Verano

Haneke fotocopia a Haneke

  • El director austriaco hace en Hollywood una nueva versión plano a plano de su angustioso film de familia asaltada por dos juguetones y brutales psicópatas

El mundo del cine nos ha acostumbrado a cosas raras y a tejemanejes de todo calibre. Esto es especialmente sangrante en el mundo de los remakes, donde se han dado cambalaches de todo tipo. O en el de las secuelas y "precuelas" que explotando éxitos más allá de lo razonable han atentado contra la credibilidad cronológica de muchas historias. Pero lo de hoy supera bastantes metas. No es habitual, aunque algún ambicioso director oriental especializado en terror ya lo ha hecho, que un cineasta versione su propia obra. Y que la calqué plano a plano. Hubo una insensata experiencia previa de esto cuando Gus Van Sant, en su época oscura antes de reencontrar su camino de nuevo, quiso fotocopiar el Psicosis de Hitchcock (aunque mirando atentamente el film resultante no era tal). Borges habló de estas versiones literales de forma humorística en su cuento Pierre Menard, autor del Quijote, pero esta gente ha hecho la broma en serio.

La pregunta del millón es qué ha llevado al austriaco Michel Haneke, a volver a hacer su terrorífica película Funny Games en Estados Unidos. Haneke, conocido por su duro cine que habla sin concesiones de la incomunicación y la violencia en nuestra sociedad actual, no parece el típico director ambicioso que quiera labrarse en su vejez una carrera americana. Además, su estilo es de difícil encaje en la Meca del Cine: hosco, obsesivo y con un punto sociópata. Sin embargo, ha conseguido hacer de nuevo su película más estremecedora en Hollywood. Su excusa es que la Funny Games original, un perverso juego sobre la violencia y sobre como nosotros, espectadores, la repudiamos a la vez que nos fascina, nunca se vio en América. A lo que se ve, la única forma de que el público estadounidense accediera a ella era hacer de peculiar caballo de Troya y 'remakearla' desde dentro. Nos conformaremos con esta explicación, aunque hay datos inquietantes. Por ejemplo, la tendencia en esta segunda versión a desnudar a la protagonista femenina. Se justifica aduciendo que así se atenúa su indefensión ante lo que se le viene encima. Aceptaremos pulpo como animal de compañía.

Haneke ha contado con un buen reparto. Naomi Watts es la esposa, Tim Roth su marido y el ascendente Michael Pitt, el hermano de Brad que amenaza con robarle la cartera, es uno de los inquietantes psicópatas que irrumpen en su vida. El otro es Brady Corbet.

Los que hayan visto el primer Funny Games, sin duda no tendrían capacidad de sorpresa ante la brutal trama. Los que no, pueden pasar un mal rato si Haneke ha conseguido mantener la morbosa tensión del original. Veremos como un matrimonio y su hijo pequeño se van a pasar las vacaciones a su residencia de verano. Allí aparecen dos jóvenes de aspecto angelical -van vestidos de blanco- que les piden huevos para la casa de al lado, donde se hospedan. En realidad, es el principio de un macabro juego donde esta pareja de psicópatas juegan con ellos mortalmente, obligándonos a nosotros como espectadores a tomar postura. Un juego que puede ser no apto para todos los estómagos y que no tiene nada que ver con los psychothrillers al uso que pueblan las carteleras.

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