Toros

Juan Antonio Ruiz 'Espartaco' recibe la insignia de la ciudad de Algeciras

  • Protagoniza las jornadas taurinas, desvelando sus miedos y su fuerza para alcanzar el valor

Juan Antonio Ruiz Espartaco, desde ayer, está un poco más cerca de Algeciras, ciudad que le ha acompañado desde sus inicios hasta su triunfo. El alcalde, José Ignacio Landaluce, le impuso la insignia de la ciudad al matador de toros en un acto celebrado en el salón de plenos del Ayuntamiento cargado de aficionados y conocedores de la tauromaquia.

Sus palabras fueron de satisfacción y orgullo.

"Parte de mi carrera, los principios que son más difíciles, contó conmigo", declaró Espartaco en referencia a Algeciras. Definió al público local como "muy torerista". "A Algeciras veníamos más tranquilos, no era como venir a mi casa pero sí en la mayoría de las veces sentía que era mi público". Pasara lo que pasara siempre le trataban de forma especial. Subrayó que el púbico, tan entendido como exigente aunque también iba para divertirse, le hizo seguir en las temporadas más difíciles.

Landaluce se fundió en un abrazo con él al término de sus palabras antes de colocarle la insignia. El primer edil subrayó la importancia de esta visita, "el orgullo y honor", y agradeció el haber recibido a la Escuela Municipal de Tauromaquia de Algeciras, "abriéndole sus puertas de par en par". Hizo paralelismos, cada uno en su arte, con Paco de Lucía, y destacó que era difícil ver unas fiesta sin su nombre en los carteles.

Tras la imposición de la insignia se dirigieron andando por las calles de la ciudad al claustro del edificio José Luis Cano, sede de las XXVIII Jornadas de Tauromaquia en la que estuvo acompañado de su apoderado Rafael Moreno, que presentó la biografía dedicada al matador llamada El largo y difícil camino del éxito, siendo una tertulia moderada por el periodista Javier Bocanegra.

El matador se refirió en numerosas ocasiones al miedo. De pequeño no quería ser torero, "me daba miedo". Tras la introducción de Moreno sobre la biografía que recoge la dureza de la vida del diestro, el protagonista fue dejando frases como "no entendía cómo si era tan duro y difícil podía hacer feliz a la gente", en referencia al toreo. Reconoció que le gustaba ver a su padre orgulloso de él, máxima cuando en una ocasión se puso frente a una becerra y el recuerdo se le quedó grabado a su padre. Su nombre, además, confesó que le vino por Juan Belmonte, que falleció el mismo año que nació él.

"Mi padre vio en mi cualidades e intentó llevarlas a cabo al máximo". Ante los miedos que sentía Espartaco, sabía que tenía que superarlos. Su temor a los gatos lo afrontó encerrándose con cuatro en una habitación. "Todo el que tenga miedo lo tiene que superar, en el toreo la competencia no es entre toreros, sino contra uno mismo". Apuntó que siempre ha intentado "comprar" el valor, pero a través de preparación, con su forma de ser. "El miedo me ponía en alerta de estar bien conmigo mismo". Declaró que para tener seguridad frente a un toro necesitaba conocerlo a la perfección, a la ganadería, conocer la genética del animal, así se acordaba en la plaza de cómo eran las reacciones. "Si conoces mucho a la ganadería estás seguro delante del toro".

Tomó la alternativa a los 16 años, pero señaló que pudo hacerlo con dos menos. Sobre esos años explicó que son en la infancia y juventud cuando "ofreces parte de tu vida al toro". La necesidad de su familia hizo a su vez que continuara en muchos momentos de riesgo. "Mi sueño se ha visto conseguido en la cantidad de gente que he hecho feliz". Tuvo palabras también para Pablo Lozano: "un hombre muy importante que creía en mí".

Se deshizo en anécdotas que provocaron las risas en el claustro, desde que su padre le acostumbró a volar en avión, primero montándolo en teleférico; o un mono que se trajo desde Colombia y provocó alguna que otra incidencia cómica en el trayecto, tanto en avión como en tren.

Recordó con 15 años su frustrada alternativa en Jerez a causa del levante, que luego se sucedió en Huelva, con 16, de la mano del Cordobés. Habló de la faena en la Maestranza de Sevilla, televisada y en la que confesó que tenía miedo de "pinchar" el toro. Expresó su vida, con dificultades y privaciones para ser torero, su crisis de la mano de los problemas de rodilla, "las cosas nunca vienen bien, pero si no es así hay que sacar lo positivo".

Tuvo palabras además para los banderilleros, "siempre han estado para cuidar al torero, son los que hacen a veces ser capaz al torero de hacer el esfuerzo". Consideró bueno el triunfo colectivo, aunque también matizó que es bueno que los toreros deban saber "estar tapados" en determinados momentos.

Moreno, por su parte, habló de la biografía. "Fui un apoderado que me encontré el camino hecho". Destacó que conoce a Espartaco desde que era pequeño, "para mi ha sido el número uno", subrayó su impresión que siempre ha tenido por el camino que hizo el matador desde los 10 años, "no se trata del Espartaco triunfador solo". Señaló que el torero "luchó sin desfallecer y ganó".

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