Atlético Antoniano - Real Balompédica Linense | La crónica

Balona: los miércoles al sol (2-0)

  • Los albinegros caen en Lebrija, son novenos y se quedan fuera de las copas del Rey y Federación

  • Los linenses protagonizan un final liguero que refleja una campaña convertida en pesadilla

  • Muchos de los visitantes muestran una inaceptable indolencia ante un rival sin nada en juego

  • Las fotos del Atlético Antoniano-Balona de Segunda RFEF

João Pedro se dispone a lanzar a puerta, este domingo en Lebrija

João Pedro se dispone a lanzar a puerta, este domingo en Lebrija / J. Fernández/RBL

No era fácil, pero la Real Balompédica consiguió lo que parecía imposible: protagonizó un final acorde con una temporada lamentable. Perdió en Lebrija (2-0) ante un Antoniano que nada se jugaba en el apartado clasificatorio en esta última jornada. Una derrota que, sumada a los resultados de Águilas (que empató en Marbella) y UCAM Murcia (que le hizo nueve al Vélez), deja a los de La Línea no ya fuera de la Copa del Rey, sino también sin la pedreíta de la Copa Federación. La temporada que viene ya tienen garantizado que no trabajarán los miércoles. Sin ambages: una auténtica vergüenza.

Durante demasiados minutos dio la sensación de que a muchos de los visitantes les era indiferente lo que pueda suceder el curso 2024-25. Una actitud fea, muy fea, para un club que le ha estado pagando religiosamente y que pierde la opción de recuperar una parte de lo invertido. Y tanto o más  para un entrenador, Antonio Fernández Rivadulla, que va a quedar injustamente marcado por este resultado. Tampoco es que hicieran mucho en su día por evitar la caía de Mere.

Lo único bueno que se puede decir desde el prisma de los albinegros de este Antoniano-Balona es que, por fin, es de verdad el último partido de la temporada. De un año que merecerá miles de análisis, pero que será recordado como una pesadilla, que no se sabe si es mejor olvidarla cuanto antes o recordarla para siempre para no repetir errores. Un vía crucis de principio a fin, salpicado solo por alguna heroicidad puntual que se leyeron de manera repetitiva -posiblemente era más un deseo que un convencimiento- como un punto de inflexión que nunca existió. Retumba una y otra vez en la memoria la frase del destituido Baldomero Hermoso Mere poco antes de ser guillotinado: “No nos da”. Y no, no les daba. A la vista está.

El encuentro estuvo marcado por un terreno de juego de césped sintético y de unas reducidas dimensiones al que siempre dio la impresión de que los visitantes no se adaptaban. Que si, que no es fácil, que los de casa tienen automatizado el bote del balón. Pero ojo que en ese mismo tapete ganaron La Unión, Yeclano y Rácing Cartagena. Y entonces el Antoniano se estaba jugando la vida. Así que imposible no es. Igual lo que era imposible es que lo hiciese esta Balona que por suerte dentro de unas horas comenzará a descomponerse.

Bueno estuvo marcado por el campo y por ese puntito de mayor intensidad de los de Lebrija, que, por si no fuese poco, habían puesto sobre el rectángulo de juego una pila de suplentes. Que nadie caiga en el truco del “hay que ver lo que corrieron sin jugarse nada”. Nunca se le debe reprochar a un deportista que compita. Lo es que no se merece el escudo de la Balona es que un rival que lleva una semana celebrando una permanencia casi heroica ponga más en el césped (sintético) que el que tenía la Copa del Rey en la mano antes de pitido inicial. Aquello de “para el tiempo que me queda en el convento” pero en versión futbolera.

El primer tiempo fue más controlado. La Balompédica tuvo un momento de lucidez (o de vergüenza torera) poco antes de la media hora. Casi sin solución de continuidad tuvieron tres los de la Línea. Primero un golpe franco de Antonio Romero. Después un disparo de João Pedro (el único al que parecía importarle lo que estaba pasando) que sacó Román Rodríguez sobre la línea de meta. Y a renglón seguido el meta Brian resolvió con un paradón un cabezazo de Rafa Ortiz tras el consiguiente saque de esquina.

Fue un espejismo. Porque en el 33' Ángel Martínez avisaba de que el Antoniano no estaba por regalar los puntos. Y en el 38' llegó el 1-0. Para que el partido fuese exactamente el reflejo de una andadura frustrante el tanto se produjo ¡a la salida de un córner! Y con el remate de un exbalono, Javi Forján... que no había marcado en todo el curso.

Tras el intermedio, conocedor de que se le escapaba cualquier cosa parecida a un objetivo Fernández Rivadulla dio entrada a Pitu por Morcillo y cambió el dibujo. Pasó de los tres centrales al clásico 1-4-4-1-1. Y nada más empezar el propio Pitu lanzó al poste.

En ese arreón inicial parecía que los albinegros (esta vez de celeste) habían recuperado el interés. Antes del cuarto de hora se registraron además un cabezazo con intención de Aridane Santana y una rebullasca que el meta local abortó como buenamente pudo.

Era el 57'. De ese ataque narrado de los visitantes nació una contra. Ángel Martínez tomó el balón en su propio campo. Avanzó y avanzó. Diego Jiménez le flotaba y Nani unca llegaba a emparejarse con él. El atacante soltó un chupinazo desde la frontal y, con cierta colaboración de Facu Ackerma, llegó el 2-0.

El partido duró media hora más. Pero en honor a la verdad terminó en esa acción del segundo gol de los de casa. La Balompédica cayó noqueada. Asumió su triste final. Y lo único que pudo suceder es que el conjunto de Lebrija, que tuvo dos clarísimas, hubiese ampliado el escarnio de esta despedida liguera.

Dentro de unos años, cuando sea preciso mirar la clasificación de esta 2023-24, los números dirán que la Balona quedó novena. Pero no reflejarán la desazón, el desencanto que estos últimos ocho meses deja entre los balonos.

El desenlace, con el exbalono Diego Galiano (quédense con el nombre porque ha hecho muchísimo con escasos mimbres) echándola de la Copa merced a un gol de córner de Javi Forján en beneficio de otro que salió por la puerta de atrás como Alberto Monteagudo es exactamente el reflejo de lo que se ha vivido desde que comenzó el verano. Un sindios que no podía acabar de otra manera. Ahora solo cabe pensar que ya falta un día menos para volver a ilusionarse.

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