Balance 2010 (I)-Matadores de toros Hegemonía de un torero que arrasó de principio a fin de temporada

El Juli, imparable

  • Morante y Manzanares, pletóricos · Se acusó la ausencia de José Tomás, tras una grave cogida · El Fandi, líder por tercer año consecutivo · Aparicio, cornada en el cuello

La temporada 2010 ha tenido como principal protagonista a El Juli, con dos toreros, Morante de la Puebla y Manzanares, también pletóricos. A medida que transcurría, se acusó la ausencia de José Tomás -revulsivo para la taquilla-, debido a una gravísima cogida. El escalafón, compuesto por 206 toreros, lo lideró estadísticamente, por tercer año consecutivo, El Fandi, en una campaña en la que Enrique Ponce cumplía 20 años como matador y sumaba a su palmarés una cifra histórica: 2.000 corridas. Un año también marcado por tremendos e impactantes percances, como el de Julio Aparicio, quien sufrió una escalofriante cornada en el cuello.

El Juli, imparable de principio a fin, arrasó con un toreo auténtico. Después de impresionar en Fallas, logró la temporada más pletórica de su carrera, abriendo por primera vez en su trayectoria la Puerta del Príncipe, tras cuajar dos grandes faenas a sendos toros de El Ventorrillo. No se conformó con ello y días después cuajó a un encastado toro de Torrealta. Aunque en Sevilla falló, sin duda, a la hora de elegir la ganadería de Zalduendo, que provocó un escándalo en San Miguel. En Francia también fue el capitán general del escalafón superior con tardes memorables, entre ellas Dax, donde en dos actuaciones cortó seis orejas y un rabo.

Morante, un artista excepcional, dejó patente su excelente toreo en Sevilla y Madrid, entre otras plazas. De la expresividad suprema del Domingo de Resurrección en la Maestranza, llegó a impactar por su toreo dominador a un peligroso toro en la Feria de Abril. En Las Ventas volvió a torear con el capote de manera excepcional, en un tercio de quites con Luque, que resultó histórico. El de La Puebla también esculpió bellas obras de arte en Barcelona, Nimes, Dax, Jerez y Badajoz.

Manzanares triunfó con fuerza en Sevilla. Además de su espléndida estética, gracias a la que cortó dos orejas, también ofreció la imagen de un torero poderoso. Cerró su feria abrileña con una faena de sumo gusto ante un noble toro de El Pilar y no logró la Puerta del Príncipe por su fallo con los aceros. Otro éxito rotundo tuvo lugar en El Puerto. Lamentablemente, en su campaña de consagración, perdió hasta una treintena de festejos por lesiones -operación de espalda y corte en una mano en Utrera-.

Curiosamente, José Tomás, tras su paso por Olivenza y tras abrir la Puerta Grande en Castellón, quedó inédito debido a una cornada gravísima en Aguascalientes -únicamente sumó cuatro festejos- de la que todavía no se ha podido recuperar. Su ausencia, muy significativa, incidió enormemente en las empresas que le habían contratado y que vieron mermados sus abonos.

El escalafón lo lideró, por tercer año consecutivo, El Fandi, con 95 corridas y 192 orejas. El granadino, que arrolló en plazas de segunda y tercera categorías, consiguió el respeto de Las Ventas. El incombustible Enrique Ponce, dos décadas como matador de toros, alcanzó en la goyesca de Ronda la impresionante cifra de las 2.000 corridas. Ponce dictó varias lecciones maestras, como en Bilbao, Bayona o Nimes, donde cortó un rabo a un toro de Victoriano del Río.

Pero en la temporada 2010, aunque el espacio exija brevedad, cabe analizar las campañas de otros toreros. Así, Perera, que en Olivenza ganó la batalla a José Tomás, perdió gas en Sevilla, Posteriormente fue remontando hasta que un percance en San Sebastián, con fractura de vértebras lumbares, le hizo cortar la temporada. Sebastián Castella, otro de los diestros más esperados, arrancó muy fuerte y cortó una oreja en la Feria del Aniversario de Las Ventas; pero tras abrir la Puerta Grande en Pamplona, descendió peldaños durante el verano.

Los sevillanos El Cid y Daniel Luque fallaron en la primera parte de la temporada. El Cid elevó su tono especialmente en septiembre y Luque realizó una campaña desigual, tras una apuesta muy fuerte. Otros dos espadas de los que se esperaba más son Cayetano y Alejandro Talavante. Cayetano, que debutó como matador en Sevilla, fue ovacionado en su lote y tuvo que cortar su temporada en agosto, tras ser cogido en Baeza, sufriendo fractura de la clavícula derecha y una cornada en el escroto. Y Talavante desarrolló una temporada, en líneas generales, opaca.

En 2010 se sucedieron, entre otras efemérides, las reapariciones de Jesulín de Ubrique y El Tato y la retirada de Javier Valverde.

A vuelapluma podemos apuntar que Juan Mora impresionó con su personalísimo sello en la Feria de Otoño de Madrid y que Leandro y Morenito de Aranda se consolidaron. Otros espadas, como Iván Fandiño, Sergio Aguilar, Rubén Pinar, César Jiménez, Joselillo, Serafín Marín, Curro Díaz, Salvador Cortés, Juan Bautista y Rafaelillo continúan con su crédito.

A lo largo del año hubo gratas actuaciones de Alfonso Oliva Soto en Sevilla y José Luis Moreno en Córdoba y Arles. Juan José Padilla se reafirmó como gran lidiador, cortando una valiosa oreja a un victorino en Bilbao y con tardes importantes en Pamplona y Jerez, y Juan Bautista renació como Ave Fénix en la Feria de Otoño de Madrid, plaza en la que Abellán realizó una gran faena al natural.

Un caso impresionante fue el del mexicano Arturo Macías, superando varias cornadas graves, entre ellas la que le infirió un palha en Sevilla. Precisamente, en la Maestranza impactó la actitud profesional de Antonio Barrera, quien toreó minutos después de enterrar a su padre. Otro sevillano, Salvador Cortés, triunfó en la tradicional corrida del Corpus en la Maestranza. Diego Urdiales también dio la talla en el coso del Baratillo con un toro de Conde de la Maza y el almeriense Torres Jerez se reivindicó en su tierra.

En la temporada 2010, salpicada de éxitos y fracasos, tampoco faltó el halo dramático con varias cornadas de máxima gravedad y una imagen escalofriante que dio la vuelta al mundo: un toro le corneaba en el cuello, en la plaza de Madrid, al sevillano Julio Aparicio, quien llegó a reaparecer dos meses después en Pontevedra.

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