Verano

De sol a sol

  • La actividad en la playa Victoria comienza de madrugada y se intensifica en las horas que más aprieta el lorenzo

Echar el día en la playa Victoria es algo habitual para la mayoría de los gaditanos. Cuando llega el verano, esta práctica es desarrollada por muchas personas, tanto turistas como gente de aquí.

Pero un día cualquiera en la playa comienza muy temprano, sobre las cinco de la mañana. Esa es la hora en la que los servicios de limpieza empiezan a hacer su trabajo. Los vehículos pasean por la playa limpiándola de basura y posteriormente un grupo de operarios de la limpieza recogen manualmente todo lo que las máquinas no han podido absorber. Colillas, papeles, latas... hay que dejar la playa perfecta para que los usuarios la disfruten. El encargado de limpieza de contenedores y residuos de la Victoria es Manuel del Alba Rosado, que lleva años caminando detrás de las máquinas y recogiendo basura: "Se empieza a limpiar a las seis de la mañana y terminamos a mediodía. Tenemos un recorrido concreto que una vez que terminamos, repasamos por si se nos ha olvidado limpiar algo". Este hombre asegura que cuando más basura recogen es "en los fines de semana".

Junto a los camiones y vehículos de limpieza en la arena pasan personas realizando ejercicio. En su mayoría son jóvenes que hacen footing, aunque también se ven a personas mayores pasear tranquilamente por la orilla. "Tengo 82 años y andar por la orilla me fortalece las piernas, el agua está muy fría y es bueno para la circulación", afirma Anselmo Monje.

Otras de las actividades que se empieza a realizar temprano es la pesca, ya que a las diez de la mañana deben abandonar la zona para dejar paso a los bañistas. Uno de los pescadores afirma que "aunque ahora está la cosa chunga, yo realizo esta actividad como hobby".

Entre las nueve y las diez comienzan a colocarse las hamacas. La mayoría de los turistas contratan este servicio que cuesta cinco euros por todo el día completo, aunque muchos abandonan la playa antes de tiempo. Francisca Espinosa es de Sevilla y le encanta venir con su familia a las playas de Cádiz: "Siempre que venimos, alquilamos las hamacas, aunque nos vayamos temprano".

Llegan las once y la Victoria comienza a llenarse. Predominan las familias, y lo primero que hace alguno de sus miembros es clavar la sombrilla. Muchas de ellas tienen un soporte que permita clavarla mejor, ya que "en días de levante -como un bañista afirma- colocarla mal es todo un peligro".

Muchos niños acuden a las doce al módulo central de la Victoria, donde ofrecen juegos y manualidades durante todo el día. Daniel Baza es monitor desde hace varios veranos y explica que realizan "talleres muy variados y manualidades varias con monitores especializados". En este módulo también se ofrecen actividades tempranas a personas mayores, como Taichí y Mantenimiento.

Avanza el día y el calor comienza a apretar. Va apeteciendo un aperitivo o una bebida bien fresquita. Para ello la Victoria lleva años contando con trabajadores que recorren toda la mañana la orilla ofreciendo la venta de bebidas, patatas y cangrejos. "La gente compra por igual las patatas al ajillo y las normales, son los gusanitos que hemos incorporado hace poco lo que menos se vende. Lo tradicional de la Victoria son los paquetes de papas que vendemos a 50 céntimos", comenta José Manuel. Este vendedor indica que son unas 15 personas con licencia para vender patatas y que cada uno de ellos puede repartir en un día 180 paquetes.

"La bebida que más se vende en la Victoria es la cerveza y después la Coca-Cola", señala uno de los vendedores de refrescos. En la Victoria se han concedido 35 licencias para la venta de bebidas por la arena. También se pueden degustar cangrejos a la orilla del mar. Uno de estos vendedores comenta que los camarones, las cañaíllas y las bocas "sólo las vendemos por la mañana. Somos pocos los que se dedicamos a esto, porque la gente no compra tantos cangrejos como patatas", explica.

La gente que acude a la playa por la mañana prefiere ese horario "porque el agua está mejor, la playa está más limpia y podemos volver a nuestra casa a comer o incluso quedarnos aquí y echar todo el día". Muchas son las familias que se llevan alguna mesa, sillas y sombrillas para almorzar plácidamente. Les acompañan fiambreras con tortilla y filetes, aunque otros se decantan por los bocadillos de embutidos. Otra opción es la de llenarse el estómago en un chiringuito. En el chiringuito Marimba, la crisis no la están notado mucho: "La gente sigue viniendo a comer y no se priva de nada".

A la hora de la siesta, la playa se queda más vacía. El público que acude por la tarde no es tan familiar, lo componen más bien grupos de chavales que vienen a pasar el rato con sus pandillas a la playa, o grupos de personas mayores que juegan a las cartas, al bingo e incluso al dominó en la playa. Además, se forman equipos de fútbol que aprovechan las porterías que hay en la arena seca para, sin molestar a nadie, practicar deporte. Así como las redes de voleibol con las que también cuenta la playa.

En el módulo Malibú de la Victoria se ofrece internet y juegos de mesa durante toda la tarde a público de todas las edades. Conforme el sol empieza a ponerse, muchos son se encaminan hacia las duchas y lavapiés para abandonar la playa. Otros se quedan hasta que anochece y después se van a los chiringuitos donde cenan, se toman una copa y luego se despiden. Esperando que llegue otro día de playa.

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