Toros

La peor corrida para un cierre de feria gris en Santander

  • Ni el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza ni los matadores de toros Alejandro Talavante y Daniel Luque llegaron a interesar en el festejo más aburrido del ciclo

GANADERÍA: Dos toros para rejones de Carmen Lorenzo, lidiados en primero y cuarto lugares, manejables. Cuatro toros para lidia de a pie de Román Sorando, desiguales y fuera de tipo, justos de fuerza y apagados y deslucidos. TOREROS: Pablo Hermoso de Mendoza, silencio y ovación. Alejandro Talavante, silencio y ovación tras petición tras aviso. Daniel Luque, silencio tras aviso y silencio. Incidencias: Plaza de toros de Santander. Lleno en tarde espléndida.

La corrida más aburrida de toda la feria tuvo lugar ayer en Santander, precisamente en el cierre, pues ni el rejoneador Hermoso de Mendoza ni los toreros de a pie Alejandro Talavante y Daniel Luque llegaron a interesar con un ganado muy deslucido.

De antemano resultaba extraña la mixtura de un rejoneador y dos toreros que no rivalizan en nada. Y así resultó. Un pelmazo de corrida.

Ni toros ni toreros. No hay indulgencia para nadie, pues si falló el ganado, tampoco anduvieron lúcidos los espadas.

Estaba anunciado Cayetano Rivera, que al encontrarse lesionado fue sustituido por Daniel Luque, triunfador en esta misma plaza tres días antes. El rival de Luque ya estaba designado, Talavante, aunque entre ellos no hay nada que les aproxime, ni siquiera que les distancie. Ayer se parecieron en el carácter apagado y estilo taciturno que ambos expresaron frente al toro.

Por si faltaba, tampoco el rejoneador Hermoso de Mendoza estuvo muy allá. Así que pesó la corrida como un plomo.

Una lástima este final de una feria que ha tenido tardes muy interesantes. Quizás el punto de partida del fracasado festejo estuvo en el ganado. Y lo denunció una voz firme e indignada desde la grada de sombra: "¡Con estos toros acabáis con la Fiesta!".

El caso es que más allá de esa sentencia apenas hubo pasajes reseñables en la tarde.

El rejoneador Hermoso templó a dos pistas montando a Chenel en su primero, toro cada vez más quedado. Y no hubo más que resaltar como brillante, ya que no cuentan los cabezazos y el adorno del teléfono con el toro prácticamente moribundo.

En el cuarto, que también se paró pronto y no ayudó nada, anduvo el navarro con notables desigualdades. Una banderilla de frente y arriba por otra al aire. Fue bueno un par de cortas a dos manos, pero matando lo estropeó todo.

Talavante llevó a cabo un primer trasteo picotero (de citar mucho con el pico de la muleta), a base de tironazos y enganchones, sin llegar a empezar verdaderamente faena. El toro, sin fuerzas ni raza, y por ende maltratado por el torero, apenas respondió. Anduvo más ajustado en el quinto, al que toreó bien a la verónica, y con el que hubo un prometedor principio de faena por estatuarios. Pero enseguida se impuso la falta de celo del animal, muy corto de embestida, muy parado.

Sobre la marcha proyectó Talavante una especie de parón, recurso muy socorrido con los toros que no se mueven, pero tampoco resultó. El hombre estuvo un buen rato entre los pitones, sin embargo, sin llegar a interesar.

Luque, en corte parecido al compañero, tampoco fue más allá en su frenado primero, al que citó descruzado y perfilero, siempre lo que se dice fuera de cacho. Buscó asimismo el parón como alternativa, más puede entenderse que no fue nada efectivo, ni original.

Ya el sexto, cuya mansedumbre lo demuestra el hecho de salir huyendo del caballo en el único picotazo que recibió, estuvo en el suelo absolutamente en todas las tandas. Y su matador, Luque, espeso de ideas, pesadísimo, intentando cortarle el escaso viaje para ver si conseguía algo también por la vía del arrimón. Hasta los alardes en las cercanías estuvieron de más. Nada resultó.

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