Liga europa

Llorente también se sube al carro (3-0)

  • El Sevilla festeja aún más la sonrisa del delantero riojano que haber dejado casi resuelto su pase a octavos de final. El campeón fue muy superior a los voluntariosos noruegos e incluso reservó fuerzas al final.

El Sevilla y Unai Emery, en particular, tienen motivos para estar felices. De no mediar una hecatombe dentro de una semana en Molde, los nervionenses ya tienen asegurada su presencia en los octavos de final de la Liga Europa para seguir en la pelea por volver a ser campeón de esta competición por tercera vez consecutiva. Esto ya es una buena noticia en un calendario tan cargado de esfuerzos, pero aún es mejor saber que Fernando Llorente se puede meter en la dinámica con vistas a las exigencias que se le presentan al equipo en los tres próximos meses. El riojano se subió al carro con sus dos goles de ayer y así lo entendió el siempre exigente público del Ramón Sánchez-Pizjuán, que por fin premiaba con una sonora ovación al delantero que tanta ilusión había provocado cuando llegó en los estertores de agosto.

Fernando Llorente fue quien le puso el nombre propio a esta eliminatoria con el Molde, un equipo tan voluntarioso como modesto en sus elementos futbolísticos que peleó todo lo que pudo y más para no llevarse una goleada aún más escandalosa después de esa pretemporada que ha llevado a cabo por Dubái y más recientemente en Marbella. Pero las diferencias eran tan grandes que ni siquiera el azar o la capacidad volitiva de los noruegos podían evitar el desenlace final, es decir, que el Sevilla dejara resuelta la eliminatoria sin tener que preocuparse en exceso por la vuelta junto a los fiordos de la península de Romsdal.

Eso, sin embargo, pertenece al segundo asalto de esta eliminatoria y ya habrá tiempo de centrarse en esa cuestión. Lo importante, ahora, es analizar la recuperación de un elemento tan trascendente como Fernando Llorente para la causa sevillista. Tampoco se trata de lanzar las campanas al vuelo por el partido realizado por el riojano, pero sí es importante para su cabeza el hecho de haber anotado dos goles y haberlo hecho, además, con bastante calidad. Llorente no es hombre demasiado fuerte de autoestima y eso ya lo llevó a vivir profundos socavones durante su primera etapa en el Athletic Club. Allí, incluso, el público que después llegó a idolatrarlo lo hubiera deportado pronto de no ser por la confianza que tuvo en el gigante Joaquín Caparrós Camino. Después llegaría a ser conocido como el Rey León. Cosas del fútbol.

La primera fase del poderoso delantero en el Sevilla se ha asemejado a esa sensación, pues la confianza de la grada ha ido disminuyendo hasta situarse por debajo de los mínimos aconsejables. Pero ahí surgió la sapiencia de Emery, una vez más, para considerar que Llorente debía parar, realizar una especie de pretemporada en lo físico y retornar con más frescura de mente. Dos partidos ausente de las convocatorias y vuelta triunfal con dos goles de bastante calidad. Algo habrá tenido que ver el técnico...

Fue Llorente, por tanto, quien, además, se encargó de desatascar un partido que parecía complicarse para el Sevilla con el paso de los minutos, aunque en realidad todo era cuestión de tener paciencia, pues el físico del Molde era otro de los grandes aliados de la tropa sevillista. Minuto que transcurría y ya lo iban teniendo más complicado los visitantes para cerrar las líneas de pase por el centro, algo que hicieron perfectamente en el arranque del encuentro y que atoró bastante el juego de Banega, Krohn-Dehli y compañía. No es que el Sevilla no tratara de meterle intensidad para ir cansando aún más al rival, el problema era el bosque de piernas que puso ahí Solskjaer con ese planteamiento 1-4-1-4-1.

El Molde, por tanto, retrasó más de lo previsto el primer gol del Sevilla y lo hizo a través de un esfuerzo tremendamente solidario de sus futbolistas, particularmente Möstrom. Pero el campeón ya tiene experiencia de sobras en estas lides y supo tirar de paciencia. Sólo debía esperar y la fruta caería por madura. Lo hizo en una de las internadas que trató de efectuar Vitolo, el balón acabó en los pies de Llorente y éste golpeó con sutileza con el pie izquierdo. Uno a cero y todo empezaba a encarrilarse.

Más lo pudo estar en otra opción, esta vez de cabeza de Llorente antes del intermedio, y la sonrisa por fin afloró en el rostro del riojano cuando supo culminar como un buen delantero centro una buena jugada de Coke. Apenas había arrancado el segundo periodo y la eliminatoria se había puesto ya a favor del campeón de la Liga Europa, porque el Sevilla tiene todo el derecho del mundo a ser respetado como tal después de haber alzado al aire las copas en las dos últimas ediciones del torneo.

El Molde se había venido abajo, había entendido que por mucho esfuerzo que pusiera en evitarlo, éste era un pulso imposible para él. Ahí llega la fase en la que Emery comienza a pensar más en el Rayo y lo hace al sustituir a Llorente por Gameiro. Una hora de juego, dos goles y, sobre todo, la sensación de liberación que transmitía el gigante riojano. Pero su sustituto era quien se iba a encargar de incrementar aún más las distancias en el marcador. Más o menos es una acción similar a la del primer tanto, pues la pelota llega tras una acción de Vitolo que acaba algo trabada. La diferencia está en la ejecución, de la sutileza de Llorente se pasa al disparo seco y rápido de Gameiro.

Los dos métodos son igualmente válidos, pues el balón acaba alojado en las redes de Horvath, que era de lo que se trataba. El Sevilla entendió ahí que aquello estaba finiquitado y se limitó a continuar como si se tratara de un entrenamiento sin gastar una unidad de energía de más. Una vez más, el campeón había sabido comportarse como tal y ahora será cuestión de refrendarlo junto a los fiordos noruegos.

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