HACE unos días conocíamos como en Italia un grupo espontáneo de oposición a Berlusconi, nacido en Facebook (Il popolo viola), convocaba una manifestación que consiguió congregar a 500.000 personas sin que hubiese mediado ninguna estructura organizativa clásica: partido político, asociación, ONG o sindicato. Estos procesos de emancipación ciudadana, derivados del creciente poder de las redes sociales virtuales, representan un fenómeno novedoso y creciente, sólo equiparable en la historia a lo acontecido tras la disrupción de la imprenta y que a la postre culminaría con la ilustración y las grandes revoluciones del siglo XVIII.

Estos grupos nacen y desaparecen, sólo movidos por la defensa de intereses puntuales que consideran no bien cubiertos, en lo que se insinúa como una nueva forma de poder adhocrático: el gobierno por las circunstancias. Poco a poco, los poderes tradicionales van tomando consciencia del potencial que subyace tras los mecanismos alternativos de generación y acceso a la información que la red facilita; al tiempo que crece la preocupación por los tremendos riesgos de manipulación y perversión asociados: se puede desenmascarar masivamente cualquier intento de engaño, de la misma forma que se puede transformar un bulo en una verdad, sólo por ser aceptado de forma generalizada. En cualquier caso, el aplanamiento de las estructuras informacionales va a reequilibrar la tradicional asimetría informativa en la que se ha sustentado tradicionalmente el ejercicio del poder. Las viejas organizaciones deben evolucionar aceleradamente hacia formas más abiertas de decisión, si no quieren sucumbir ante los cambios. Deberán esforzarse por comprender las nuevas reglas de juego y adaptarse al poder emergente de los ciudadanos, que caminan hacia una democracia más directa. Una de las primeras manifestaciones del nuevo tiempo lo representan movimientos como el Open Government o el Freedom Information que proliferan por el mundo anglosajón. Hablamos de algo más que de e-administración o de e-gobierno; se trata de absoluta transparencia e inmediatez, de cambiar lo políticamente correcto por lo cierto.

La Unión Europea está dando sus primeros pasos, facilitando mecanismos que permiten hacer llegar cualquier iniciativa popular hasta los máximos órganos de decisión. Ese es el caso de Europetition, en la que España participa a través de varios ayuntamiento andaluces. Una red de ciudadanos, apoyados inicialmente por expertos, que facilita la llegada de propuestas y peticiones hasta el corazón mismo del Parlamento europeo. En este proyecto, cuya primera fase culmina este año, han participado junto con Andalucía otras cuatro regiones europeas, a través de 19 autoridades locales y se han implicado más de 8 millones de ciudadanos. Y esto es sólo el principio.