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Congreso científico

Ocho décadas de jerez dan para mucho

  • Luis García abre el ciclo de ponencias del congreso con un amplio repaso a las ocho décadas de historia de la institución que llegó a presidir. El ponente cree que la época actual es "más agradable", aunque la historia y las tensiones se repitan.

Ochenta años dan para mucho. Y si la pretensión es abarcar tan largo periodo de tiempo en una ponencia de una hora, ocho décadas dan para demasiado. El catedrático de Derecho Constitucional y ex presidente del Consejo Regulador del vino, Luis García, lo intentó ayer, pero se quedó a medio camino en su recorrido por la historia del Consejo Regulador. Pero tan interesante estaba resultando su relato, que la organización del congreso científico sobre los 80 años de la denominación de origen (D.O.) del jerez decidió darle una prórroga para que completara su travesía histórica.

 

Tras la apertura  del congreso, acto que contó con la presencia de la presidenta de la Diputación de Cádiz, Irene García, el director de Extensión Universitaria de la UCA, José Marchena, y el presidente del Consejo Regulador, Beltrán Domecq, Luis García fue el encargado de abrir el programa oficial del simposio organizado por la institución del vino y la Universidad de Cádiz (UCA) con una ponencia en la que los múltiples reglamentos de la D. O. y sus modificaciones le sirvieron de hilo conductor. 

 

El principal cambio que percibe García en estos ochenta años de andadura tiene su origen en la Ley del Vino de 2003, por la que se establece la separación de las funciones de control y gestión de las denominaciones de origen para evitar que los operadores fuesen juez y parte. Curiosamente, las consecuencias del traspaso de la capacidad sancionadora a la Administración pública pueden observarse en el actual conflicto del ‘Bag in Box’ desatado por la decisión de las bodegas artesanales de Sanlúcar de comercializar la manzanilla en el envase prohibido por la D.O., práctica para la que el Consejo Regulador reclama la aplicación de sanciones por parte de la Junta, hasta ahora remisa a pronunciarse sobre el fondo de esta cuestión.

 

Pero esta es harina de otro costal en el que no entró ayer el ex presidente del vino, a quien le tocó lidiar con problemas similares –el pique entre Jerez y Sanlúcar es tan viejo como el Consejo– al frente de una institución que, despojada de la capacidad sancionadora que adquirió a raíz del reglamento de 1941, disfruta ahora de una faceta más agradable, con menos tensiones –cupo de ventas, precios, descalificaciones de cosecha...– y más centrada en las acciones de promoción  –reconocimientos a venenciadores, International Sherry Week...–.

“La etapa actual tiene más glamour, pero no hay perspectiva para decir si es mejor o peor que la anterior”, sostiene el ex responsable vinatero, quien alude a la inexorabilidad de la realidad que termina imponiéndose y que, en el caso del Consejo desprovisto de la función de control, tiene su máximo exponente en la reducción de la superficie de viñedo, desde las 10.500 hectáreas inamovibles durante década y media hasta las poco más de seis mil actuales.

 

En cuanto a la relación de amor/odio entre Jerez y Sanlúcar, García entiende que la manzanilla estuvo bajo el paraguas del jerez cuando el vino sanluqueño carecía de entidad propia –era un tipo más de jerez como el fino, el amontillado o el oloroso–, antes del desdoble de la Denominación de Origen en el año 64 al que dio pie el litigio por el término ‘Manzanilla’ tras la autorización del Ministerio a su uso en los vinos elaborados en la localidad onubense del mismo nombre.

 

Según el catedrático, los primeros reglamentos –y en el 35 hubo hasta tres, excluyéndose en el segundo a Sanlúcar de la zona de crianza– sentaron las bases en una adaptación continua a una realidad cambiante marcada en sus inicios por la insuficiente producción de uva del Marco, situación que se fue normalizando hasta la entrada en vigor del reglamento del 64, que pone orden con la limitación de entrada de vino de fuera, salvo el vino de color y el Pedro Ximénez. En el 64, sin embargo, se establece el cupo de ventas del 40% que suscita un descontento general y el consiguiente pleito, situación que se solventa en el reglamento del 69, que coincide con la etapa de la gran expansión del jerez.

Antes, en el reglamento del 41, se pacifica la zona de crianza y su delimitación al triángulo Jerez, El Puerto y Sanlúcar, pero se excluye a Lebrija de la zona de producción, generándose un problema que tardaría 40 años en cerrarse. Aparece la subzona Jerez Superior y la obligación de comprar un porcentaje de uva local, al tiempo que el sector descubre que “España también existe”. El reglamento del 41 también fue reformado en tres ocasiones, una de ellas en el 59, en la que se introduce  la función del Consejo de evitar competencia ilícita en precios y calidades, una “bomba de relojería” que dio lugar a no pocos conflictos en un contexto internacional de caída de los mercados. Pero en actas se aprecia la confianza en el futuro del sector, sobre todo por la floración en aquellos años del Brandy de Jerez.

 

Ya en el año 56, el Consejo celebra la exportación de la bota número 50.000 y se pone a tiro el solar de la avenida Álvaro Domecq esquina con Pául en el que se edificó la ‘Casa del Vino’. Luis García relató en paralelo a su recorrido por los reglamentos las peripecias de la compra del suelo para la sede de la institución, cuya construcción estimaron necesaria los vocales del vino ya en el año 38.

 

Aún así, hasta un cuarto de siglo después no se cerró la permuta del solar definitivo por otro solar en Capuchinos, que a su vez intercambió el Consejo en su día por el adquirido inicialmente en la barriada de Sotoflores (cerca de La Plata). Hasta que se levantó la ‘Casa del Vino’, el Consejo Regulador estuvo de inquilino un local en la calle Lealas, posiblemente el que ocupó el ya desaparecido Cine Lealas.

 

El programa de hoy prosigue con las ponencias, a cargo de Carmelo García Barroso, Álvaro Girón, José Manuel Aladro y Enrique Montañés, y la segunda entrega de comunicaciones. La guinda a la segunda jornada la pondrá la mesa redonda sobre ‘Multinacionales y empresas familiares’, debate moderado por el director de Diario de Jerez, Rafael Navas, y que contará con la participación de Beltrán Domecq (presidente del Consejo), Mauricio González Gordon (presidente de González Byass), Eduardo Ojeda (director técnico y enólogo de Grupo Estévez), Jorge Pascual (director general de Delgado Zuleta y ex presidente del Consejo) y Helena Rivero López de Carrizosa (presidenta de Bodegas Tradición). 

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