Toros

Tomás Angulo apunta buenas maneras

  • El pacense desoreja a su segundo novillo en la Maestranza . Manuel Rodríguez, todavía verde, de vacío . Tomás Campos, un trofeo por su entrega

GANADERÍA: Erales de El Serrano, desigualmente presentados y en su conjunto con movilidad y con opciones al lucimiento.

TOREROS: Manuel Rodríguez. de azul y oro. Estocada (palmas tras aviso). En el cuarto, estocada (silencio tras aviso). Tomás Angulo, de teja y oro. Pinchazo, estocada y dos descabellos (saludos tras aviso). En el quinto, entera (dos orejas). Tomás Campos, de azul y oro. Estocada (vuelta tras petición). En el sexto, entera (oreja).

INCIDENCIAS: Plaza de toros de la Maestranza. Jueves, 30 de junio. Primera novillada nocturna de promoción. Un cuarto de entrada. Se guardó un minuto de silencio por Manolo Carmona.

La primera novillada nocturna de este año en la Maestranza, con tres chavales que sueñan con ser matadores de toros, resultó entrenida. El público, como suele suceder en estos festejos, no acude con la etiqueta del rigor. ni tampoco la exigencia crítica debe ser la misma que con las figuras del toreo. La novillada de El Serrano tuvo el denominador común de la movilidad y dio opciones a los alevines. De la terna -el sevillano Manuel Rodríguez; y los pacenses Tomás Angulo y Tomás Campos- destacó Ángulo, quien posee sentido del temple y una izquierda a tener en cuenta.

Angulo, que contó con el mejor lote, dejó una grata impresión en su primero, un astado manejable y a menos, al que recibió con acompasadas verónicas. Brilló en algunos naturales sueltos, de buen trazo y lentos y remató su faena con unos ayudados por alto preciosos. No acertó con los aceros a la primera y el reconocimiento quedó en una fuerte ovación. Con el buen quinto destacó en una faena medida que inició con unos mandones doblones. Si con la diestra destacó en dos tandas, con la zurda volvió a demostrar que tiene clase. Una de las series, con dos naturales, un farol y el de pecho, fue de categoría, así como un fantástico cambio de mano. En esta ocasión mató de estocada entera y ganó los  trofeos.

Manuel Rodríguez, de la Escuela de Sevilla, está todavía verde. Con el mansote que abrió plaza, pero con movilidad, no llegó a acoplarse y pese a matar a la primera su labor, desceñida, no caló en los tendidos. Con el castaño cuarto, manejable, al que recibió con una larga cambiada de rodillas, se dilató en un trasteo que tampoco dejó huella.

Tomás Campos, de la Escuela de Badajoz, recibió bien a la verónica al tercer eral de la noche, que resultó repetidor. Con la franela, realizó una labor desigual, en la que se mezcló algún desarne con algùn muletazo estimable. Un estoconazo de efecto rápido le sirvió para dar una vuelta al ruedo. Con el manejable sexto, concretó una faena discreta, con altibajos, muy apoyada por sus paisanos -llegaron a Sevilla dos autobuses de LLerena, Badajoz, la localidad de donde proceden dos de los novilleros de ayer-. El público pidió una oreja, que fue otorgada por la presidencia de un festejo que resultó entretenido y esperanzador de cara al futuro, con un Tomás Ángulo que apunta buenas maneras. 

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