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Fútbol · Tercera División

De categoría nacional (0-0)

  • El Guadalcacín certifica la permanencia matemática con el punto ante La Palma y la derrota de la Peña Rociera en Conil. Benjumea aborta tres clarísimas ocasiones locales.

El Guadalcacín seguirá disfrutando la próxima temporada de la categoría nacional tras sellar con el punto de ayer la permanencia matemática en Tercera División: con la satisfacción del deber cumplido y los deberes hechos a tres jornadas del final, la nota para el club jerezano no puede ser otra que un sobresaliente, mérito a apuntar en el debe de todo el club, desde Elías Palomino, el presidente, hasta Miguel Ángel Martín, utillero.

Misión cumplida y de sobras, porque alcanzar el objetivo con tres jornadas por delante no hace sino engrandecer la temporada del equipo de Ismael Pérez, con una segunda vuelta para enmarcar en la que se ha ganado el reconocimiento y la permanencia. Y el broche -de oro, pese a no poder hacerlo con triunfo- llegó con el empate de ayer, punto suficiente para ser ya inalcanzable en la tabla para la Peña Rociera, que caía en Conil propiciando la jugada a dos bandas que desbordó la alegría en el Fernández Marchán.

Y eso que la mañana no acompañó: la lluvia se hizo más molesta con el viento, aire que incomoda más a los futbolistas que el agua; y los que pensaban que La Palma vendría a cubrir el expediente al estar ya matemáticamente descendido a Primera Andaluza se equivocaron por completo, porque el equipo rojillo tiró de orgullo y cuajó un partido más que digno, sorprendiendo que, al contrario que otros visitantes del Fernández Marchán, no buscase el juego directo y tratase siempre de salir con el balón controlado, combinando y sin dar pelotazos, y con Fermín y Pereña muy activos arriba, incordiando siempre a la zaga azul.

Esta propuesta de La Palma incomodó al Guadalcacín, poco acostumbrado a un rival que no se excuse en las dimensiones del campo para abusar del pelotazo, y el equipo de Ismael tuvo que emplearse a fondo para cortocircuitar la circulación de los visitantes, a los que en el debe hay que apuntar que les faltó profundidad, lo que también hay que anotar en el haber de los de casa.

En efecto, la defensa del Guada estuvo firme, sobre todo en una segunda mitad en la que Lebrón casi pasó inadvertido. Y eso que la zaga fue de circunstancias, porque sin los centrales titulares -Paco Castillo lesionado y Diego Galiano sancionado-, Ismael tuvo que retrasar al eje de la zaga a un centrocampista como Luis Castillo para que formase pareja con Migue Ibáñez, central pero que esta temporada siempre había jugado en el lateral. Y encima, en las postrimerías de la primera mitad el cedido por el Sanluqueño se lesionó, con lo que Ismael tuvo que recomponer de nuevo el equipo: entró Alberto en el lateral derecho, de donde Topo pasó al flanco izquierdo de la zaga y David pasó a jugar en el centro de la defensa.

Pero eso fue en la segunda parte; en la primera, el equipo arrancó con Adrián Martín en la media punta y el canario fue el primero que lo intentó con un zurdazo esquinado que tapó Benjumea en lo que fue el inicio de la exhibición del portero visitante. Con Borja activado y ganando la mayoría de balones aéreos, La Palma no cejó en su intento de avanzar tocando el balón pero su mejor ocasión llegó a balón parado: en una falta lateral, el Guada busca el fuera de juego que no concede el árbitro y Pereña, solo en el área, cabecea fuera.

La primera mitad avanzó con el Guada tratando de progresar a través de Borja y José Vega pero sin que llegasen balones claros a Juan Rosillo, y cuando los tuvo se topó con Benjumea, que hizo el paradón de la mañana en el minuto 18 a cabezazo a bocajarro en el área pequeña del delantero azul, que remató tras peinar Luis Castillo -gran segunda vuelta la suya- en el primer palo un córner botado por José Vega.

Y diez minutos más tarde, Adrián Martín se inventó una asistencia mirando al tendido con una vaselina que superó a la zaga rojilla y habilitó a Rosillo, que encaró en diagonal a un Benjumea que le tapó con la manopla su remate ajustado al palo.

La Palma arrancó mejor en la segunda parte y Fermín trató de sorprender a Lebrón con una vaselina antes de que Alfonso tuviera que cortar una jugada individual de Pereña que ya buscaba el remate; el Guada trató de desperezarse por la banda derecha, desde donde Borja pidió penalti tras una internada, pero el partido decayó porque los de casa, sabiendo que la Rociera perdía en Conil, amarraron el punto que les daba la permanencia matemática dando un paso atrás que curiosamente les dejó huecos para salir al contraataque. La mejor ocasión de los locales lleaba a un cuarto de hora del final, en un derechazo esquinado de Adrián Martín que Benjumea repelió, quedando el balón en la frontal del área, donde Borja enganchó un zurdazo al que respondió el portero palmerino con una fenomenal estirada para desviar junto al poste el remate.

El Guada se encontró cómodo porque atrás no pasaba apuros y arriba Piñero encontraba huecos, pero le falló el último pase. Así pasaron los últimos minutos hasta que con el pitido final los azules pudieron festejar la más que merecida permanencia en Tercera. Enhorabuena a todos.

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