Toros

Gallo recupera la importancia de la vuelta al ruedo en Las Ventas

  • El diestro salmantino destaca en un festejo en el que los andaluces Salvador Vega y Oliva Soto son silenciados · El encierro de Martín Lorca, bien presentado

GANADERÍA: Toros de Martín Lorca, el tercero con el hierro de Escribano Martín, bien presentados, uniformes y con cuajo, nobles y con calidad, aunque ciertos condicionantes impidieron que algunos no acabaran de romper. Extraordinario el lote de Vega, a pesar de que el primero acabó pidiendo tablas; el cuarto, ovacionado, fue de lío gordo, rompiendo mucho por abajo; el segundo tuvo temple, sin embargo, poca profundidad, como el quinto, éste más parado; el tercero, el único que sacó agresividad; y el sexto tuvo movilidad, prontitud y codicia, si acaso le faltó humillar más. TOREROS: Salvador Vega, estocada habilidosa (silencio); y seis pinchazos y dos descabellos (silencio tras aviso). Eduardo Gallo, pinchazo y estocada (vuelta tras petición); y pinchazo y estocada fulminante (vuelta tras petición absolutamente mayoritaria). Oliva Soto, media, dos pinchazos y siete descabellos (silencio tras aviso); y pinchazo y otro hondo (silencio). Incidencias: Plaza de toros de Las Ventas. Un tercio de entrada en tarde de nubes y claros, y con rachas de viento cada vez más frío.

El diestro Eduardo Gallo dio dos vueltas al ruedo en Las Ventas, una en el segundo y otra en el quinto, ambas con sabor a triunfo, recuperando así la importancia de la vuelta al ruedo en esta plaza cuando el reconocimiento de las orejas no se materializa por la falta de criterio en el palco.

En juego las posibles sustituciones para la inminente feria de San Isidro, donde no están anunciados ninguno de los tres que toreaban hoy. Muy previsible que Ángel Teruel no pueda acudir a su anunciada confirmación, el día del Patrón, martes, 15, al no estar recuperado de la terrible cornada que sufrió en la cara el pasado 8 de abril en Arles. Sustitución que esta vez se ha ganado a ley Eduardo Gallo.

Por disposición y capacidad en todos los órdenes, la actuación de Gallo debió resolverse en la Puerta Grande. Así como suena. Desde luego si mata a la primera en los dos de su lote, el presidente no hubiera tenido más remedio que darle las orejas de salvoconducto. Así y todo hubo petición más que suficiente en ambos, sobre todo en el quinto.

Pero hay que tomarlo como una cuestión de simples despojos. Lo verdaderamente importante han sido, en su primero, el ramillete de hermosas verónicas a pies juntos, y ya con la muleta, el temple y la formidable compostura en el toreo fundamental. Un toro noblón pero de escaso motor, y ahí estuvo el mérito del salmantino, imprimiendo profundidad a la faena.

En el quinto recetó igualmente Gallo buenos lances en el recibo. El animal, muy aplomado, obligó a un toreo más espaciado, no obstante, de mucho aroma, muy encajada la figura del torero, siempre en terrenos muy comprometidos y sin inmutarse, engánchándole por delante para llevarle muy despacio y hasta muy atrás. El entusiasmo en el tendido fue grande. Y la vuelta al ruedo después del pinchazo previo a la estocada definitiva fue de clamor.

Falló el presidente, sin sensibilidad, queriéndole quitar a Gallo el salvoconducto para San Isidro. Pero ahora tiene la palabra la empresa para arreglar la injusticia. Gallo debe torear la primera sustitución que se produzca en la feria que comienza el jueves.

En situaciones bien distintas quedaron los otros dos alternantes. La primera faena de Vega apenas tuvo eco, y el toro se lo había puesto fácil por fijeza, temple, prontitud y bondad. El cuarto tuvo todo eso y más, repitiendo mucho, dándole más importancia a lo que fuera capaz de hacerle el torero. Y tampoco tomó vuelo la faena.

Oliva Soto, mejor en su primero, centrado y con ánimo, anticipándose siempre a las reacciones del toro, un punto brusquito. Pero en el sexto no fue capaz, sin temple ni colocación, con demasiadas prisas. El toro pedía otra cosa.

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