Toros

El Juli, un gran tenor con 'Cuplé'

  • El madrileño corta tres orejas -excesivo premio la tercera- y sale a hombros en Pamplona · El pacense Miguel Ángel Perera consigue un trofeo · El jiennense Curro Díaz, en blanco tras una discreta actuación

GANADERÍA: Tres toros de Victoriano del Río (primero, tercero y cuarto) y otros tres de Toros de Cortés (segundo, quinto y sexto), de la misma casa ganadera. Desigualmente presentada y, en cuanto a juego, mansota, noble y sin calidad. TOREROS: Curro Díaz, de azul y oro. Pinchazo y entera desprendida (saludos). En el cuarto, cuatro pinchazos, media y ocho descabellos (silencio). Julián López 'El Juli', de verde y oro. Estocada (oreja). En el quinto, oreja (dos orejas). Miguel Ángel Perera, de azul y oro. Estocada muy baja (oreja). En el sexto, dos pinchazos y estocada (silencio). Incidencias: Plaza de toros de Pamplona. Martes 12 de julio de 2011. Lleno. El Juli fue sacado a hombros al término del festejo.

En el primer día de estos Sanfermines con figuras, el público prestó mayor atención a lo sucedido en el ruedo; e incluso se mostró generoso. El Juli cortó tres orejas -fue excesivo el premio de la segunda del quinto toro-. También Perera fue premiado con un trofeo del tercero, tras una buena faena, pero que solventó con una estocada muy baja. Cerraba terna Curro Díaz, que saldó su discreta actuación en blanco. Victoriano del Río lidió tres toros con su hierro titular y otros tres con el de Toros de Cortés, una corrida en escalera, muy desigual en su presentación y que resultó mansota, con nobleza y sin calidad.

Para quienes entienden el arte del toreo como dominio de una fiera por un hombre, la actuación de El Juli, en plena sazón, supone una lección espléndida de buena lidia. Como imponente tenor, se impuso sin problemas con un Cuplé que en sus embestidas fue material menor -como la canción corta y ligera del mismo nombre-. Comenzó la faena por el pitón derecho, por donde topaba el animal. En la segunda tanda, El Juli ya se había hecho con el animal, con muletazos mandones, con los que hizo humillar al astado. La tercera, de mano bajo, perfecta. Con la izquierda, por donde se quedaba muy corto el toro, alargó sabiamente los muletazos. Otra serie con la diestra, con un molinete como recurso, dio la medida de torero poderoso. Y como suele ser habitual en el torero madrileño, fue contundente con la espada. Gran estocada y merecidísima oreja.

El mansote quinto, Pitido, sin maldad, era de nula clase para el lucimiento. El Juli volvió a dar muestras de su torrente de voz lidiadora. Dosificó al animal y gracias a una técnica impecable y a un pundonor desmedido, realizó una faena extensa e interesante, con los mejores pasajes con la diestra. Cerró con manoletinas, suerte inusual en el repertorio del madrileño. Y mató con uno de sus habituales estoconazos, saltando de manera meteórica sobre el toro. El premio de dos orejas fue excesivo.

Miguel Ángel Perera, con seguridad y oficio, forjó una actuación importante dentro de su línea seria. Ante el mansote tercero, al que le costaba embestir, se impuso por ambos pitones. Con la diestra, los muletazos resultaron largos y mandones. Y con la zurda, logró naturales de mano baja de gran mérito. Cerró pisando los terrenos del toro. Pese a una estocada baja, le premiaron con una oreja.

Cerró plaza un toro serio y el más agresivo del encierro, por sus generosas y asfifinas agujas, que resultó el peor de la tarde en cuanto a juego. Se rajó de inmediato y embestía como ganado mular. Tan malo, que desesperó a Perera, quien porfió en un trasteo sin opción alguna al lucimiento. El extremeño atacó sin fe en la suerte suprema.

Por lo realizado ayer en Pamplona, Curro Díaz está totalmente restablecido fisicamente de la cornada en el gemelo derecho y fractura de peroné que sufrió en la pasada Feria de Abril. El jienense, discreto en su reaparición, realizó una faena pulcra y limpia al nobilísimo toro que abrió plaza, luciéndose, con buen gusto, en tres series con la diestra en muletazos templados. Sin embargo, con los aceros, pinchó en el primer envite y enterró la espada, desprendida, en el segundo. Todo quedó en una ovación.

El feísimo cuarto, un astado sin remate y alto, resultó noblón, pero sin clase, saliendo de los muletazos con la cara alta. Díaz concretó un trasteo de trámite y dio un mítin con los aceros.

La tarde se cerró con El Juli saliendo por la Puerta Grande. El madrileño, como su paisano Plácido Domingo, es un gran tenor. En su caso, su voz se alza con poderosa potencia lidiadora. Ayer resultó un soberbio tenor con Cuplé y no desafinó con el desagradable Pitido, imponiéndose también al alboroto de la plaza de Pamplona.

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