Fue una despedida soñada y merecida. El premio a toda una carrera dedicada al toro. En cuerpo y alma. Hasta el último día. Hasta el último toro. José Ignacio Ramos puso punto final a su trayectoria de matador en la misma ciudad donde la inició y con el reconocimiento de público y compañeros, que lo izaron en hombros una vez acabado el festejo. Cortó una oreja el burgalés de una variada corrida de Victorino que mantuvo siempre el interés y a la que Padilla, que disfrutó del lote más pastueño, también arrancó un trofeo.
Padilla reapareció con una férula especial diseñada por la doctora Rivera tras el corte profundo en el dedo corazón de la mano izquierda la pasada semana en la plaza de toros francesa de Beaucaire.
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