Alavés-Sevilla

Alavés-Sevilla: Un desastre entre mensajes fallidos de Mendilibar (4-3)

Rakitic intenta conducir hostigado por Kike García.

Rakitic intenta conducir hostigado por Kike García. / AFP7 / Europa Press

Dice José Luis Mendilibar que está deseando que llegue el 1 de septiembre. Bueno, se referirá el hombre en realidad al 2 de septiembre, porque el mercado se ha prorrogado, quién sabe por qué, hasta las doce del viernes primero del próximo mes. Y lo dice porque no tiene claro con qué mimbres podrá contar hasta ese día. Pero con los que tiene por ahora parece que él mismo también se está enredando más de la cuenta, entre mensajes al club y decisiones difíciles de asimilar. Hasta en los cambios. Porque lo del Sevilla en Mendizorroza fue un desastre sin paliativo alguno. Y el entrenador tiene su gran parte de responsabilidad de la nueva imagen paupérrima de un equipo hundido por sus defectos de siempre, sin ninguna virtud de las que hicieron creer en el de Zaldívar.

De entrada, el técnico vizcaíno mandó un claro mensaje a la dirección deportiva sobre Gattoni, al que dejó en el banquillo en un partido en el que su equipo fue goleado tras la baja de Badé, contra cuya sanción no prosperó el recurso al TAD del Sevilla. Se decantó Mendilibar por Kike Salas junto a Gudelj. El argentino no le da confianza a Mendilibar y algo parecido se podría decir de Sow, al que tampoco quiso exponer ante un recién ascendido que tardará en volver a marcar 4 goles y a tener tantísimas ocasiones de marcar más.

Demasiados mensajes en la alineación

También extraña fue la ausencia en el once de Fernando. No debe verlo tampoco muy bien de forma el técnico sevillista, que confió en Rakitic y Joan Jordán para el doble pivote en espera de la llegada de Soumaré para un puesto que con Fernando cargado de años no tiene dueño. Pero vaya si le costaron caros los mensajitos al de Zaldívar...

Bien pronto se vio que ahí hacía falta alguien que pusiera orden en las basculaciones, en las marcas y las ayudas. Un intento de sacarla jugando desde muy atrás de Kike Salas, que había empezado el partido muy metido en su pugna con Kike García, llegó a Guridi, quien vio el hueco en una medular dispuesta para salir y basculó hacia la izquierda, donde Rioja encontró un pasillo, entre Ocampos y Jesús Navas, para soltar un zurdazo cruzado junto al poste (1-0, 7').

El gol no fue más que un aviso. Porque el Alavés siguió aprovechando el erial entre los dos centrales y los mediocampistas, un 8 y un 10 sin ritmo para sostener rápidas transiciones, para percutir con irrupciones sorpresivas ora de Guridi, ora de Rioja metiéndose hacia dentro.

Aun así, el Sevilla siguió a lo suyo, a lo que mejor sabe hacer: tocar e ir avanzando poco a poco hasta intentar acelerar sus ataques gracias a la visión de Suso en la mediapunta.

Un disparo del gaditano terminó en córner y ahí igualó el partido el Sevilla con cierta fortuna. Lo botó Rakitic tenso y con mala uva, peinó el balón Ocampos y Lamela remató desviado, con la suerte de que golpeó en Abqar en su intento de despeje y el balón se coló en la portería (1-1, 15').

El sol en contra y el ficticio dominio

Pero la dinámica del partido seguía siendo la misma y ni siquiera Mendilibar, en la pausa de hidratación, pudo corregir que hubiera demasiado manoseo del balón en posiciones adelantadas y que los repliegues ante los rápidos ataques babazorros cerrarán ese agujero entre los mediocampistas y los centrales, que Guridi aprovechaba irrumpiendo una y otra vez, como cuando remató solo en el segundo palo un centro pasado (25').

El Sevilla seguía mandando de forma ficticia en el campo, con el Alavés siendo más profundo y dañino en sus acometidas sobre el área sevillista, sobre la que daba el sol de plano estorbando la visión de centrales y portero. Vaya lumbreras el que levantó Mendizorroza con esa orientación este-oeste...

La falsa esperanza del 1-2 y el empate

En un buen ataque de Jesús Navas, que buscó esta vez el pase inteligente al área a Suso, Lamela casi marca un golazo. Su preciosa rosca la repelió el poste (35'). Luego llegó otra pérdida y otro lento repliegue de Joan Jordán que casi convierte en gol Rioja rematando solo en el segundo palo el centro de Duarte. E inmediatamente, la falsa esperanza del 1-2 (41') con el que parecía que iba a terminar la primera parte. Ahora le sonrió la fortuna a Lamela en su rosca junto al otro poste, a quien le dejó el balón Ocampos de cara tras un centro de Suso que se mejoró dando en un defensa.

Pero antes del receso, otra vez salió a relucir ese agujero que pedía un medio centro defensivo como el comer. El balón le llegó a Duarte con muchísimo espacio a su alrededor, le salió un disparo combado junto al poste y el resto lo hizo el sol contra la cara de Dmitrovic (2-2, 44').

Sale Fernando, y permite el centro del 3-2

Pero en el segundo tiempo, ya con el sol bajo, sin excusas climatológicas y con Fernando en el campo, llegó el desastre en apenas 15 minutos. El propio brasileño tardó en tapar un centro de Rioja que peinó el omnipresente Guridi para que Kike García se anticipara a Kike Salas y la cruzara de cabeza ante Dmitrovic (3-2, 54'). Otra vez a remar contra la corriente... Pero ni eso le dio tiempo al equipo de Mendilibar, que sufrió casi inmediatamente el definitivo rejonazo en otro desajuste grave de una defensa que ya formaba con Pedrosa por Acuña, que se retiró al descanso con posibles molestias. Un balón profundo a la derecha, un pase interior de Rioja a Kike García que ni tapa ni sigue Kike Salas, Pedrosa tampoco cierra y el veterano delantero supera en carrera a Dmitrovic y hace el 4-2 (59').

A partir de ahí, el Sevilla expuso toda su impotencia ante un Alavés enroscado al partido y a un marcador que incluso pudo ampliar. Los cambios que fue haciendo Mendilibar, que sacó en el descanso además de Fernando a Pedrosa por Acuña, quien en la última jugada del primer tiempo hizo un gesto raro, no surtieron efecto alguno.

El Sevilla era un alma en pena que se arrastraba por el campo, con apenas una ocasión inicial de Fernando y un disparo altísimo de Gudelj. Óliver Torres intentó dar coherencia a los ataques, pero el Alavés ya estaba bien agarrado a su presa. Hasta que, ya muy al final, Rafa Mir ganó un balón en la banda, hizo un recorte y lanzó un chutazo que fue toda una reivindicación ante el partidito que se marcó el teórico e intocable delantero titular, el ausente En-Nesyri que ni ganó balones, ni supo anticiparse en los escasos centros que medio le llegaron. El 4-3 final ni siquiera sirve como paño caliente, porque la feísima imagen permanece indeleble, dolorosa. Como para dudar de todo desde ya... Hasta del taumaturgo Mendilibar.

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