Toros

"Ya lo decía Belmonte: 'El que quiera más, que vuelva mañana"

  • El veterano diestro ha sido, a sus 48 años, la revelación de 2010 tras lograr en Las Ventas una gran faena artística marcada por la brevedad y el exquisito toreo al natural

El pasado sábado el diestro placentino Juan Mora, quien se hizo torero en Sevilla, enloqueció a los aficionados de Madrid, que le sacaron en hombros tras una actuación artística excelente. En su primera faena demostró, entre otras cosas, que la calidad está reñida con los pegapases y como único diestro actual que porta la espada de verdad durante la faena, realizó la suerte suprema en el momento oportuno, lo que le sirvió para sorprender aún más al público y conseguir un éxito histórico.

-¿Imaginaba que llegaría ese día?

-Cuando hace nueve años un toro me pegó una cornada gravísima en Jaén, le conté en una entrevista que ese toro me había permitido continuar en la vida y que mientras pudiera seguiría siendo torero. Quizás por los ciclos, por las ideas de los empresarios..., el caso es que hubo bastante olvido. Pero yo me aferré a la fuerza de voluntad y me lo tomé como algo espiritual. Apenas he tenido contacto durante estos años con el público, pero todos los días he toreado con mi capote y mi muleta. Todos los días he hecho vida de torero. Porque para que venga un triunfo, además de que Dios te lo permita, hay que estar preparado.

-En su interior, ¿pensó que llegaría a convertirse en la revelación de la temporada 2010?

-Nunca pensé en estadísticas ni en convertirme en la revelación de la temporada. Yo únicamente he buscado el torear con clasicismo, en buscar el toreo eterno. Después del sábado he demostrado que puedo hacerlo. Tengo confianza en mí y determinación.

-¿Qué es lo que más destacaría de su actuación?

-El rugir de la plaza. Esos olés de Madrid.

-Dejando a un lado la modestia...

-Creo que hubo cuatro o cinco naturales que duraron mucho. Toreé despacio.

-Y dio un serio aviso a los pegapases y sus faenas interminables.

-Los grandes maestros de antaño pensaban que las faenas grandiosas no tienen por qué pasar de veinte muletazos. Ya lo decía Belmonte: "El que quiera más, que vuelva mañana". Hay plazas con esa percepción, como son Madrid y Sevilla, donde para triunfar no necesitas tantos pases.

-El llevar la espada de verdad durante la faena fue decisivo.

-Es importante. Hubo un momento en el que el toro pidió la muerte. El público todavía me aplaudía. Y en ese instante entré a matar y tuve la suerte de dar una estocada en el hoyo de las agujas. ¡Qué bueno que llevaba la espada!

-Será complicado manejarse con ella durante toda la faena.

-Sí. Además del peso es un riesgo añadido. Pero siempre llevé la espada de verdad. Hubo un tiempo en que se entraba a la enfermería para que el médico emitiera un parte por el que te permitían utilizar el estoque simulado. A mí todo eso me parecía un paripé.

-¿Qué repercusiones ha tenido este triunfo para su contratación?

-A estas alturas de la temporada no son muchas. Pero ha arrojado luz en este túnel de tinieblas. La próxima temporada me gustaría prodigarme en 15 ó 20 corridas en plazas buenas, en sitios donde hay tranvía.

-Aunque nació en Plasencia, usted es prácticamente sevillano.

-Viví en Sevilla 17 años. Desde los 9 hasta los 26 años. Y en Sevilla me hice torero. Mi padre -José Mirabeleño- fue determinante. Fue novillero de raza y valor que llegó a matar auténticos toros. Luego, empresario, ganadero, apoderado...un romántico de la Fiesta.

-¿Por qué se marchó a Madrid?

-José Luis Martín Berrocal se fijó en mí y me apoderó. Fue lo más grandioso que me ha sucedido. Porque en una comida conocí a su hija -Marisa-, me enamoré, y acabé en Madrid. Tenemos dos hijos, Ignacio, de 14 años, y Juan Luis, de 10, que el otro día dio la vuelta al ruedo conmigo.

-¿Qué añora más de Sevilla?

-Nosotros pasamos el verano en Matalascañas y este agosto, después de muchos años, volví a pasear por el centro de Sevilla, por Sierpes, por Tetuán, por la Plaza Nueva. Volví a mi adolescencia. Me encanta Sevilla. Hay sensibilidad.

-Un recuerdo de la Maestranza.

-Mi actuación del 15 de agosto de 1986. Corté sólo una oreja, pero fue una tarde muy buena. Daría lo que fuera por volver.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios