Toros

López Simón, primera sorpresa en el ciclo pilarista de Zaragoza

  • El novillero madrileño sale en hombros · Miguel Cuartero, ovacionado en su lote · Antonio Espaliú, silencio y pitos

GANADERÍA: Tres novillos de Guadalest, dos de Casasola -primero bis y cuarto- y uno de Los Maños (sexto bis), muy dispares en presentación -desde un cuarto sospechoso de pitones a un sexto de gran trapío-. También de juego desigual; siendo el mejor el segundo, Infundioso, muy codicioso, al que se le premió con la vuelta al ruedo en el arrastre. TOREROS: Miguel Cuartero, de sangre de toro y oro. Pinchazo y entera (saludos). En el cuarto, pinchazo y media (saludos). Alberto López Simón, de rosa y oro. Estoconazo (dos orejas). En el quinto, dos pinchazos (casi entera caída). Antonio Espaliú, de pistacho y oro. Estocada corta (silencio). En el sexto, media (pitos). Incidencias: Plaza de toros de La Misericordia. Un cuarto de entrada. En banderillas, saludaron José Daniel Ruano y Jesús Arruga, tras parear al quinto.

El novillero madrileño Alberto López Simón se alzó como triunfador del primer festejo de la Feria del Pilar tras una actuación en la que imperó el temple y por la que fue premiado con las dos orejas de un novillo muy codicioso, Infundioso, de Guadalest, al que se le dio la vuelta al anillo como premio póstumo.

López Simón apostó fuerte ante ese segundo del dispar encierro, un animal que galopó e hizo el avión tras las telas de un torero ambicioso que comenzó su faena en las afueras, de rodillas, hilvanando hasta nueve derechazos y un pase de pecho con los que calentó de inmediato al público. Con la diestra, ya de pie, volvió a esbozar muletazos muy templados en dos series de nota alta. Con la izquierda esbozó algún natural de calidad estimable. El novillo, con mucha cuerda, llegó con fuerza para unos muletazos por la espalda y unas manoletinas, que resultaron excesivamente rápidas. Pero la rúbrica fue decisiva para el premio: estoconazo, del que salió el astado rodado.

Con el inválido quinto, López Simón dio nuevamente pruebas de su temple, especialmente con la diestra. Pero en esta ocasión falló con la espada.

Miguel Cuartero apenas tuvo opción al lucimiento con el que abrió plaza, un novillo sin gas, ni clase. Todavía lo tuvo peor con el inválido cuarto, ante el que se esforzó sin que el público le hiciera caso.

El coriano Antonio Espaliú dejó una paupérrima impresión. Con el tercero, sosote, que se quedaba corto por ambos pitones, no consiguió nada. Y ante el sexto, un novillo con gran trapío y buenas condiciones, anduvo desconfiadísimo y fuera de cacho.

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