El quinto de la tarde, el gol de Guille, fue recriminado por el Balompié en general y por Navarro, su entrenador, en particular, al entender que el azulino tenía que haber echado el balón fuera por estar un rojillo tendido en el suelo. Tras la tensión inicial, al final del partido los futbolistas se abrazaron y posaron juntos y la grada de Tribuna despidió con una pitada a Navarro, que respondió con aplausos.

Tras el partido y en la sala de prensa, el técnico visitante reconocía que "me he cabreado porque bajo mi punto de vista el chaval (Guille) lo ha visto y tenía que haber parado, está jugando con un equipo de Jerez, de la ciudad, la mitad de ellos son xerecistas también pero bueno, no pasa nada, son cosas del fútbol y se queda ahí dentro. El chaval dice que no lo ha visto, Paco Ramírez me dice que es un chaval honrado y si me he enojado con ellos les pido disculpas desde aquí".

Por su parte, Orúe explicaba que "la deportividad que hemos tenido durante todo el partido echando el balón fuera... Hay entrenadores, y yo porque estamos en esta categoría porque si no lo haría también, que no echan el balón fuera, porque es que se caen los jugadores con demasiada frecuencia. Llega un momento que te están rompiendo el ritmo con una caída, con otra, y si hay una jugada y Guille no se entera, hace gol y pide disculpas. Pero yo creo que hemos ehado el balón muchas veces fuera para acordarnos de una que no se ha echado. El jugador no tiene por qué pararse y nadie te obliga a echarla fuera, y menos cuando es una lesión en los gemelos que se han subido muchas veces, demasiadas veces: cuando es un golpe que puede haber peligro, bien; pero una jugada que se suben los gemelos, la deportividad que tiene este equipo, una vez que no lo ha hecho porque no lo ha visto, creo que no hay que mirar más".