Toros

Olé a la respuesta del público

  • Pese a los novillos, los tendidos premiaron y agradecieron a los actuantes, con catorce orejas y tres rabos, su participación en el festival a beneficio de la Asociación Síndrome de Down de Granada

Más de una tarde hemos tenido que recurrir a tópicos y alardes para encontrar algo interesante en la corrida, pero el festival de ayer estaba más que justificado. Su motivo era de lo más noble y, ante esa circunstancia, casi todo se justifica y aplaude.

El diez y el olé es, sin lugar a dudas, para los tendidos, esos que, aficionados o no, supieron responder a la llamada de la solidaridad. Otro sobresaliente para los participantes, toreros o novillero, pero todos entregados a la causa. Los novillos son otra cosa, no hay nada que agradecer a su blandura y falta de casta y juego. Pero no estropearán la fiesta de unos chavales que ponen gran parte de sus esperanzas en esta recaudación anual.

Actuaban dos granadinos, David Fandila El Fandi, y el novillero local Alejandro Enríquez. Los dos cortaron el rabo a sus oponentes, pero con novillos muy distintos, eso sí, ninguno con clase.

El Fandi, tras unas espectaculares banderillas en el cuarto novillo, con poder a poder, moviola y violín, dio paso a una faena en la que el novillo impidió la continuidad. Su blandura hacía que se defendiera y resultara incómodo. Sólo el empeño de David y su recurso hacia un toreo más efectista, calaron en el tendido. Lo demás, imposible.

El novillero Alejandro Enriquez reclamó con su actuación una inclusión en la Feria del Corpus. Estuvo reposado y con compromiso. Toreó en el centro del anillo, con mando e incluso con momentos bastante lucidos. Lo mejor, que no se arrugó ante aquel elenco de figuras.

Enrique Ponce, como siempre, tremendamente profesional y dominador. Lo peor, como casi toda la corrida, su blando novillo. Lograba ligazón en las tandas, pero no emocionaba.

Al natural molestó el viento. Su toreo en redondo era a cámara lenta, y su gesto lo agradeció el tendido.

Manuel Díaz El Cordobés, tiene media oreja ganada con su simpatía y forma de llegar al público. Vende lo que tiene, y no engaña. Medios pases, tandas incompletas y toreo a media altura ante un flojísimo novillo, no impidieron que El Cordobés sacara su repertorio.

Cabezazos, rodillas en tierra, pases, aunque medios, de desprecio y la culminación con el salto de la rana y manoletinas. ¿Alguien dá más con menos?

El pundonor del murciano Pepín Liria nadie lo va ya a discutir a estas alturas. Recibió al tercero con dos largas cambiadas y tremenda disposición.

Molestó el viento y la blandura del Jiménez Indarte. Imposible bajar la mano. Medios pases, alardes de rodillas y tremenda entrega, pero no daba para más.

José María Manzanares era la esperanza de los que gustan del arte, pero si no hay novillo no hay nada. Otro blando de desesperar. Todo muy despacio, sin molestar, pero imposible de lucir un toreo de más calado. Demasiadas pocas gotas para tanto frasco.

Daniel Luque topó con un novillo que tenía algo más de gas, sin exesos por supuesto, y lo aprovechó.

Ligó y templo las tandas, con pases ceñidos y algun natural largo pero suelto, que dejó una buena impronta.

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