A estas alturas no tenemos ni la menos duda de lo apretada que está la agenda de Meghan de Sussex. Este lunes la veíamos en el bautizo del Príncipe Louis y, sólo un día más tarde, la new royal ha asistido a nada más ni nada menos que tres eventos diferentes.
Por la mañana, acudió junto al Príncipe Harry a la misa en que celebraba el 100º aniversario de la RAF (Royal Air Force) en la Abadía de Westminster.
Meghan sorprendió con un estilismo muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados, protagonizado por un vestido azul marino de Dior inspirado en el New Look diseñado especialmente para ella, que combinaba con un tocado semitransparente del mismo color de Stephen Jones, pendientes de Cartier y stilettos en crema.
En este acto también pudimos ver a Kate, que permanecía fiel a su dress coat de Alexander McQueen, esta vez en color menta, y que combinó con un tocado de Sean Barrett.
Horas más tarde, la pareja aterrizaba en Dublín para su visita oficial a Irlanda y Meghan vistió el color oficial del país: el verde. La ex-actriz lució un conjunto de dos piezas de Givenchy formado por una falda lápiz midi con maxibolsillos al frente en verde oscuro y un jersey de punto y cuello redondo de color idéntico.
Esta vez, a diferencia del outfit que escogió para el bautizo del tercer hijo de los Duques de Cambridge, rompió la monotonía cromática con stilettos y bolso de Strathberry en color camel.
Como broche final del martes, los Duques de Sussex asistieron a un cóctel en su honor en la Embajada Británica en Dublín. Para este evento, Meghan confió en la diseñadora Emilia Wickstead con un vestido negro midi de corte evasé sin mangas, de escote cuadrado y ajustado a la cintura con un cinturón ancho.
Combinó su look para la velada nocturna con pendientes de Birks y zapatos de tacón negros de Aquazzura.
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