Toros

Manzanares y Simón, Puerta grande

  • El alicantino cuaja una magnífica faena premiada con las dos orejas de 'Dalia', un toro de gran calidad El madrileño, mismo premio, pero excesivo, en el tercer astado Castella, de vacío

vigesimoséptima corrida de la feria de san isidro Ganadería: Cuatro toros de Victoriano del Río y dos de Toros de Cortés, segundo y sexto, de la misma casa ganadera y encaste -Juan Pedro Domecq-. Un encierro en su conjunto bueno, destacando el extraordinario quinto, de gran calidad, fuertemente ovacionado. TOREROS: Sebastián Castella, de rioja y oro. Estocada que escupe y seis descabellos (silencio tras aviso). Pinchazo y media caída (palmas). José María Manzanares, de grana y oro. Estocada (silencio). Estocada recibiendo (dos orejas). Alberto López Simón, de azul y oro. Estocada (dos orejas con protestas). Estocada (saludos tras ovación). INCIDENCIAS: Las Ventas. Miércoles 1 de junio de 2016. No hay billetes. Corrida extraordinaria de Beneficencia. El Rey emérito Juan Carlos I, a quienes los tres diestros brindaron sus primeras faenas, presidió el festejo desde el Palco Real.

La extraordinaria Corrida de la Beneficencia muy pocas veces ha sido tan extraordinaria como ayer, con un José María Manzanares que toreó con cadencia y ajuste en una faena con enjundia y clasicismo a un toro de suprema calidad, en una tarde en la que, premiado excesivamente, Alberto López Simón le acompañó en la salida a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, quedando en otro plano Sebastián Castella, que se marchó de vacío en un festejo presidido por Juan Carlos I.

José María Manzanares, en su única actuación isidril, cuajó una de las mejores faenas de su carrera y sin duda la mejor que ha realizado en Madrid. Sucedió en el quinto toro, un ejemplar de máxima calidad, bravura y nobleza, al que deberían haber premiado con la vuelta al ruedo. El alicantino toreó con torería, temple, ajuste y cadencia. Y la plaza rugió una y otra vez. Con este Dalia, de buenas hechuras, Manzanares se lució maravillosamente a la verónica, rematando con una honda media, y se marcó un espléndido quite por chicuelinas de manos bajas como homenaje a su padre. En la faena, lo mejor lo cuajó con la izquierda, con bellos naturales, brillando en una serie con ligazón. Con la derecha se llegó a rebosar tanto que fue tropezado y cayó a la arena. La obra estuvo acompañada con remates de calidad, como algún trincherazo de cartel, un monumental pase de pecho o un molinete invertido -el primigenio, el que creó Belmonte-. Toreo de máxima expresión que rubricó con una estocada recibiendo para ser premiado, con justicia, con las dos orejas.

Manzanares había dejado patente con sus probaturas que el segundo de la tarde era un ejemplar de mala condición, manso y protestón, al que despachó sin posible lucimiento y certeramente de un espadazo.

Alberto López Simón salió a hombros al cortar las dos orejas al tercer toro. Premio excesivo; era de un trofeo. Se las vio con un toro astifino, alto, manso, con nobleza y que repetía; destacando su extraordinario pitón derecho. Tras torear bien a la verónica, realizó una faena interesante y a más por el pitón bueno; pero no hubo toreo por el izquierdo. Comenzó con ayudados por alto. En los medios movió la tela encarnada con cierta rapidez en dos tandas diestras. Se asentó en otra y ya toreó relajado en la siguiente. Con la zurda no tuvo opción, pues el toro se fue hacia tablas y los muletazos fueron sueltos. Cerró de nuevo con otra tanda de templados derechazos. En la suerte suprema, a cambio de un espadazo, el toro lo empaló, lanzó por los aires y le propinó una fuerte paliza. Suponemos que este matiz fue decisivo para el excesivo premio.

Con el que cerró plaza, al que recibió con una larga cambiada de rodillas frente a toriles, brilló en una serie con ligazón y apostó erroneamente por acortar pronto la distancia al toro.

Sebastián Castella acabó ayer su participación en esta feria sin haber triunfado. El francés quebrantó en el comienzo de su faena al toro que abrió plaza con unos muletazos por alto. En la labor, sin suficiente intensidad artística, destacó una serie diestra con ligazón a un toro largo, noble, con movilidad y repetidor. Dio un mitin con el verduguillo.

Con el serio cuarto, un ejemplar muy noble, Castella, tras un comienzo con muletazos por la espalda, logró pases sueltos de calidad por ambos pitones que acabó en un serio arrimón.

La corrida de Victorino del Río, la más completa hasta el momento de la Feria de San Isidro, con ese gran Dalia, con el que Manzanares bordó el toreo, más la entrega de López Simón, hicieron pasar a los anales de Las Ventas esta Corrida de la Beneficencia, que culminó con los citados diestros saliendo a hombros por la Puerta Grande a los gritos de "¡Torero, torero!".

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