Toros

Juan Mora y el bálsamo torero de su madurez

  • El diestro placentino corta tres orejas y abre la Puerta Grande de Las Ventas tras un recital de torería · Curro Díaz y Morenito de Aranda, lecciones al natural

GANADERÍA: Toros de Torrealta, en conjunto aceptablemente presentados y manejables; y un sobrero, como tercero bis, de Martín Lorca, que se quedó corto por ambos pitones. TOREROS: Juan Mora, de verde hoja y oro. Estocada arriba (dos orejas). En el cuarto, estocada (oreja). Curro Díaz, de verde botella y oro. Media (ovación con saludos). En el quinto, estocada (oreja). Jesús Martínez 'Morenito de Aranda', de azul y oro. Estocada (silencio). En el sexto, bajonazo (oreja). Incidencias: Las Ventas. Sábado 2 de octubre de 2010. Tres cuartos de entrada. En la enfermería fueron atendidos el banderillero Javier Palomeque de "contusión con erosión en cara anterior muslo derecho, y contusión en hombro izquierdo, pendiente de estudio radiológico, de pronóstico reservado", y Juan Mora de "puntazo en cara posterior de muslo derecho y contusión con erosión en región nasal, de pronóstico leve".

Llegó el veterano Juan Mora a Madrid -47 años y 27 de alternativa- con el esportón cargado de torería y conquistó Las Ventas. Sin apenas oportunidades tras aquella cornada en Jaén hace nueveaños en la que estuvo a punto de perder la vida, reivindicó que su corazón continúa latiendo con una pasión desbordante por el toreo. En el crepúsculo de su dilatada carrera y en el otoño madrileño, cuando la caída de las hojas señala el camino hacia el invierno y el final de la temporada, el placentino, de verde hoja y oro, reverdeció sus grandes tardes, como aquella en la que salió a hombros en esta misma plaza hace 16 años. Ayer volvió a abrir la Puerta Grande de la Monumental madrileña, tras rociar la arena de Las Ventas con el bálsamo torero de su madurez.

Juan Mora no descubrió nada nuevo: hizo del toreo arte para deleite de un público enfervorecido. El diestro abrió el tarro de sus esencias toreras y su bálsamo fue exhalando el aroma del gusto, de la naturalidad, del trazo relajado, de la despaciosidad, de la improvisación y de la pinturería. Mora tuvo como primer oponente un animal manejable y justo de fuerzas, del hierro de Torrealta, ganadería que envió en su conjunto una corrida aceptablemente presentada y de juego manejable. Con la muleta, plasmó tres interesantes tandas con la diestra, con algún pase de pecho, vertical. Pero lo grande llegó con la izquierda, en naturales sentidos y relajados, rompiéndose, cimbreando la cintura y con el público jaleando cada muletazo. La faena, con apuntes de sublime belleza, supo a poco. Tras el último pase de pecho, el mago de Plasencia, único diestro que en la actualidad torea con la espada de verdad, cuadró al toro, se colocó el estoque a la altura del corazón y, en corto y por derecho, se deslizó para cobrar una estocada en lo alto de efecto casi fulminante. La vuelta al ruedo, con su hijo, al que le entregó las dos orejas, fue sumamente emotiva.

Con el noble y flojo cuarto, Mora volvió a entregarse en una faena impregnada con retazos de torería, en la que lo mejor lo dibujó nuevamente al natural. Mató de estocada certera arriba y hubo petición mayoritaria del tercer trofeo, que la presidencia concedió, tras voltearle violentamente el astado, herido de muerte.

Curro Díaz también plasmó momentos de exquisita calidad. El astifino segundo resultó noblote, pero muy manso. El diestro jiennense consiguió una serie extraordinaria con la diestra, cuando sacó al animal de querencias. Con la izquierda, con el toro muy rajado y entablerado, apenas pudo lucirse. El linarense triunfó con el quinto, un pajarraco de 631 kilos, con el defecto de la falta de repetición. El diestro expuso mucho y, en la distancia corta, logró extraer muletazos de muy buen trazo, brillando especialmente en bellos naturales sueltos. Mató de una gran estocada y fue premiado con una oreja.

Morenito de Aranda también logró altas cotas. El tercero se lesionó en la lidia y fue sustituido por un sobrero de Martín Lorca, que se quedaba corto por ambos pitones, al que el torero burgalés realizó una labor correcta. Con el sexto cuajó una gran faena. Ya con el capote, dibujó dos verónicas preciosas, rematada con una soberbia media. Con la muleta, plasmó los mejores naturales de la tarde. Logró una serie excelente, con ligazón, metiendo los riñones y rematando con profundidad cada muletazo. Cuando el toro se apagó, los naturales, sueltos, fueron extraordinariamente templados. En el epílogo hubo una batería de toreo estético, con trincherillas y pases del desprecio de magnífico corte. Faena de gran categoría, que emborronó con un espadazo muy bajo. Pese a ello, con un público que ayer se mostró muy receptivo, fue premiado con una oreja.

En el espectáculo, con alto voltaje estético a cargo de los tres diestros, Juan Mora embriagó al público con el bálsamo torero de su madurez.

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