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Los caballos del Sol

  • Han sido numerosos los pueblos de la Antigüedad que han representado al Sol llevado en su carro por caballos celestiales blancos o dorados en su viaje diurno a través de los cielos

EN numerosos pueblos y mitologías, al caballo se le ha considerado un símbolo conectado con cualidades superiores: por su galopar se le ha asociado con la Tierra y el poder reproductor de esta; por su rapidez, con el viento. También se le ha relacionado con la espuma del mar encrespado y, en consecuencia, se le ha asignado a los dioses del mar y las luminarias del cielo, en especial el Sol y la Luna.

Dada la singular adoración a los caballos de tantos pueblos antiguos, parece natural que estos formaran parte de numerosos ritos solares. En la religión del zoroastrismo, los caballos poseían un simbolismo solar y sus adeptos sacrificaban caballos consagrados al Sol. En La Biblia se encuentran algunos ejemplos al respecto. En un pasaje de Reyes II (23:11) al gobernador Josué en su lucha contra el paganismo que proliferaba en Judá, se dice: "Retiró también los caballos que los reyes de Judá [sus predecesores] habían dedicado al Sol a la entrada del templo de Jehová… y quemó con fuego los carros del Sol".

En relación con los ritos del zoroastrismo, algunos autores han avanzado que los caballos eran sacrificados al Sol y otros que se enganchaban cada mañana a los carros dedicados al astro rey. En otro pasaje bíblico al parecer se hace referencia a la costumbre de los altos mandatarios de ir montados a caballo para contemplar el amanecer o la puesta del Sol hasta la puerta oriental del templo en las afueras de Jerusalén. El mismo rey Salomón, que poseía "cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros y doce mil jinetes" (Reyes I, 4:26), probablemente practicaba ritos de este tipo. Dicha costumbre u otra similar debió haberse practicado con regularidad y no se trataba de efigies erigidas en el templo, sino de caballos vivos.

Los griegos siguieron también aquellas costumbres paganas de Judea y Rodas. En esta isla se celebraban anualmente las llamadas Helikaia, que fueron famosas a partir del siglo III a.C. y comprendían una gran procesión, juegos, luchas, carreras de caballos y carros, y carreras de antorchas. En relación con las Helikaia, J.G. Frazer explica en La rama dorada que "los antiguos griegos creían que el Sol conducía un carro a través del cielo; de ahí que en la isla de Rodas, donde la principal deidad era el Sol, se le dedicara anualmente un carro de cuatro caballos que se arrojaba al mar para que dispusiera de él".

Frazer señala asimismo que seguramente por un motivo similar "los reyes idólatras de Judea consagraban carros y caballos al Sol, mientras que los espartanos, persas y masagetas les sacrificaban caballos". Los sacrificios eran llevados a cabo por los espartanos en el monte Taigeto, desde donde podían contemplar majestuosas puestas de Sol hundiéndose en el mar. Pausanias menciona que en el monte Taleto (un pico del Taigeto) se sacrificaban caballos al Sol (III, 20). Ya fuera en la montaña o en las aguas, estos pueblos suponían que los nuevos caballos de "refresco" serían muy bien recibidos por el Sol al término de su viaje anual.

Más adoración si cabe que los anteriores pueblos mostraron hacia el caballo los hindúes, según se observa en su mitología. Para este pueblo oriental el caballo representaba a Surya, el brillante dios solar y segunda persona de la Trinidad hindú (Trimurti). En algunos himnos se representa a Surya en un carro por los cielos conducido por siete yeguas rojas. Su auriga es Aruna, dios del Amanecer. Los hindúes celebraban el nacimiento del Sol en Rajputana (moderno Rajastán), el séptimo mes del año (Mágh Sudi) con una gran procesión en la que el carro del Sol conducido por ocho caballos era llevado al templo dedicado a la divinidad solar.

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