al último tramo en el que Espada realizó una faena desigual, con momentos intensos y pasajes sin apenas emoción. En los medios comenzó bien con la derecha, con dos series con ligazón. Luego, acortó las tandas y la labor perdió gas, como el novillo. Cerró con circulares y un arrimón. Y no estuvo acertado con los aceros.

José Ruiz Muñoz se estrelló con el peor lote. En su primero, descastadito, Galdós logró lo mejor en un quite por chicuelinas. Ruiz Muñoz no consiguió dar con las teclas del complicado animal en la muleta, que por el pitón derecho se metía y acometía mal por el izquierdo.

Con el quinto, ¡un toro en presentación!, pero que resultó manso, noblón y huidizo y que se rajó de inmediato, el trasteo de Ruiz Muñoz duró un suspiro.

Sin duda, la tarde tuvo acento peruano. Nuevamente. Porque los aficionados todavía rememoraban la gran talla que dio otro limeño, Roca Rey, el pasado jueves. En esta ocasión, nos encontramos con un Galdós que firmó los mejores capítulos de la entretenida función en la Maestranza.

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