Toros

Isaac Galvín se retira por las secuelas de una cornada

  • El mal pronóstico de las complicaciones de la cornada de Cintruénigo en 2002 impide torear al banderillero chiclanero

Malas noticias. Además de que en estos tiempos en el toreo no sobra nadie, mucho menos nos podemos permitir perder un profesional de la talla del banderillero chiclanero Isaac Galvín Chaves, obligado a abandonar los ruedos.

En 2002 sufrió una cogida en Cintruénigo. A los pocos días hubo de ser operado de nuevo en la zona lumbar y la nueva intervención causó lesiones musculares y en el sistema nervioso que no se pueden reconstruir ya. Años después, el dolor y y la limitación física obligaron al torero a operarse de nuevo en Huelva, en 2012

"No salió bien aquello y la verdad es que me han dicho que tocar más podría ser peor. La situación es insostenible y así no puedo seguir, con gran dolor de mi corazón". De hecho el año pasado la lesión le provocó una cornada en Roa de Duero: "puse el par de banderillas, me resentí y el toro corrió más que yo".

Galvín nació en 1980 y siempre ha estado en este mundo del toro, desde que quiso capitanear una cuadrilla hasta hoy, pasando por su entrada en las filas de plata en 1999: "me hubiera gustado haber completado mi carrera y sobre todo mejorarla". No estamos de acuerdo: ha cuajado una carrera ejemplar, desde que comenzó con Rubén Darío hasta torear con toreros del grupo especial y ser fijo en las cuadrillas de Canales Rivera, Daniel Luque, Salvador Vega o Javier Jiménez, con quien toreó su último festejo el pasado año en la encerrona de Espartinas. Lo hemos visto torear con Octavio Chacón, Alejandro Morilla, Emilio Oliva, Cristo González...

"Los últimos cinco años lo he pasado muy mal con esta lesión, han sido muy duros. El año pasado fue hasta insoportable, pero le estoy muy agradecido al mundo del toro y a esta profesión. He disfrutado mucho y ahora no voy a poder estar con Javier Jiménez el 16 en la plaza de Sevilla y la verdad es que estoy echando mucho de menos". Nosotros también echaremos de menos al profesional que ha dignificado su oficio, pero al torero no: el torero se queda, nunca deja de serlo.

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