En menos de una semana asistiremos al espectáculo electoral que supone la celebración de elecciones el día 21 de diciembre en Cataluña. Todos los ojos están puestos en lo que depare esa noche electoral porque el futuro político de España está marcado por el resultado de las urnas ese día.

Es difícil predecir quien podrá formar gobierno en Cataluña a partir del jueves ni siquiera si ese gobierno tendrá capacidad de restañar heridas y abrir un nuevo camino a la convivencia o si, por el contrario, profundizará el escenario de ruptura social que se ha instalado en Cataluña en estos últimos años.

La competición que (al menos aparentemente) tienen las candidaturas de Junqueras y Puigdemont entre sí apunta a que los independentistas se ven con posibilidades de gobernar y recuperar el control del proceso secesionista. De hecho, tal es la situación que los seguidores de Junqueras apuntan al cierre de la campaña a las puertas de la prisión en la que está ingresado, mientras que desde las filas de Puigdemont se apunta que puede volver a Cataluña poco antes del cierre de campaña para buscar el impacto mediático de una segura detención al pisar suelo español.

Yo estoy entre los que piensan que fue inevitable y necesario abordar la aplicación del artículo 155 de la Constitución y que la mejor salida fue la convocatoria de estas elecciones. Pero hay que hacer algo más. Hay que hacer política sea cual sea el resultado de las mismas.

Si ganan los independentistas hay que hablar y, si no ganan, también hay que hablar. Por supuesto que aplicando siempre el Estado de Derecho pero teniendo en cuenta que la política existe desde siempre para que los ciudadanos y sus representantes encuentren fórmulas de convivencia que también pueden ser innovadoras.

Puigdemont puede volver para regalarnos una fotografía detenido y esposado para forzar más votos el día 21 de diciembre. O puede hacerlo tras las elecciones. Lo que parece seguro es que el espectáculo lo vamos a tener. Espero que la noche del 21 nos ofrezca un panorama en el que mi candidato favorito (Miquel Iceta) pueda liderar un gobierno para cambiar hacia la convivencia.