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Jerez en el recuerdo

De escuelas y bibliotecas

  • Repaso a los colegios y archivos más destacados de Jerez de los últimos 200 años.

La Biblioteca de Villapanés

El tan maltratado palacio de Villapanés en La Cruz Vieja albergó hasta 1828 una importantísima biblioteca, una de las mejores de su época. El viajero ilustrado Antonio Ponz que la visitó, dice que ocupaba un gran salón y sus estantes eran de caoba adornados con pilastras jónicas que albergaban más de once mil volúmenes. Añade que en ella había ediciones preciosas de los primeros tiempos de la imprenta y valiosos manuscritos. Por su parte, el historiador Joaquín Portillo, que en numerosas ocasiones frecuentó dicha biblioteca, nos cuenta en sus Concisos recuerdos de Jerez que en ella había visto numerosas ediciones del siglo XV impresas en Roma y París, así como numerosos manuscritos y artísticos pergaminos. A la muerte del marqués de Villapanés y por disposición testamentaria, parece ser que dicha biblioteca la heredó alguno de sus sobrinos, quien dispuso en 1828 su traslado a Génova, ciudad a la que no llegó, perdiéndose en el mar Mediterráneo al naufragar el navío que la transportaba.

Biblioteca de la Colegial

Un ilustre jerezano llamado Juan Díaz de la Guerra, descendiente directo de Cristóbal Colón según sus biógrafos, que llegó a ser obispo de Mallorca y de Sigüenza,  legó en su testamento su valiosa biblioteca a La Colegial de Jerez en el año 1797, recién terminadas las obras de construcción de este templo. La misma estaba compuesta entre dos y tres mil volúmenes, muchos de ellos incunables, preciados y raros, varios del siglo XV, así como códices griegos, árabes y latinos y crónicas castellanas escritas con inusitado esmero. No pocos de ellos encuadernados con tapas de piel y primorosas labores mudéjares o del renacimiento. En dicho legado también se incluían unas 800 monedas antiguas de plata y otras 95 de oro. Sobre esta donación nos ha sorprendido encontrar una escueta comunicación del Cabildo Colegial del mismo año de 1797 que dice haber acordado adquirir una biblioteca. No sabemos si Mons. Juan Díaz de la Guerra al conocer esta intención decidió donarle a nuestro recién construido templo su biblioteca, o bien ya conocida esta donación se refería al mobiliario y estantes precisos para albergarla. 

El que esto escribe tuvo la ocasión de visitar dicha biblioteca hace ya bastantes años. Recuerdo mi gran asombro al contemplar el lamentable estado en el que se encontraba parte de dicho valioso legado, aquel lugar lóbrego y oscuro parecía una tumba más que una biblioteca. La humedad, las goteras y el abandono sufrido durante dos siglos habían realizado su destructiva labor. Hemos encontrado un artículo en el Guadalete, firmado por Manuel Gómez Montero en agosto de 1899, en el que ya denuncia en aquel tiempo el lamentable estado de abandono de esta biblioteca.  En la actualidad, gracias al empeño de nuestro obispado y con la lentitud y paciencia que requieren estos menesteres, sus volúmenes están siendo recuperados y restaurados, y sus manuscritos van siendo catalogados y celosamente archivados. Conforme va avanzado su recuperación, hemos sabido que los volúmenes están pasando a una nueva ubicación como es el palacio de Bertemati, sede del obispado. Pasarán aún varios años, quizás una década o más, hasta llegar a la recuperación total. Creemos que el camino emprendido conducirá a que en tiempo no muy lejano este impagable legado pueda estar a disposición de investigadores e interesados como de ninguna las maneras ha podido ser hasta el presente.

La Biblioteca Municipal

En 1873 durante la Primera República Española y bajo la alcaldía del Dr. Francisco Revueltas y Montel, tendrá lugar uno de los más importantes acontecimientos de esta segunda mitad de siglo en Jerez en relación a la extensión y divulgación cultural: la inauguración y puesta en servicio de la Biblioteca Municipal. La misma tuvo lugar a las 12 de la mañana del 23 de abril del antes citado año, día en el que conmemoraba el aniversario de la muerte de Cervantes. Se estableció en los salones renacentistas del Cabildo Viejo de la Plaza de Escribanos, en principio con una no muy numerosa colección de libros, en buen porcentaje provenientes del propio Ayuntamiento y de la desaparecida Sociedad Económica de Amigos del País, así como otras numerosas donaciones de particulares, entre las que se incluían algunas procedentes de los fondos de la iglesia Colegial. De entre ellos un buen número de libros de medicina en lengua francesa. Actualmente cuenta con 106.000 volúmenes, algunos incunables y otros muchos de gran valor bibliográfico por su antigüedad y rareza. Hoy no podríamos comprender la cultura ni la investigación histórica o literaria sin este gran legado que atesora nuestra ciudad. Nuestra Biblioteca Municipal puede presumir de ser la primera biblioteca en el tiempo gestionada por un Ayuntamiento en toda Andalucía.

La Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos

 

En las postrimerías del siglo XIX Manuel Crípulo González Soto, hijo del fundador de González Byass, Manuel María González Ángel, funda en los Claustros de Santo Domingo la “Academia Filarmónica” y la “Escuela de Bellas Artes de Santo Domingo”. Un establecimiento donde se formaron muy buenos músicos y los más afamados pintores jerezanos de la segunda mitad del XIX. Pero no sería hasta el año 1910 cuando, por real Orden de 28 de Octubre, se crea la Escuela de Artes y Oficios de Jerez de la Frontera. Dos años antes el Ayuntamiento había solicitado al Gobierno la creación de una Escuela de Artes Industriales justificándola en primer lugar por su numerosísima población obrera, y en segundo lugar por la importancia de nuestras industrias. El Ayuntamiento se comprometía a la instalación y sostenimiento del centro, que se situaría en un edificio legado por Luis Pernía de Terán en testamento otorgado el 3 de marzo de 1886 en el antiguo convento de la Victoria, deshabitado desde la Desamortización de Mendizábal en 1835. A pesar de compromiso del Ayuntamiento sería Manuel Críspulo González, marqués de Bonanza, quien desde el primer momento se convertirá en mecenas de dicha escuela, la cual aún permanece formando a cientos de jóvenes, ahora con el nombre de Escuela de Arte de Jerez. 

Nuevos colegios religiosos

Como apuntábamos en nuestro anterior artículo, existían en Jerez durante la segunda mitad del siglo XIX tres escuelas públicas y treinta y cinco particulares, estas últimas a menudo con una sola aula. A lo largo del último cuarto de la centuria, llegan a Jerez diversas congregaciones religiosas docentes que abren nuevos centros de enseñanza, viniendo a paliar en gran parte las grandes carencias existentes en nuestra ciudad. Así llegan los Hermanos de la Salle que se establecen en el antiguo palacio de los Dávilas en plaza de Benavente; las religiosas de la Compañía de María que ocuparán la espléndida casa-palacio que fuera propiedad del hacendado bodeguero José Antonio de Ágreda en calle Collantes, los Marianistas en la calle Porvera citados la pasada semana, las Salesianas en calle Pedro Alonso esquina a Caballeros, las Esclavas del Santísimo en las Angustias, las Hermanas del Santo Ángel en calle Tornería, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl crean un colegio en una de las zonas más deprimidas y necesitadas de Jerez como era en aquel tiempo el entorno de la Plazuela, o las monjas Carmelitas de la Caridad que se establecieron en un principio en el palacio de Ponce de León frente a Santa María de Gracia, para trasladarse más tarde a la collación de San Marcos, colegio este último del que ya nos ocupamos ampliamente en anterior ocasión. 

El colegio de San Pablo

En 1892 un joven maestro llamado Miguel Rodríguez Bernal  funda en una gran casa de la calle San Marcos esquina a Tornería con entrada por la de Gibraleón, un colegio denominado de San Pablo. El ánimo de su fundador era el de de aplicar las técnicas de los principios pedagógicos de Pestalozzi, un pedagogo suizo de gran influencia en la Europa de aquellos tiempos, el cual defendía la igualdad educativa para todos y la práctica de aprendizajes en entornos distintos a las aulas. Dicho colegio llegó a contar con más de trescientos alumnos, incluso poseía un pequeño internado. Fueron alumnos de esta centro personajes tan destacados como el cineasta Fernando Viola, el historiador y alcalde Tomás García Figueras, los eminentes médicos Elías Durán Moya, Juan Carlos Durán Viaña y José Girón Segura, el farmacéutico Onofre Lorente Roldán, el fundador de nuestro zoológico Alberto Durán Tejera o el famoso fotógrafo Calvache entre otros. Con el paso de los años el colegio San Pablo cerró sus puertas convirtiéndose en época posterior en Colegio San Ignacio, dirigido en esta ocasión por un antiguo alumno de Rodríguez Bernal llamado José Castrelo.

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