Toros

La terna triunfa en un festejo que mereció más público

feria de cabra

Ganadería: Seis toros, el 6º lidiado como sobrero al devolverse el titular, de Núñez de Tarifa. Correctamente presentados y buenos para el torero. El mejor el 3º, de nombre Clavituerto; fue premiado con la vuelta al ruedo. Entre los seis tomaron siete varas, aunque en ocasiones el tercio de varas fue meramente testimonial. TOREROS: Finito de Córdoba (azul noche y oro). Estocada (oreja con petición) y estocada (oreja). El Fandi (amapola y oro). Estocada (dos orejas) y estocada (oreja). Alejandro Talavante (lila y oro). Estocada (dos orejas) y estocada y dos descabellos (oreja). INCIDENCIAS: Plaza de Toros de Cabra. Corrida de toros con motivo de la Feria en honor de Nuestra Señora de la Sierra. Menos de media entrada en tarde calurosa. Al finalizar el festejo la terna abandonó la plaza a hombros.

Atraviesa la fiesta un momento extraño. El público, por motivos difíciles de comprender, acude a las plaza de una forma ambigua y arbitraria. Tras magníficas entradas en festejos anteriores, los tendidos del centenario coso egabrense presentaban ayer una entrada de público poco acorde con la calidad del cartel. Una combinación muy atractiva, frustrada en principio por la ausencia de Roca Rey, aunque sustituido por un torero como El Fandi, que cuenta con el beneplácito de público en general, y muy especialmente en la Subbética cordobesa. No hizo eso sin embargo que el respetable acudiese a la plaza como era esperado. ¿Los motivos? En principio inexplicables, pero resulta muy extraño que con semejante cartel el público prefiriera quedarse en la feria, o al fresco de la consola de aire acondicionado en el sofá de casa.

Lo cierto es que a la postre, y como era lo esperado, la corrida resultó muy entretenida. Durante la tarde pasaron muchas cosas que hicieron que los que sí fueron gozaran de una buena tarde de toros. La corrida de Núñez de Tarifa, como ahora se denomina la vacada que luce el hierro de Benjumea, tuvo muchas virtudes para el toreo moderno. Toros colaboradores en el tercio de muleta, que a la postre es en el que se centra la lidia en la actualidad y el que depara los momentos de mayor brillantez en la fiesta de nuestros días. Ante los toros hubo tres toreros, de distinto concepto, que satisficieron de pleno a los concurrentes.

Abrió plaza Finito de Córdoba, en su primera actuación en la provincia en el año que cumple su veinticinco aniversario como matador de toros. Cumplió con creces en su compromiso. A su primero, al que recibió con plásticos lances de capote, le realizó una faena rebosante de belleza. Un trasteo pulcro, justo; tal vez pecara de falta de ajuste, pero por su estética y buen hacer hizo las delicias de los asistentes. Destacaron las tandas al natural, sentidas y preñadas de torería, así como el toreo accesorio, donde hubo algún muletazo por bajo digno de ilustrar una pintura de Roberto Domingo. Mató con facilidad y paseó la primera oreja de la tarde. Muy dispuesto y centrado estuvo con su segundo, una animal que tuvo más complicaciones, pero que con porfía logró cuajar un trasteo que, aunque con muchos dientes de sierra, tuvo momentos donde el caro toreo del Fino de Córdoba se esparció por el albero. Volvió a estar hábil con el acero, lo que le permitió cortar otro trofeo y asegurar la salida a hombros.

Alejandro Talavante atraviesa un momento dulce. Su toreo resulta luminoso, fresco y de un corte muy personal. A su primero, al que recibió de forma variada con el percal, le cuajó una labor donde fue primordial la variedad y la improvisación. Resaltar el toreo al natural, muy por encima de las arrucinas, martinetes y espaldinas, que no son más que adornos churriguerescos al toreo fundamental. Finalizó su barroco trasteo con unas manoletinas donde la quietud fue su principal virtud. Recetó una magnífica estocada, que, aunque produjo un feo vómito, fue lujosa en ejecución. En el último de la suelta volvió a mostrarse variado en una faena donde vio rápidamente las condiciones de su oponente. Sorprendió el que se pusiera a torear al natural sin probar las aptitudes del toro. Dos golpes de verduguillo pusieron rubrica a otra estocada, que, de haber doblado el animal, le hubiera supuesto mayor premio.

El Fandi estuvo en su línea en los dos toros que mató. Bullidor y variado con el capote, espectacular y atlético en banderillas, con entrega total con la muleta. Nada que reprochar al torero de Granada, que tarde tras tarde hace lo que sabe y lo que gusta a su público. Su honradez sumada a la facilidad que tiene con el estoque hace que sea un espada que satisface a un público menos ilustrado, pero que es hora que tenga mayor reconocimiento por el sector más purista de la afición.

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