La crónica · undécima del abono en la maestranza

Sólo destellos de Morante

  • El de la Puebla da un mitin con los aceros tras una faena compuesta · Finito, lejos de lo que debe hacer una figura del toreo · Salvador Cortés también se contagia de la sosería de su mal lote

La corrida de Parladé, de bonitas hechuras, de preciosa lámina, pero descastada, fue materia prima muy pobre para un espectáculo en el que se vivieron pocos pasajes positivos. Lo más destacable corrió a cargo de José Antonio Morante de la Puebla en una faena compuesta, salpicada con brillantes destellos artísticos, como un par de trincherillas deslumbrantes en la apertura y un epílogo con adornos con sabor gallista. En el toreo fundamental destacó con la diestra en una serie con muletazos hacia dentro, metiendo los riñones y llevando empapado al toro, y en otra en la que arrastró la muleta en otros dos muletazos de escándalo. Por la izquierda no hubo nada importante reseñable por la condición del toro. Con la capa, nada destacable. En fin, una labor de destellos con la fuerte personalidad de Morante, que dio un mitin con la espada y perdió premio. El público le hizo saludar tras una gran ovación. El Lili destacó en banderillas.

Con el quinto toro, el peor del encierro, que fue pitado con toda justicia en su arrastre, no tuvo opción al lucimiento en la muleta. Con el capote fue muy ovacionado, si bien le faltó naturalidad en esas verónicas de recibo. El animal rindió pleitesía al picador en el segundo puyazo, claudicando, y hubo protestas para su devolución. El presidente esperó pacientemente a su recuperación y dejó que el propio diestro decidiera si lo hundía definitivamente o no para cambiarlo. Morante le dio con mimo unos lances probatorios y ya en la muleta se cargó esta vez, con contundencia, a tan insufrible marmolillo.

Finito de Córdoba dio una imagen muy lejana de la que debe dar una figura del toreo. Con el sobrero que lidió en primer lugar, un animal soso, sustituto de un titular inválido, el cordobés realizó una labor desceñida y vulgar. Con el cuarto, de preciosas hechuras, que embestía bien por el derecho, consiguió una tanda entonada y poco más. Con la izquierda empleó el mando a distancia. A ambos toros los finiquitó con el verduguillo, sin haber clavado el estoque, saltándose el reglamento a la torera. Pero no se preocupen, que el próximo año le vuelven a contratar.

Salvador Cortés también se contagió de la sosería de su mal lote. Con el complicado tercero, que se rajó pronto, no consiguió acoplarse. Y con el muy deslucido sexto, tampoco brilló el de Mairena del Aljarafe.

Lo dicho, corrida sin fondo de Parladé y destellos morantistas, pinceladas luminosas y coloristas, en una obra incompleta y en un espectáculo que, en su conjunto, fue gris.

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