Toros

Interesante confirmación de Perez Mota y raza de Rubén Pinar

Cuchillazo fue el toro de la confirmación de Pérez Mota. Pero para cuchillazo y hachazo, el viento terrible que, por enésima vez, hizo estragos durante la lidia en Las Ventas. Con el vendaval fue imposible torear, principalmente con los capotes, que ondeaban de manera alocada y dejaban vendidos a los toreros.

Para los tratadistas: Cuchillazo, negro, 494 kilos, de pinta negra, bajo, con cara y engatillado. Pérez Mota realizó una labor discreta, destacando en dos buenas series con la diestra, el mejor pitón de un astado manso, que desde la salida buscó siempre querencias.

Con el quinto toro, un castaño feísimo por una cuerna desmesurada y arremangada, Pérez Mota dio la sensación de torero cuajado, serio y con gusto. Pareció imposible que lograra tres series con la diestra en las que, molestado por el viento, templase las embestidas del mansísimo astado con la seguridad con la que lo hizo. Todo ello, con el añadido de preciosos remates, como una sensacional trincherilla. El público de Madrid le ovacionó con fuerza. Como también en la ejecución de una estocada en la que se tiró de verdad. Lamentablemente, el toro no se echó y precisó de dos descabellos.

El veterano Antón Cortés, que retornaba a Madrid tras varios años de ausencia, se marchó del ruedo a la baja y entre las protestas del público. No quiso ver al segundo, con problemas, en un trasteo breve y cargado de enganchones.

Con el cuarto, bien hecho, con movilidad, manejable y con el defecto de embestir con la cara alta, Antón Cortés se hinchó a dar muletazos sin criterio, bajo las protestas del público.

Rubén Pinar, con raza, concretó una actuación pundonorosa. Su primero fue devuelto por su excesiva flojedad. El sobrero, de Aurelio Hernando, un jabonero sucio vareado y con unas respetables velas. Tras un comienzo precioso, con doblones, el toro le enganchó con el pitón derecho y lo buscó en la arena con saña, con Pinar agarrándose a los pitones. En uno de los viajes, uno de los cuchillos estuvo a punto de cortarle el cuello. La escena se hizo eterna, entre tanto nadie llegaba al quite. Pinar se la jugó en una labor de entrega por ambos pitones con un astado sin clase. Mató de estocada contundente. Ovación de órdago más que justificada.

Con el serio sexto, mansísimo, huidizo, que salía de cada lance y muletazo suelto, Pinar se mostró porfión.

El viento -¡cuándo se cubrirá esta plaza o cuándo se suspenderá un festejo por Eolo!- fue nuevamente el peor marrajo para la lidia. Aún así, Pérez Mota, que concretó una interesante confirmación, y Pinar, con raza, solventaron con solvencia sus actuaciones.

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